La
historia de dos personas de Ucrania que descubrieron a Dios y a sí mismos en
Roma
Viktoria: de ninguna
religión al ejército
El
padre de Viktoria era comunista. Por eso ella creció sin religión. "Mis
padres no me enseñaron a rezar", recuerda. "Cuando fui a trabajar a
una fábrica, una amiga me dio una carta con la escritura 'El Padre Nuestro' y
me aconsejó que la leyera antes de ir a dormir. Era la única oración que
conocía”.
En
1995, Viktoria deja la fábrica y se alista en el ejército. Se convierte en
oficial, su tarea es impedir que la gente entre en la base militar. Pero su voz
no es lo suficientemente autoritaria y por eso para ella es difícil y
estresante integrarse en el estilo de vida militar.
Maksym: del ejército a la
religión
El
tío de Maksym es coronel. Está a cargo del regimiento de helicópteros. Por esta
razón, Maksym se siente a gusto en el ejército. Cuando me preguntaron qué
quería hacer – dice – dije que quería volar como mi tío. Pero mis padres
estaban tan asustados que me convencieron a que fuera por doquier, pero que no
trabajara en la aviación”.
Así
que Maksym entra en el Departamento de Inteligencia de Artillería. En su cuarto
año de estudios comienza a hacer amistad con los capellanes militares.
"Los capellanes son personas muy interesantes", revela. "Iba
con uno de ellos al orfanato. Era como un soplo de aire fresco después
del duro mundo militar. Un momento de profundo descubrimiento de sí mismo para
Maksym llega cuando asiste por primera vez a una liturgia de la iglesia.
"Era tan profundo, tan conmovedor. No entendía lo que se decía, pero era
fascinante e impresionante”.
Viktoria: el camino hacia
Roma
En
el año 2000 Viktoria llega a Roma. En Ucrania dejó a su hija Katerina con la
abuela. Viktoria no habla italiano, pero necesita ganar dinero para mandar a
Katerina a la escuela. En Roma conoce a María, que le propone que haga venir
también a su hija a Italia. Katerina se une a su madre, pero las cosas no
funcionan según lo planeado. "Al principio no quería estar aquí",
relata Viktoria. "No fue aceptada en la escuela. Faltaban unos
documentos". Madre e hija empiezan a trabajar como niñeras para dos
familias diferentes. Sus vidas se separan.
"Cuando
llegué a Roma, María me dio un libro de oraciones que comencé a estudiar",
recuerda Viktoria. "Me gustaba especialmente la oración para los niños y
la recitaba todas las noches”. Cuando tiene el fin de semana libre, Viktoria va
a pie a la Basílica de Santa María Mayor allí reza hasta altas horas de la
noche. Sus oraciones son siempre por su hija Katerina.
Maksym: el camino al
sacerdocio
También
Maksym reza. Orar es una novedad para él. Reza sobre todo para entender qué
hacer con su vida. Ya no está seguro de querer quedarse en el ejército. Al
final, toma una decisión importante: se confiesa y recibe la comunión por
primera vez.
"Recuerdo
el momento en que decidí entrar en el seminario. Fue un shock para mis
parientes, mis comandantes y amigos”. "Me sentí tan feliz y en paz",
relata. "Entré en una relación cada vez más profunda con Dios. Fue una
profunda conversión personal”. Después de lo que él llama "un ambiente
militar desordenado", Maksym dice que se siente libre: "He tenido la
oportunidad de crecer, podía hacer una elección”. Descubre la psicología en el
seminario. "Me interesaba porque me daba una mejor comprensión de mí
mismo, la oportunidad de reconocer espiritualmente mi vocación”.
Viktoria: encontrar un
hogar lejos de casa
Con
la ayuda de María, Viktoria y su hija comienzan a ir a la iglesia cada domingo.
Frecuentan la parroquia ucraniana en el centro de Roma, en la zona de Madonna
dei Monti. Allí se encuentran con los numerosos miembros de la diáspora
ucraniana en la ciudad: pueden hablar, compartir noticias de casa, festejar
juntos e incluso participar en los "vertepes", una forma típicamente
ucraniana de teatro de marionetas que se representa en Navidad.
“Nuestros
familiares están lejos", dice Viktoria, "así que es la comunidad
parroquial la que nos mantiene unidos". En Navidad preparamos una cena
ucraniana para 20-30 personas juntas en la misma casa”. Hay tantos ucranianos
que viven y trabajan en Roma, que incluso tuvieron una audiencia con el Papa.
Viktoria nos muestra con orgullo la fotografía del encuentro con Francisco.
Maksym: encontrar una
vocación dentro de la vocación
Maksym
no quería ser ordenado sacerdote inmediatamente. Todavía estaba demasiado
fascinado por la psicología: una vocación en su vocación. Estudia en la
Pontificia Universidad Salesiana de Roma y vive en el Pontificio Colegio Griego
de San Atanasio. "Fue una oportunidad para estudiar en una universidad
donde hay muchas nacionalidades", revela. En casa, Maksym sólo había
conocido la Iglesia greco-católica ucraniana. "Luego -dice- conocí la
Iglesia Romana y mi visión espiritual se amplió. Vi el ejemplo de una Iglesia
abierta a la gente, una Iglesia accesible".
Maksym
considera que las disciplinas teológicas pueden ser más bien teóricas y
filosóficas. Según él, la psicología es diferente, es muy práctica, toca la
"realidad psicoespiritual" de la gente. "La psicología abre la
puerta a personas que no están en la Iglesia y que tienen dificultades en la
vida", continúa. "Proporciona herramientas, conocimientos y enfoques
para comunicarse con ellos”. Maksym piensa que la teología y la psicología
pueden combinarse de manera práctica. Por eso tiene la intención de ejercer
contemporáneamente ambas vocaciones "para dedicarse a la psicoterapia como
terapeuta, y a la Iglesia como sacerdote". En Roma dice que ha conocido a
gente que puede combinar ambas cosas con éxito.
Viktoria: el poder de la
oración
Las
oraciones de Viktoria por su hija han sido escuchadas. Katerina tiene nuevas
amistades y descubre una nueva pasión: las artes marciales. Se gana un cinturón
negro en Taekwondo. Actualmente da cursos para niños y planea abrir nuevas
secciones de formación. Katerina también se graduó en psicología en la
Universidad Católica de Roma Santa María Assunta. En la primera página de su tesis
escribe: "¡Mamá, lo logramos juntas! Viktoria está convencida de que
descubrió la fe en Roma. La gente que conoció la ayudó a acercarse a su hija y
a Dios. Pero, al final, es el poder de la oración lo que hace la diferencia.
"Creo que la oración es una gran fuerza", concluye Viktoria.
"Cuando rezas, Dios te escucha.
Maksym: vivir con Dios
Maksym
también cree que estar en Roma ha influido mucho en su vocación. "Durante
mis estudios, comencé a sentirme mucho más entusiasmado de mi búsqueda
personal", dice. "Roma me ha ayudado a desarrollar ulteriormente mi
espiritualidad y a reafirmarme en mi verdadera vocación”.
Es
en Roma donde Maksym afirma que ha descubierto sus valores fundamentales:
"para vivir con Dios... como persona".
De Natalia Kindrativ e
Irynka Hromotska
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