LA NAVIDAD, JUNTO A SAN JOSÉ
II. El trato de José con Jesús.
III. Acudir a José para que nos enseñe a vivir junto a María y a Jesús.
“Libro de la generación
de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac
engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de
Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró
a Aminadab, Aminadab engrendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón
engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a
Jesé, Jesé engendró al rey David.
David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a
Roboam, Roboam engendró a Abiá (…). Después de la deportación a Babilonia,
Jeconías engendró a (…), Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el
esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las
generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David
hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a
Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones” (Mateo 1,1-17).
I. Era José, como María,
de la casa y familia de David (Lucas 2, 4), de donde nacería el Mesías, según
había sido prometido por Dios. Jesús fue empadronado en la casa real por medio
de José, y también será el encargado, según el mandato recibido de Dios: tú le
pondrás por nombre Jesús (Mateo 1, 21). Dios había previsto que su Hijo naciera
de la Virgen, en una familia como tantas otras, indefenso y necesitado de un
padre que lo protegiera y le enseñara lo que todos los padres enseñan a sus
hijos.
En
el cumplimiento de su misión de custodio de la Virgen y de padre de Jesús
habría de estar toda la esencia de la vida de José y su último sentido. Cuando
el Ángel le reveló el misterio de la concepción virginal de Jesús, aceptó
plenamente su vocación como cabeza de la Sagrada Familia. Su felicidad fue
entender lo que Dios quería de él, y hacerlo fielmente. Hoy lo vemos junto a la
Virgen esperando a su Hijo, y hacemos el propósito de vivir también nosotros la
Navidad cerca de José.
II. El amor de José a la
Virgen fue un amor limpio, delicado, profundo, sin mezcla de egoísmo, y fue
para Jesús un padre amoroso, cuidando del Niño como le había sido ordenado.
Hizo de Jesús un artesano, le transmitió su oficio. Jesús debía parecerse a
José en el modo de trabajar, en rasgos de su carácter, en su modo de sentarse a
la mesa y de partir el pan, en su gusto de exponer la doctrina de una manera
concreta.
Esperamos
la Navidad de la mano de José. Él sólo nos pide sencillez y humildad para
contemplar a María y a su Hijo. Los soberbios no tienen entrada en la gruta de
Belén.
III. José fue el primero,
después de María de contemplar al Hijo de Dios hecho Hombre. Nadie ha
experimentado jamás la felicidad de tener en sus brazos al Mesías, que en nada
se distingue de cualquier niño.
Si
tratamos a José en estos pocos días que faltan para la Navidad, él nos ayudará
a contemplar ese misterio inefable del que fue testigo silencioso: a María que
tiene en sus brazos al Hijo de Dios hecho Hombre. José, después de la Virgen,
es la criatura más llena de gracia. ¡Cómo agradecería Jesús todos los desvelos
y atenciones que José tuvo con Él y con la Virgen! Hoy le pedimos al Santo
Patriarca que nos haga sencillos de corazón para saber tratar a Jesús Niño.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Fuente: Almudi.org
