Este
año no me va a pasar
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Así
acabé el verano, diciéndome a mí misma: “Este año no me va a pasar, voy a poner
todos los medios posibles para evitarlo”.
Antes
teníamos mucha ropa de lana; actualmente, con las prendas térmicas, poco a poco
se van sustituyendo, pero todavía nos queda algún jersey y, sobre todo, algún
refajo, que es como una falda que va debajo del hábito y nos abriga mucho.
Al
acabar el verano, guardé mi refajo con cuidado y puse naftalina para que la
polilla no diera con él y no me hiciera agujeros que luego tendría que coser en
octubre.
Cuando
acabé de guardar todo, pensé: “Este año estoy segura de que no me va a pasar lo
de las polillas”.
Hace
unos días volví al armario a buscar mi refajo. Ni me molesté en mirarlo: estaba
súper segura del perfecto estado en que lo encontraría.
Me
lo pongo, empiezo a llenar los bolsillos... y todo se caía: el boli, la cruz,
el rosario... No me lo podía creer; no solo un agujero, sino, este año, dos, y
súper grandes.
No
sabía si reír o enfadarme. Sobre todo me acordé de la frase: “Este año no me va
a pasar”. Cuántas veces en nuestra vida nos encontramos con propósitos rotos,
objetivos no alcanzados; unas veces dependerá de nosotros y otras veces serán
terceras personas, pero la realidad es que hemos puesto todo de nuestra parte y
no ha salido.
Y
en estas situaciones, ¿qué hacemos? Dejar a Cristo que sea fuerte en nosotros.
Hemos confiado demasiado en nosotros mismos, y por eso nos caemos. Tenemos que
pedir a Cristo confiar más en El, dejarnos conducir por el camino que Él nos
señala. No es tanto marcarnos metas, sino que nuestro cristianismo sea un
estilo de vida. El Señor ve el corazón, y ve nuestra buena voluntad de rechazar
el mal y hacer el bien; lo que falta, ya se encarga Él de hacerlo.
Lo
nuestro es vivir confiados en Él, en Su amor, sabiendo que siempre está a
nuestro lado y, aunque se caigan las cosas del bolsillo, nos enseñará a
recogerlas del suelo. La felicidad no está en la perfección, sino en el amor.
Nunca dejes de amar, te pase lo que te pase. Porque, amando cada día, conocerás
más el corazón de Cristo.
Hoy
el reto del amor es hacer un rato de oración, descubrir que tu bolsillo está
roto y dejar que Cristo te lo arregle. Cuando te sientes a orar, no Le digas
muchas cosas, solo una: que Le amas, que quieres que sea tu Señor, que entre en
tu vida, que saque de tu corazón todo aquello que te quita la paz y te trae
sufrimiento, que entre Él con Su paz y Su amor.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma