MIEDOS Y SUEÑOS

La primera clave para acoger a los migrantes es tener en cuenta que «no se trata solo de migrantes, también se trata de nuestros miedos»

Caravana de hondureños en la frontera con México. Foto; EP
Hay muchas mentiras sobre los inmigrantes que se vuelven virales, y fantasmales, escribe el director del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal en el primero de una serie de artículos ante la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado del próximo 29 de septiembre.

En su mensaje por la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado que se celebrará el 29 de septiembre de 2019, el Papa Francisco ofreció siete claves para acoger e integrar a los migrantes en todo el mundo encajadas en el lema «No se trata solo de migrantes». Las vamos a ir desgranando estas siete semanas hasta el último domingo de septiembre. 

La primera clave para acoger a los migrantes es tener en cuenta que «no se trata solo de migrantes, también se trata de nuestros miedos. La maldad y la fealdad de nuestro tiempo acrecienta nuestro miedo a los “otros”, a los desconocidos, a los marginados, a los forasteros».

El problema, dice el Papa Francisco, «no es el hecho de tener dudas y sentir miedo. El problema es cuandoesas dudas y esos miedos condicionan nuestra forma de pensar y de actuarhasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas. El miedo nos priva así del deseo y de la capacidad de encuentro con el otro, con aquel que es diferente; nos priva de una oportunidad de encuentro con el Seño»”.

1.- Nuestros miedos son los de este lado de la valla.

Hay muchas mentiras sobre los inmigrantes que se vuelven virales, y fantasmales. Las coherentes respuestas de las instituciones de Iglesia intentando desmontar prejuicios y estereotipos sobre los inmigrantes apenas son una gota en el océano luchando contra las tormentas acumuladas y mantenidas en sentido contrario (por desgracia ya extendidas también en no pocas comunidades, instituciones y personas que “dicen” vivir los valores cristianos o ser alimentado por ellos al menos).

Se actúa así por intereses políticos y/o económicos normalmente utilizando una información verosímil –no necesariamente verdadera, casi siempre falsa– y usarla contra el «enemigo» que, cuando trata de defenderse, termina propagando la mentira. Son las técnicas de la “negative campaigning” que no deja escapatoria a la víctima, puesto que se basa en el estudio de los temores y en la facilidad para instrumentalizarlos. La iluminación que la alimenta en un ejemplo concreto contrastado en las recientes elecciones en España es la siguiente: para ganar votos en las elecciones, «¿qué sentido tiene ocuparse de las causas de los miedos y tratar de resolverlos, cuando es infinitamente más fácil crearlos y alimentarlos?».

Lo ha escrito así recientemente Roberto Saviano el gran investigador de las mafias italianas. Y así el Papa por ejemplo –insisto desde posturas católicas también– es acusado de favorecer invasiones, inmiscuirse groseramente en las políticas de los países que adoptan medidas irracionales y agresivas contra los emigrantes cuando lo único que propone es el evangelio radical. Pero no nos engañemos, que no son tanto los «medios» que nos faltan sino los «miedos» que nos sobran.

Recordad al menos a Mateo 25 con el mandato de Jesús de acoger al forastero (solo puedo acoger al OTRO –con mayúsculas–, cuando soy capaz de acoger a los “otros” con minúscula). Acogerlos, protegerlos, defenderlos e integrarlos como quiere el Papa supone una   «desestabilización» al menos, de los pensamientos y las referencias que tenemos dentro de nosotros. Nos colocamos al intemperie y desnudos. Pero ¿hay icono más adorado en los cristianos que el de Cristo desnudo en la Cruz?

Se trata, por tanto, de reflexionar juntos sobre la experiencia del encuentro de los migrantes y la memoria comunitaria que llevamos dentro, de manera más o menos consciente. Esta memoria está habitada por miedos y alegrías que, en cierto sentido, nos preocupan, porque son las huellas de un pasado que siempre está presente en nosotros.

Es verdad: es necesario gestionar bien la diversidad porque el miedo nos recuerda que ellos no pertenecen a nuestra familia, a nuestra historia y nos hacen sufrir al escuchar su propia historia que nos parece aún más lejana, no necesariamente expresándose con nuestra propia experiencia. El reto, a partir de ahí, para la misericordia con el emigrantes, para sentir  el latido de su corazón en el nuestro, es comprobar nuestra identificación con Cristo, Señor, pero a la vez pobre y humillado que quiso encarnarse radicalmente en nuestra realidad humana.

Los políticos que se dicen cristianos deberían pensar la traducción política del evangelio sin echar agua al vino con el fácil recurso de que a quienes lo intentan les tachen de buenismos. Porque también se trata de estar atentos a los otros miedos a los que hay que estar atentos. Lo ha recordado recientemente el Papa: «El soberanismo es una actitud de aislamiento. Estoy preocupado porque escuchamos discursos que se parecen a los de Hitler en 1934. “Primero nosotros. Nosotros... nosotros...': estos son pensamientos aterradores», dijo el Pontífice.

2.- Y ¿qué pasa con los del otro lado de la valla?

Si de este lado son los miedos quienes dominan la gestión, del otro lado sol «los sueños» quienes movilizan a los desplazados, refugiados, migrantes… Solo se mueven por instinto de vida y ansias de libertad. Como tú y como yo. Y pobres de nosotros si los miedos destrozan nuestros sueños… Ya lo decía Eduardo Galeano: El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed.

José Luis Pinilla Martin S.J.
Director de la Comisión Episcopal de Migraciones

Fuente: Alfa y Omega