Señal
de alarma
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ya
teníamos toda la ropa preparada cuando, de pronto:
-Hace
mucho que no se revisa la entrada de agua de la lavadora. Igual tiene cal...
¿Lo miramos?
Efectivamente,
tras desenroscar la manguera, encontramos el filtro casi obstruido. Muy
contentas de habernos adelantado al desastre, lo limpiamos, colocamos todas las
piezas y pusimos en marcha la lavadora.
El
tambor comenzó a dar vueltas, pero, a los dos segundos, se frenó en seco, ¡¡y
comenzaron a parpadear todas las luces!!
¿Habríamos
puesto mal alguna cosa?
Revisión
a fondo... Todo parecía en su sitio.
Volvimos
a ponerla en marcha, y la lavadora se convirtió de nuevo en discoteca.
-Yo
creo que has puesto poca ropa, por eso no empieza -me sugirió la hermana.
Metí
un jersey más y... ¡¡las luces volvieron a parpadear!!
-Vamos
a dejarla un rato, a ver si se le pasa...
Así
lo dejamos y, cuando volvimos a encontrarnos para el rosario, esta hermana se
me acercó muy contenta.
-¡¡Ya
sé lo que le pasa!! ¡¡Se nos ha olvidado abrir la llave del agua!!
Claro,
de nada sirve tener todas las piezas y el filtro limpio; si no hay una sola
gota de agua, ¡no se puede lavar!
¿Acaso
no te ha pasado a ti alguna vez? ¿No has pensado que lo tienes todo, y, sin
embargo... te falta algo?
Podemos
conseguir mil cosas en la vida: un filtro que nos dé seguridad, protección;
podemos tener la mejor manguera del mundo... y, sin embargo, nuestra ropa no se
lava, nuestro corazón no está lleno.
Y
es que estamos hechos para mucho más: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro
corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (san Agustín).
Todo
nuestro “mecanismo” está diseñado para recibir el Agua de la vida: la razón más
profunda de tu vida es descubrir a Jesucristo. Y, cuando Él entra en tu
corazón, aunque tengas una manguera vieja, o un filtro algo atascado, ¡¡toda la
ropa sale limpia!! Él es lo que verdaderamente necesita tu alma.
Hoy
el reto del amor es revisar tu entrada de agua. ¿La cal la ha taponado? ¿Tienes
la llave de paso cerrada? ¡No te asustes! Pero tampoco quieras arreglarlo por
ti mismo. Como nuestra lavadora, ¡pide ayuda, enciende las luces de alarma! En
tu oración, presenta tu corazón a Cristo. Él, que conoce todo tu “mecanismo”,
¡sabe cómo actuar para que el lavado de hoy salga estupendo! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma