Con
la puerta en las narices
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Desde
el 2 de noviembre comenzamos a utilizar la capa negra. Esta, forma parte de
nuestro hábito, solo que únicamente nos la ponemos para ir a rezar; por ello,
cuando bajamos a la capilla, la cogemos, y, al salir, la volvemos a colgar.
Hasta
este año, las capas iban colgadas en el hueco donde actualmente están poniendo
el ascensor, así que hemos tenido que poner un armario a la salida de la
capilla para poder colgarlas todas ahí.
Parece
fácil, y más accesible incluso que antes, pero el armario que hemos puesto está
dividido en dos, 8 monjas cuelgan su capa a la izquierda y 7 a la derecha, y lo
más divertido es que tiene dos puertas correderas.
A
la entrada no hay problema, porque bajamos escalonadamente, pero, a la salida
del coro... ¡el aumento de tráfico eleva la probabilidad de accidente! Y es
que, claro, somos 15, entonces hay que andar con ojo, ver a las demás que están
a mi lado, porque, si no, para abrir mi puerta, le puedo estar cerrando a otra
hermana la suya en las narices.
Al
final me está impresionando verlo cada día, porque me doy cuenta de que, cuando
miro por mí primero o cuando voy a lo mío, dejo de ver a los demás. El amor
propio me hace dejar de amar, y aquí se ve claro cómo, cuando dejo de amar,
perjudico en algo a los que están a mi alrededor. Sin embargo, cuando opto por
amar, cuando quiero ver a los demás, sucede al contrario: ¡siempre nos
beneficiamos todos!
Lo
que el Señor me viene enseñando es que no resulta indiferente ninguna de las
dos cosas, ya que, cuando dejo de amar, no solo salgo perdiendo yo, sino que,
de alguna manera, afecta a todos; y al revés, cuando luchamos por vivir desde
el amor, el amor es difusivo y genera un clima de alegría, de Vida.
Cristo
ha muerto por nosotros, nos ha salvado y liberado de tener que estar pendientes
solo de nosotros, de nuestras cosas. Si Le dejamos, nos hace experimentar hasta
qué punto se ocupa de todo lo nuestro y, sentir ese Amor tan grande por
nosotros, es lo que nos empuja a no hacernos mucho caso, liberándonos para
poder amar y buscar primero el bien de los demás.
Hoy
el reto del amor es optar por vivir el día desde el amor. Ese amor que se
anticipa a las necesidades de los demás, que sabe disfrutar con los dones del
otro, que se alegra con el feliz y acompaña al que llora... Que hoy a tu
alrededor nadie se quede igual que estaba, ¡el Amor marcará la diferencia!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma