La Unidad Pastoral de Carranza-Lanestosa, al suroeste de Vizcaya, acaba de poner en marcha un plan para acabar con la situación de declive de la zona, mejorar la empleabilidad y poner en valor su rico patrimonio cultural y natural
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Campañas
de la torre de la iglesia de Revenga
de Campos (Palencia), que han tocado cinco
minutos por la España
vaciada. Foto: ABC
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Hechos que se suman a las
voces de diversos obispos que piden medidas concretas frente a la despoblación
de amplias zonas del territorio español.
Una bandera de España con
un gran agujero en medio. Es uno de los símbolos de la España vaciada –esa que
pierde población a marchas forzadas y, a la vez, todos sus servicios– y que el
pasado viernes salió a la calle para reivindicar una mayor atención e inversión
por parte de las administraciones públicas, peticiones a las que se ha sumado
la Iglesia –uno de los actores con mayor presencia en estas zonas– de manera
simbólica con el sonido de las campanas de sus parroquias y catedrales.
También con las palabras de
sus obispos; como el de Palencia, Manuel Herrero, que lamentó «la gran pérdida»
que para el futuro supone esta situación, porque «en los habitantes de esta
España vacía y vaciada hay muchas potencialidades, muchos valores que aportar
al bien común». O la de los obispos aragoneses, que, además de alentar a los
fieles a participar de las reivindicaciones, trabajan en la publicación de una
carta pastoral sobre esta cuestión. «Una de las pobrezas entre nosotros es “la
otra Zaragoza”, la de los pueblos pequeños y la de las zonas despobladas, en lo
que se llama hoy la España vaciada, que afecta también a Aragón. Queremos como
Iglesia dar una respuesta, y ser presencia significativa en el mundo rural»,
afirmó el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora, hace unos días.
El compromiso de la Iglesia
con el mundo rural es innegable. Las cifras lo confirman: de las más de 23.000
parroquias que hay en España, un total de 11.377 están en poblaciones rurales.
Una atención que mantienen a pesar de la escasez de vocaciones sacerdotales que
den relevo a un clero envejecido con nuevas fórmulas de organización como las
unidades pastorales, potenciando el trabajo en equipo y otorgando más
responsabilidad a los laicos.
El proyecto de
Carranza-Lanestosa (Vizcaya)
En la Unidad Pastoral de
Carranza-Lanestosa, en el suroeste de Vizcaya, ya han recorrido este camino. Se
trata de una zona poco poblada (3.000 habitantes) aunque amplia en territorio;
la forman dos ayuntamientos, 49 núcleos de población y 17 parroquias. Ahora
solo hay un sacerdote, el párroco de la unidad pastoral, Miguel Ángel Esnaola,
con el que colabora un religioso palotino. Hace medio siglo eran 20 curas.
Esnaola lleva tres años en
la zona y desde el principio fue consciente de la situación de abandono. La
conversación con un padre de familia le abrió los ojos: «Me contaba que hizo la
opción de quedarse a vivir aquí, pero para eso tiene que hacer una hora de
coche a Bilbao cada día, 56 kilómetros por una carretera con muchas curvas. Me
decía también que de los 50 chicos que estudiaron juntos, solo quedaban cinco
en Carranza. El 90 % se ha marchado».
Siguiendo la histórica
implicación de la Iglesia local en el desarrollo económico de la región con las
cooperativas, Esnaola se preguntó por qué la Iglesia no podía ser de nuevo
promotora de actividades laborales y económicas. Tal y como cuenta a Alfa y
Omega, llevó la propuesta al equipo económico de la unidad pastoral y
decidieron «ser la chispa de una iniciativa de tipo económico y social que
aglutine y motive a otros agentes». La iniciativa sería refrendada
posteriormente por el consejo pastoral.
El párroco tenía claro que
si se ponía en marcha un Plan de Desarrollo Económico y Social, que es como se
llama, tenía que realizarse con una gran profesionalidad. Y por ello, está
contando con una consultora, Kemen Acompaña, dedicada, precisamente, a poner en
marcha planes de desarrollo territorial, económico y social. Y, además, como
dice su socio director, Cernin Martínez, «implicarnos con la unidad pastoral y la
Iglesia es también parte de nuestra vocación y misión».
Así, ya se ha elaborado un
documento en el que se presenta el diagnóstico de la situación, se explica la
metodología que se va a seguir y se plantean una serie de objetivos. La idea es
que a través de este plan se identifiquen y se pongan en marcha nueva
oportunidades de empleo en la unidad pastoral; se detecten las necesidades para
generar dinamismo económico y social y se dialogue con las administraciones; y
se ponga en valor, se mejore y se dote de nuevos usos al patrimonio de la
unidad pastoral.
Buscando nuevos proyectos
Para ello se crearán grupos
de trabajo con las empresas existentes, con emprendedores o particulares que
tengan nuevas ideas de negocio y con los propietarios, también la unidad pastoral,
que puedan disponer de recursos para el desarrollo económico y social. Luego se
seleccionarán los proyectos prioritarios y se buscará financiación y,
finalmente, se ejecutarán. Pasos que se darán en cuatro meses.
Todo esto se dio a conocer
a la feligresía el pasado 18 de septiembre en el santuario de la Virgen del
Buen Suceso, patrona del valle de Carranza, con un puesto informativo. Antes ya
se habían reunido con los dos alcaldes de la unidad pastoral –de distinto signo
político–, quienes mostraron su total disposición a colaborar. «Al principio lo
recibieron con cierta sorpresa, pero enseguida nos dijeron que podíamos contar
con ellos.
Por ejemplo, el alcalde de
Lanestosa nos llamó al día siguiente para que quedásemos una mañana y conociésemos
todos los recursos de los que disponía el ayuntamiento. Y nos ofrecieron
espacio en una casa para trabajar, hacer entrevistas…», añade Esnaola. También
han recibido el apoyo de la Asociación de Desarrollo Rural de Las
Encartaciones, que trabaja con la Diputación Foral de Vizcaya, y cuyo
responsable ha manifestado la intención de colaborar en el plan ya sea
prestando recursos formativos o con la concesión de microcréditos.
La fase que encara ahora el
proyecto es la de entrevistarse con empresas y particulares para conocer la
realidad, las necesidades y la potencialidad de la zona. «Quisiéramos ayudar a
aquellos que no encuentran un relevo en su actividad y también a aquellas
personas que tienen ideas, pero que no las han puesto en práctica y ofrecerles
un acompañamiento y seguimiento. De este trabajo y diálogo saldrán unos pocos
proyectos que sirvan como faro y que sean una declaración de intenciones de que
esto va en serio», explica Esnaola, que añade que pueden ser proyectos tan
humildes como la reapertura de un bar –que hace las veces de punto de
encuentro– en un núcleo.
Uno de los sectores sobre
lo que se podrá incidir será el del patrimonio cultural y natural, tal y como
explica el párroco: «Tenemos rutas de senderismo, pero están muy abandonadas.
Hay una para ver dólmenes, pero estos ni se ven porque están cubiertos por
maleza, u otra para visitar un hayedo, al que es imposible acceder si llueve.
Además de generar empleo y riqueza, el plan puede suponer un gran avance en la
conservación del patrimonio y en su puesta en valor».
«Se trata –concluye Cernin
Martínez– de que surjan una serie de proyectos, cosas que se puedan, y de los
que priorizaremos los más importantes o interesantes. Algunos los lanzaremos
porque son fáciles y eso va a animar a la gente y otros tendrán un recorrido a
más largo plazo porque serán estratégicos». Él y su empresa ya han trabajado en
lugares con la misma problemática que Carranza-Lanestosa y tiene claro que no
hay que caer en el pesimismo: «El de partida es para estar animado. No hay que
quejarse, sino lanzarse a hacer cosas».
Fran Otero
Fuente: Alfa y Omega