El
Documento final del Sínodo Amazónico apunta hacia la mujer y los laicos y
denuncia fuertemente las violaciones de los derechos de los indígenas así como
la destrucción de su territorio, hasta el punto de proponer un nuevo pecado, el
“pecado ecológico”
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Obra de Mari Bueno, artista brasileña que expuso en Roma durante el Sínodo para la Amazonía. |
Tras
tres semanas de trabajo intensas, los 185 padres sinodales junto a 35 madres
sinodales proponen al Papa la ordenación sacerdotal de hombres casados, sin
olvidarse de la mujer, para la que han propuesto la creación del diaconado
femenino y del ministerio de “la mujer dirigente de la comunidad”. A
continuación, los 6 puntos fuertes del Documento final:
1. Ordenación de hombres
casados para zonas remotas de la Amazonia
Uno
de los puntos fuertes que se han planteado en el Documento final del Sínodo y
que al mismo tiempo ha suscitado mayor resistencia durante la votación ha sido
la posibilidad de “ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la
comunidad, que tengan un diaconado fecundo y reciban una formación adecuada
para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y
estable, para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la
predicación de la Palabra y la celebración de los Sacramentos en las zonas más
remotas de la región amazónica” (111). Dicho punto, planteado desde el marco de
la constitución ‘Lumen gentium’ 26”, del Concilio Vaticano II, recibió 128
votos a favor y 41 en contra.
2. Sí al diaconado
femenino y al ministerio de “la mujer dirigente de la comunidad”
Aunque
en el documento final no se pide explícitamente la aprobación del diaconado
permanente femenino, sí que lo menciona. Los padres sinodales han reclamado que
las mujeres “puedan recibir los ministerios del lectorado y acolitado” y la
creación “del ministerio instituido de ‘la mujer dirigente de la comunidad’”,
pues consideran necesario “fomentar la formación de mujeres en estudios de
teología bíblica, teología sistemática, derecho canónico, valorando su
presencia en organizaciones y liderazgo, dentro y fuera del entorno eclesial”.
3. Voz y voto para los
laicos
La lista de los argumentos indispensables la concluye el punto en el que se reconoce la necesidad de fortalecer y ampliar los espacios para la participación del laicado, “ya sea en la consulta como en la toma de decisiones, en la vida y en la misión de la Iglesia” (94). De hecho, los Obispos aseguran que un obispo pueda confiar, por un mandato de tiempo determinado, ante la ausencia de sacerdotes en las comunidades, “el ejercicio de la cura pastoral a una persona no investida de carácter sacerdotal, que sea miembro de la comunidad” (96). Aunque esta afirmación viene de la mano de una condición: “evitar personalismos”. Es por ello que se habla de “cargos rotativos”.
4. Agregan un nuevo pecado
Otra
de las propuestas importantes realizadas en dicho Documento ha sido la de
incluir “el pecado ecológico”. “Proponemos definir el pecado ecológico
como una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el
ambiente” (82), se lee en el Documento final, en el que también se explica que
es un pecado “contra las futuras generaciones” y se manifiesta “en actos y
hábitos de contaminación y destrucción de la armonía del ambiente,
transgresiones contra los principios de interdependencia y la ruptura de las
redes de solidaridad entre las criaturas y contra la virtud de la justicia”.
5. La ecología integral:
único camino posible
En
el Documento final, los padres sinodales también señalan que la ecología
integral “no es un camino más que la Iglesia puede elegir de cara al futuro en
este territorio” sino “el único camino posible”, pues no hay otra senda viable
para salvar la región (67). En este punto, los Obispos además llaman a la
comunidad internacional para que proporcionen “más recursos económicos”, “un
modelo de desarrollo justo y solidario” y “herramientas para frenar el cambio
climático”.
6. Rechazo de la
evangelización colonialista
Los
Obispos expresan su rechazo “a una evangelización de estilo colonialista” (55)
y expresan que la Iglesia tiene la oportunidad histórica de diferenciarse de
las nuevas potencias colonizadoras “escuchando a los pueblos amazónicos
para poder ejercer con transparencia su actividad profética” (15). Además, para
hacerla frente plantean procesos claros de inculturación de sus métodos y esquemas
misioneros. También proponen a los centros de investigación y pastoral que
estudien “las tradiciones de los grupos étnicos amazónicos” para defender su
identidad y cultura a través de “acciones educativas” (57) que favorezcan la
inculturación.
Mireia
Bonilla – Ciudad del Vaticano
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