Al celebrar un encuentro con los Agustinos Descalzos
el Papa Francisco reflexionó sobre su carisma y carácter contemporáneo
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Audiencia del Papa Francisco a los participantes en el Capítulo General de la Orden
de los Agustinos Descalzos
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Desprenderse de las raíces para ser moderno "es
un suicidio", dijo, puesto que el camino para hablar a los hombres y
mujeres de nuestro tiempo es la tradición del verdadero testimonio cristiano,
que hoy va contracorriente, y que llama a la humildad y a la caridad, sin
auto-referencialidad
"Felices de servir al Altísimo en un espíritu de
humildad. ¡Vayan adelante así! Que el Señor los bendiga, y que la Virgen y San
Agustín los protejan. Y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Gracias!”. Son las palabras conclusivas del discurso que el Santo Padre dirigió
esta mañana a los 194 participantes en el Capítulo General de la Orden de los
Agustinos Descalzos.
El Papa Francisco comenzó su alocución dirigiéndose a
estos queridos hermanos y hermanas, afirmando que la Providencia ha querido que
hoy reciba a los agustinos descalzos, mientras mañana lo hará con sus hermanos
de la Orden de San Agustín, a lo que añadió con gracia: “Hermanos,
primos, amigos, enemigos, ¡nunca se sabe!...” lo que provocó la hilaridad de su audiencia.
“Alabemos a Dios – prosiguió diciendo el Papa – por los carismas que ha
suscitado y suscita en la Iglesia a través del testimonio del gran Pastor y
Doctor de Hipona”.
Año del Carisma
Después de agradecer al Prior General las palabras con
las que presentó este encuentro, que concluye su Capítulo General con ocasión
de lo que ellos llaman "Año del Carisma", el Obispo
de Roma les dijo, ante todo, que aprecia en ellos la alegría de ser
agustinos: "Felices de servir al Altísimo en espíritu de
humildad", lo que parecería un lema franciscano, pero en realidad es
simplemente evangélico. Por otra parte – les dijo – San Agustín es una de esas
figuras que hacen sentir la fascinación de Dios, que atraen a Jesucristo, que
atraen a la Palabra de Dios. Y lo definió “un gigante del pensamiento
cristiano”, a la vez que “el Señor también le ha dado la vocación y la
misión de la fraternidad”.
De manera que tal como reflexionó el Pontífice, San
Agustín no se cerró en el vasto horizonte de su mente, sino que permaneció
abierto al pueblo de Dios y a los hermanos “que compartían con él la
vida comunitaria”. Y añadió que “también como sacerdote y
obispo vivió como un monje, a pesar de sus compromisos pastorales, y a su
muerte dejó muchos monasterios masculinos y femeninos”.
Tras animarlos a amar y profundizar siempre estas
raíces una y otra vez, yendo a las raíces, tratando de extraer de ellas, en la
oración y en el discernimiento comunitario, la linfa vital para su presencia en
la Iglesia de hoy y en el mundo, el Pontífice, dejando de lado el discurso
preparado hizo una reflexión, en la que afirmó:
“Para ser modernos, algunos creen que es necesario
desprenderse de las raíces. Pero esto es la ruina, porque las raíces, la
tradición, son la garantía del futuro”
No es un museo – añadió – es la verdadera tradición, y
las raíces son la tradición que te llevan la linfa para que el árbol crezca,
florezca y fructifique.
El alma
descalza, base de su carisma
Refiriéndose a la calificación de
"descalzos", que expresa la exigencia de la pobreza, del
desprendimiento y de confianza en la Divina Providencia, Francisco recordó que
hay un himno litúrgico, que se canta en la fiesta de San Juan Bautista y que
dice que el pueblo iba con el alma descalza para ser bautizado. “Descalzos
– agregó – aunque veo que todos ustedes tienen zapatos”, y reafirmó el
concepto del alma descalza, que constituye su carisma.
La gracia de la
humildad
Hablando espontáneamente y refiriéndose a la humildad,
el Papa Francisco recordó a un religioso que era muy vanidoso – si bien aún
vive – a quien sus superiores siempre le decían: "Pero usted debe
ser más humilde, más humilde...". Y al final, este religioso
dijo: "Haré treinta días de ejercicios para que el Señor me
conceda la gracia de la humildad". Y cuando regresó, dijo: "¡Gracias
a Dios! ¡Yo era tan vanidoso, tan vanidoso, pero después de los ejercicios he
vencido todas mis pasiones!”. De manera que – recordó Francisco – este
religioso había encontrado la "humildad".
Caminar en
Cristo vivo
Por último el Santo Padre dijo a estos queridos
hermanos que haciendo memoria de su camino, o del camino que el Señor les ha
hecho recorrer, se comprende plenamente este “Año del Carisma” que – agregó
– “no es algo auto-referencial, no, esto no debe ser
auto-referencial de una comunidad viva que quiere caminar con el Cristo vivo,
esto es lo que ustedes quieren, no es una auto-referencialidad, sino el deseo
de caminar en Cristo, en Cristo vivo”.
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
Vatican News