La
avaricia, uno de los 7 pecados capitales: Mira cómo el demonio detalla a sus
seguidores las inversiones que deben hacer para ganar un máximo de almas
Rido | Shutterstock |
Pasaron
sus prácticas en el banco nuestros corredores de bolsa… ¿Qué bien dan el
cambio, no? Su primera inversión aporta beneficios de inmediato: se trata, al
igual que otros pecados, de ocultar las fronteras y ampliar los límites … ¡Haz
confuso lo de la plata!
La avaricia, hoy, se reduce
a una vaga falta de generosidad. Bueno, bueno, no es gran
cosa … La mayoría de los católicos tienen sobre este punto una conciencia
extensible.
¿Y quién iría imaginarse que ser molestado por el dinero forma parte de lo que
el Otro llama un pecado capital?
“¡Invierte a largo plazo! “
¡Tortura a tus víctimas
sobre su futuro! Que nadie, sobre todo, les informe que a ellas nunca les ha
faltado nada, y que el Otro siempre se ha preocupado de ellas.
Si un católico de su entorno
les habla de confianza en la Providencia, que ellas piensen con
sensatez: “Ser cristiano no es ser optimista, ni pesimista, sino realista”.
O inspírales: “Sabes, yo soy
humano, no pretendo ser un santo”. ¡Es más, la gente creerá que es humildad!
Arréglatelas para que sus
banqueros o asesores financieros no sean personas demasiado fiables. Sus
víctimas perderán así un tiempo precioso y una energía considerable para
recuperar sus informaciones, para verificar, para preocuparse, para morderse
las uñas. Esto les impedirá marchar … hacia el Otro.
Pertúrbales tan pronto como
piensen en comparar el tiempo dedicado a su trabajo con el que
dedican a sus familias o a la oración.
“¡Que hablen de dinero constantemente!”
No
te olvides de los niños, ahí dentro. Hablemos de dinero en la mesa, de ahorros,
de preocupaciones para “construir el futuro”.
Pronto
conocerán las leyes del mercado mejor que las del Catecismo, y las obligaciones mejor
que los Mandamientos. La Bolsa de valores será su vida.
¡Sé astuto! No es molesto
que tus víctimas donen ocasionalmente. Por el contrario, esto los desculpabiliza.
Pero asegúrate de que lo hagan saber y que donen solo a familiares que lo
agradecen o a amigos plenos de gratitud.
Haz tus víctimas “bouliplatas”
Así
las mantendrás en una ilusión total sobre su supuesta generosidad. Añade una
pizca de envidia. Nada como esto para aumentar la obsesión
de lo que les falta. La comparación es la raíz de la envidia.
Si tus presas frecuentan
personas acomodadas, atractivas, con felicidad declarada, terminarán pensando:
“Es una locura lo que la vida sería más agradable si tuviéramos más medios”. ¡Y
así convertidos en “bouliplatas”! Acumulando dinero que no usarán … porque “nunca
se sabe”.
Me encanta esta pequeña frase que bloquea los corazones y las cuentas.
Empújalos a abrir una cuenta bancaria de “infierno”
Viejas
y canosas, tus presas continuarán preocupándose por sus inversiones. Por
supuesto, este dinero está destinado a los niños -como si no fueran capaces de
hacerse cargo de sí mismos- pero tus víctimas estarán secretamente unidas a
ellas.
Y si trabajas bien, llegarás
a escuchar este exquisito chantaje: “Con todo lo que heredarás, fruto de mi
arduo trabajo, tengo derecho a que vengas un poco más a menudo a la casa…”.
A esta palabra de herencia, te adivino levantando tus
orejas puntiagudas: tienes razón. Es un delicioso momento ver a estas buenas
familias cristianas desgarrarse por algunas cucharas de plata.
Si alguna vez olvidas que la plata lleva el mundo, es
realmente difícil, incluso para un novicio del vicio, ¡un necio de Belcebú! -,
recuerda que es gracias a la codicia que mi amigo el Iscariote logró mi mejor
logro. Treinta piezas de plata, el imbécil… Mucho antes de pasarse la soga al
cuello, ya había estrangulado su corazón. Esto es lo que yo llamo “abrir una
cuenta de infierno”.
Por el
padre Pascal Ide y Luc Adrian
(Inspirado en Cartas del diablo a su sobrino de C. S. Lewis)
Fuente: Aleteia