Tokio puede ser su última oportunidad de ganar el oro
olímpico, tras 23 años de competición. En ese objetivo fija la mirada, pero sin
perder de vista lo que para ella, católica practicante, tiene mayor importancia: Dios
Edna Kiplagat fue campeona mundial de maratón en 2011 y 2013,
plata en 2017 y aspira al oro olímpico en Tokio 2020.
En la imagen, al ganar la maratón de Boston en 2017, con 37 años
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La dos veces
campeona del mundo de maratón Edna
Kiplagat es esposa,
madre de cinco hijos y una católica devota. En sus 23 años de carrera, esta
nativa de Kenia ha sido campeona cuatro veces en los seis World Marathon
Majors. Ahora se entrena en Longmont (Colorado), un ciudad cuyo nombre viene de
la montaña Long’s Peak. Está centrada en ganar la medalla de oro para su país
natal en los Juegos Olímpicos de 2020.
Aunque cumplió
40 años en noviembre, su increíble sprint al final de la maratón de
Boston del año pasado, con el que cubrió la brecha de tres minutos que la
separaban del corredor que iba en cabeza, nos dice que no está acabada. Su fe y
la búsqueda de la medalla olímpica recuerdan las palabras de San Pablo en
Filipenses 3, 14: "Corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama
Dios desde arriba en Cristo Jesús".
Nacida y crecida cerca de Iten, en Kenia, Kiplagat
fue descubierta cuando estaba en el instituto por el hermano Colm
O’Connell, de los Hermanos de San Patricio. El hermano Colm es
un renombrado maestro, misionero y entrenador de 71 años que ha descubierto,
entre otros, a cuatro campeones olímpicos y 25 campeones mundiales.
Hoy en día, a Kiplagat la entrena su marido, el ex corredor Gilbert Koech. La pareja se
casó en 2001. Aunque actualmente viven en Longmont, tienen una granja en Iten.
Sus hijos, que tienen entre 4 y 26 años, incluyen tres adoptados. Los dos mayores fueron adoptados antes de
tener a sus propios hijos; el más pequeño fue adoptado después de que nacieran
sus dos hijos biológicos.
Kiplagat ha hablado recientemente con el Register sobre su fe y el papel que tiene
en su vida.
-¿Cómo y cuándo empezó a competir?
-En diciembre de 1995 fui, invitada por el hermano
O'Connell a un campamento de entrenamiento que duraba tres semanas. Al año
siguiente, 1996, representé a Kenia en los Campeonatos del Mundo Junior [WJC,
sus siglas en inglés] sobre pista y campo en Sidney (Australia). [Kiplagat ganó
la medalla de plata en
los 3.000 metros. En 1998, ganó el bronce en los WJC en Annecy, Francia]. Cuando acabé el
instituto, en 2006, formé parte del equipo en el World Cross Country
Championships en Fukuoka (Japón). Un gran año para mí fue el 2010, cuando gané
las maratones de Los
Ángeles y Nueva York.
-¿Se está entrenando para los
Juegos Olímpicos de 2020? Si es así, ¿cuándo se harán las pruebas y sabrá si
formará parte del equipo?
-Sí, mi sueño es ganar el oro olímpico. Es la
victoria fundamental que aún no he conseguido. Las pruebas se harán después de
la maratón de Boston [en abril de 2020] y, entonces, la Federación de Atletismo
de Kenia hará la selección.
-El año pasado, cuando iba tres
minutos detrás de la líder, de repente aceleró para cubrir la brecha y situarse
segunda en la competición de mujeres del maratón de Boston, que usted ganó en
2017. ¿Tiene otras carreras a la vista?
-Me estoy preparando para media maratón como
calentamiento para la maratón de Boston
-Su marido
abandonó las competiciones para ser su entrenador a tiempo completo. ¿Qué
beneficios y desafíos plantea para su matrimonio y su familia el que su marido
sea su entrenador?
-Tenerle como entrenador significa que ambos
tenemos una misión como pareja cada día. Nos animamos mutuamente, nos damos
fuerza y nos desafiamos para alcanzar nuevas cimas. Cuando estoy cansada, él me
anima y me empuja a seguir adelante. Me ayuda a preparar el plan y el programa
de mis entrenamientos, para los niños y toda la familia. A veces no estamos de
acuerdo, pero hemos aprendido que cuando dejamos que Dios decida, Él cambia lo que necesita ser
cambiado. Ambos crecimos en la fe católica, por lo que estamos bendecidos
por ello.
-¿Qué papel tiene la fe en su
entrenamiento y en su vida?
-La
fe es la garantía -es decir, la confianza y la creencia - de las cosas que se
esperan, pero no se han recibido aún (Mt 11, 1).
»Por ejemplo, en Mateo 9, 27-30, dos ciegos se
acercaron a Jesús y le pidieron que les curara. Jesús les dijo: "¿Creéis
que puedo hacerlo?". Contestaron: "Sí, Señor". Entonces les tocó
los ojos, diciendo: "Que os suceda conforme a vuestra fe". Y se les
abrieron los ojos. Su fe en que Jesús les podía devolver la vista era la
sustancia o realidad de lo que habían esperado. Les dio la confianza o la
seguridad de que recibirían lo que habían pedido. Ellos creían, tenían fe.
»Un ejemplo del Antiguo Testamento lo tenemos en la
historia de los tres amigos de Daniel que se niegan a inclinarse ante la
estatua de oro del rey Nabucodonosor (Dan 3). Los que se negaban eran
amenazados con ser arrojados vivos a un horno encendido. Los jóvenes judíos
Sídrac, Misac y Abdénago, que se negaron a inclinarse ante la imagen, le
dijeron al rey Nabucodonosor: "Si nuestro Dios a quien veneramos puede
librarnos del horno encendido, nos librará. Y aunque no lo hiciera, que te
conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro
que has erigido". Su fe/confianza era la sustancia de lo que
esperaban, y era la evidencia de lo que aún no habían visto o recibido. Creían
que Dios les salvaría, y lo hizo, porque obedecieron a sus mandamientos y no se
inclinaron ni adoraron a otros dioses.
»Creo que nuestros planes y entrenamientos tendrán
éxito. Siempre rezamos por
cada cosa que hacemos, y confiamos en Dios.
-¿Cómo compagina
su entrenamiento físico con el matrimonio y la familia?
-Desde que empecé a correr he tenido el apoyo de
mucha gente: mis padres, mis entrenadores, mi marido y mis hijos. El viaje ha
sido maravilloso, ¡no me parece que hayan pasado más de veinte años desde que
empecé! He disfrutado cada día y cada éxito
.
Cuando nos casamos, tuvimos que tener a alguien que se ocupara de nuestros hijos, lo que me facilitaba que me entrenara sin preocuparme de las tareas familiares. También me tomé tiempo de descanso después de los embarazos. Tenemos una familia maravillosa, y nos respetamos entre nosotros. Todos comprenden la importancia de mi entrenamiento y las competiciones, por lo que me apoyan.
Cuando nos casamos, tuvimos que tener a alguien que se ocupara de nuestros hijos, lo que me facilitaba que me entrenara sin preocuparme de las tareas familiares. También me tomé tiempo de descanso después de los embarazos. Tenemos una familia maravillosa, y nos respetamos entre nosotros. Todos comprenden la importancia de mi entrenamiento y las competiciones, por lo que me apoyan.
»Mi marido y yo, desde el momento en que nos
conocimos, planificamos lo que queríamos hacer. Dios nos unió, y tiene buenos
planes para nosotros. Nos reserva buenas cosas. Nos unió para que nos ayudáramos a conseguir lo que queríamos y
ser todo para aquello que Él nos creó, para que alcanzáramos nuestro
potencial.
-¿Cuándo se trasladaron a Longmont
y por qué?
-Nos trasladamos a Estados Unidos en enero [2019].
Elegimos vivir en Longmont porque la conocíamos bien, lo habíamos visitado a
menudo. Desde 2010 nos entrenamos en Boulder, donde vivíamos. Tenemos muchos
amigos que viven en Longmont [que está a las afueras de Boulder]. Es una ciudad
acogedora. Y, además, Longmont está a una altura de 1519 metros por encima del
nivel del mar, lo que es fantástico para entrenarse
-¿Qué edad tienen sus hijos? ¿Viven
con ustedes?
-Mercy, de 26 años, terminó la universidad el
año pasado. Collins, de 18, acaba el instituto este año. Carlos, de 15, y
Wendy, de 11, viven con nosotros Longmont. Faith tiene 4 y vive con su abuela.
-Ustedes poseen una granja en Iten.
¿Qué tipo de granja es?
-Es pequeña. Cultivamos maíz y judías, y tenemos
vacas, ovejas y cabras.
-¿Qué es Save Our Girls?
-La gente de mi comunidad lleva adelante varios
programas caritativos. El más reciente, Save Our Girls, fue creado para asistir y educar a niñas de
las aldeas rurales sobre la menstruación cuando llegan a la pubertad. Muchas
niñas no van al colegio cuando tienen la regla porque sienten vergüenza. [Este
tema sigue siendo tabú en muchos países en vías de desarrollo]. Queremos que sepan
que es una parte normal de la vida. Queremos que sean conscientes de ello y
proporcionarles productos de higiene para la menstruación.
-¿Hay algo que quiera añadir?
-Todo lo que he hecho y pasado es porque Dios nos ha bendecido como
familia, no sólo a mí individualmente. Lo que he hecho se lo debo a las
personas que me han apoyado a través de los éxitos y los fracasos. Estoy
realmente agradecida por lo que he conseguido, y por seguir teniendo la
oportunidad de intentar lo que no he conseguido. Seguiré rezando para
perseverar. Sé que todo se
consigue con la oración, y sé que Dios responderá.
Traducido por Elena Faccia Serrano.
Fuente: ReL