Las
escuelas católicas son un don de la Iglesia y un don para la Iglesia y hoy,
probablemente como nunca antes, son importantes para la misión de la Iglesia
Foto de archivo (AFP or licensors) |
“Las
escuelas católicas son un don de la Iglesia y un don para la Iglesia",
escribe el arzobispo de San Francisco, monseñor Salvatore J. Cordileone, en un
editorial publicado en el diario católico de San Francisco. "Hoy,
probablemente como nunca antes, son importantes para la misión de la Iglesia”.
“Aprender. Servir. Guiar. Tener éxito":
sobre este tema se celebra en Estados Unidos la Semana de las Escuelas
Católicas, promovida por la National Catholic Association for Education del 26
de enero al 1 de febrero. El hilo conductor de la iniciativa, explican los
promotores, "tiene que ver con los valores fundamentales que se encuentran
en las escuelas católicas de todo el país", es decir, aprender a ser
futuros líderes, pero también a ponerse al servicio de los demás y del bien
común.
Celebrada
por primera vez en 1974, la Semana tiene un logo oficial que hace explícito el
tema elegido para el año 2020: representa, de hecho, un libro abierto coronado
por una cruz, símbolo de la fe, y compuesto por páginas multicolores para
indicar la unidad de intención de todas las escuelas católicas, a pesar de su
dinamismo y diferencia. “Las escuelas católicas son un don de la Iglesia y un
don para la Iglesia", escribe el arzobispo de San Francisco, monseñor
Salvatore J. Cordileone, en un editorial publicado en el diario católico de San
Francisco, "y hoy, probablemente como nunca antes, son importantes para la
misión de la Iglesia”. Tales centros educativos, de hecho, "han hecho la
historia de la formación y el desarrollo de los católicos y del catolicismo
americano" y por lo tanto representan "lugares que hacen la
diferencia" para el progreso de la Iglesia local y de la sociedad
estadounidense.
Pero
hay un elemento más que Monseñor Cordileone quiere destacar: "En el mundo
actual, tan frenético y fragmentado, las escuelas católicas son uno de los
raros lugares donde se permite el lujo del tiempo" para dedicarse a la
formación. Porque la educación de los jóvenes "a la fe, a la sabiduría y a
la virtud requiere tiempo, no puede hacerse apresuradamente". No sólo eso:
las escuelas católicas "tienen también una relación privilegiada con las
familias" de los alumnos, forjando con ellas "una colaboración
especial arraigada en la esperanza, con el objetivo específico de formar a las
próximas generaciones".
De
esta manera, los centros educativos católicos "han alimentado y nutrido a
las familias en el amor de Cristo y su Iglesia, apoyándolas en su búsqueda de
la verdad, la belleza y el bien". Indispensables para la Iglesia y para la
sociedad, por lo tanto - concluye el Arzobispo de San Francisco - las escuelas
católicas "merecen nuestra atención, nuestro compromiso, nuestro apoyo
continuo y la más profunda gratitud por el trabajo que realizan".
Isabella
Piro - Ciudad del Vaticano
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