Los que
quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer
los escritos de San Bernardo
"Al
conocer lo que Dios nos ha dado, encontraremos muchísimas cosas por las que dar
gracias continuamente". San Bernardo
...sobre
la necesidad de acudir a la Stma. Virgen:
-Si
se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las
tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: invoca a María!.
Si
te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a
la estrella, invoca a María!
Si
la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca
de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella: invoca a María!
Si
ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios,
te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una
mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios.
En
medio de tus peligros, de tus angustia, de tus dudas, piensa en María, invoca a
María!
El
pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se parten nunca ni de tu
corazón ni de tus labios. Y para estar más seguro de su protección no te
olvides de imitar sus ejemplos. Siguiéndola no te pierdes en el camino!
¡Implorándola
no te desesperarás! ¡Pensando en Ella no te descarriarás!
Si
Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que
temer.
¡Bajo
su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la
Patria Celestial!
Acordaos, Oh piadosa
Virgen María, que jamás se ha
oído decir que ninguno de los
que han acudido a Vos,
implorado tu asistencia
y reclamado vuestro socorro,
haya sido abandonado de Vos.
Virgen María, que jamás se ha
oído decir que ninguno de los
que han acudido a Vos,
implorado tu asistencia
y reclamado vuestro socorro,
haya sido abandonado de Vos.
Animado con esta confianza,
a Vos también acudo,
Oh Virgen Madre de las vírgenes,
y aunque gimiendo
bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a comparecer
ante vuestra presencia soberana.
a Vos también acudo,
Oh Virgen Madre de las vírgenes,
y aunque gimiendo
bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a comparecer
ante vuestra presencia soberana.
No desechéis, OH Madre de Dios,
mis humildes súplicas;
antes bien, escuchadlas y
atendedlas favorablemente.
Amén
mis humildes súplicas;
antes bien, escuchadlas y
atendedlas favorablemente.
Amén
Fuente: ACI