Los pobres como lugar de encuentro con el Señor.
Seguir a Jesús entre los crucificados y abrir caminos a la esperanza
Audiencia del Papa al Secretariado para la Justicia Social y la Ecología de la Compañía de Jesús
(Vatican Media)
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Son los conceptos que el Papa Francisco manifestó a
los participantes en la Reunión del Secretariado para la Justicia Social y la
Ecología de la Compañía de Jesús
El Santo Padre recibió esta mañana en audiencia a los
participantes en la Reunión del Secretariado para la Justicia Social y la
Ecología de la Compañía de Jesús, que tiene lugar en Roma, con ocasión del 50º
aniversario de su fundación, en la sede de la Curia General, sobre el tema
"Un camino de justicia y reconciliación: 50 años y más allá".
En su discurso el Pontífice recordó ante todo que la
Compañía de Jesús fue llamada desde el principio al servicio de los pobres, una
vocación que San Ignacio incorporó a la Fórmula de 1550.
También les habló de los descartados, de esa gran mayoría de gente dejada el
margen de la sociedad, y les pidió que sigan el testamento espiritual del Padre
Arrupe – hombre de oración – que siempre creyó que el servicio de la fe y la
promoción de la justicia no podían separarse por estar radicalmente unidos.
Por otra parte les pidió que no dejen de colaborar en
red entre ellos y con otras organizaciones eclesiales y civiles para tener una
palabra en defensa de los más desfavorecidos en este mundo cada vez más
globalizado. Y globalizado con esa globalización que es “esférica”, que anula
las identidades culturales, las identidades religiosas y las identidades
personales, donde todo es igual. Sí, porque como afirmó el Papa:
“La verdadera globalización debe ser poliédrica,
unirnos, pero cada uno conservando la propia peculiaridad”
Tras recordar que la contemplación activa de Dios, de
Dios excluido, ayuda a descubrir la belleza de toda persona marginada,
Francisco les dijo a los jesuitas que en los pobres, han encontrado un lugar
privilegiado de encuentro con Cristo. Y que ese es un precioso regalo en la
vida del seguidor de Jesús: “recibir el don de encontrarse con él entre las
víctimas y los empobrecidos”. Por eso les pidió que “no dejen de ofrecer esta
familiaridad con los vulnerables”.
“Nuestro mundo roto y dividido necesita construir
puentes para que el encuentro humano nos permita a cada uno descubrir en los
últimos el bello rostro del hermano, en quien nos reconocemos, y cuya
presencia, aun sin palabras, reclama en su necesidad nuestro cuidado y nuestra
solidaridad”
Necesitamos de
una verdadera revolución cultural
El seguimiento de Jesús en estas circunstancias –
añadió el Papa – conlleva un conjunto de tareas: comienza por el acompañamiento
a las víctimas, para contemplar en ellas el rostro de nuestro Señor
crucificado. Y continúa en la atención a las necesidades humanas que surgen, si
bien hoy también es preciso reflexionar sobre la realidad del mundo, para
desenmascarar sus males, para descubrir las mejores respuestas y para generar
creatividad apostólica. Pero nuestra respuesta – dijo – no puede detenerse
aquí.
“Necesitamos de una verdadera ‘revolución cultural’,
una transformación de nuestra mirada colectiva, de nuestras actitudes, de
nuestros modos de percibirnos y de situarnos ante el mundo”
Francisco resaltó la importancia del trabajo lento de
transformación de las estructuras, por medio de la participación en el diálogo
público, donde se toman las decisiones que afectan a la vida de los últimos.
Por esta razón los exhortó a que continúen con este empeño creativo, necesitado
siempre de renovación en una sociedad de cambios acelerados. “Ayuden a la
Iglesia en el discernimiento – les dijo – que hoy también tenemos que
hacer sobre nuestros apostolados. No dejen de colaborar en red entre ustedes y
con otras organizaciones eclesiales y civiles para tener una palabra en defensa
de los más desfavorecidos en este mundo cada vez más globalizado”.
“En el dolor de nuestros hermanos y de nuestra casa
común amenazada es necesario contemplar el misterio del Crucificado para ser
capaces de dar la vida hasta el final, como hicieran tantos compañeros jesuitas
desde el año 1975”
Y después de recordar el trigésimo aniversario del
martirio de los jesuitas de la Universidad Centroamericana de El Salvador, el
Santo Padre afirmó que “la vida y la muerte de los mártires son un aliento a
nuestro servicio a los últimos”.
El testamento
del Padre Arrupe
El Papa concluyó con una imagen de familia para todos
ellos, tal como hacen los sacerdotes cuando entregan a la gente una estampita.
Y dirigió su pensamiento al Padre Arrupe cuando se encontraba en Tailandia, en
el campo de refugiados, con los descartados y con su capacidad de “padecer con
esa gente”, con esos jesuitas que estaban abriendo brecha en aquel momento en
todo este apostolado, y a quienes les pidió que no dejen la oración. “Que esta
estampita – finalizó Francisco – que esta imagen, los acompañe siempre.
Gracias”.
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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