Con ese acercamiento paulatino a Jesús, Remedios fue conociéndole más y más “y si le conoces, le quieres, porque Él es todo amor y si te abres un poco te lo da todo”
Remedios
Vizcarro tiene 25 años y estudiaba 3º de Enfermería en la Universidad Católica
de Ávila (UCAV), pero el pasado febrero decidió dejarlo todo y entrar como
religiosa de clausura en el convento de las Carmelitas de Zarauz, Guipúzcoa
(España).
Según cuenta
Remedios en un vídeo realizado por la UCAV, ella llegó a España hace seis años
procedente de Guinea Ecuatorial, enviada por sus padres para estudiar una
carrera.
“Yo no
quería estudiar una carrera. El primer año en España, sola en un piso, me ‘desmelené’
(…). En Madrid hice un módulo de laboratorio y no iba a Misa, era todo fiesta”,
explica.
Cuando
terminó esa formación en laboratorio en Madrid, Remedios se trasladó a la
ciudad de Ávila para cursar la carrera de Enfermería en la UCAV, en donde comenzó
a participar de las actividades que organizaba el grupo de misiones de la
universidad.
“Ahí mi
acercamiento a Dios fue creciendo. Yo no iba a Misa en Madrid, pero en Ávila sí
porque en el grupo de misiones tienes que ir a Misa antes de hacer la misión.
Mi abuela me había inculcado ir a Misa, pero con mis padres solo íbamos en las
fiestas importantes, y poco más”, explica la joven.
Con ese acercamiento paulatino a Jesús, Remedios fue conociéndole más y más “y
si le conoces, le quieres, porque Él es todo amor y si te abres un poco te lo
da todo”.
Remedios
explica que ella nunca había visitado un convento de clausura hasta que llegó a
España. “Fui al [convento] de la Encarnación, no conocía a las monjas de
clausura, pero cuando entré me vino un sentimiento, un despertar, y supe que
algo tenía que ver conmigo. Pero le dije al Señor, 'no me líes la cabeza, que
lo tengo todo pensado'. Porque mis planes eran terminar enfermería y estaba
conociendo a un chico muy guapo, y una ya tiene en la cabeza la casa en la
playa y los hijos preciosos. Por eso le decía a Dios, ‘quita, quita, que no
quiero ser monja’”, precisa.
Después de
ese momento, Remedios continuó con su vida y con el grupo de misiones de la
universidad que posteriormente organizó un viaje a Chile.
“Antes de
irnos de misiones a Chile fuimos a visitar a las monjas del convento de San
José, que son de clausura para pedirles oraciones. Allí había una chica que
había entrado hace muy poco y que tenía 22 años. La verdad me impactó mucho
porque pensaba: '¿Qué hace ahí dentro?'. Pero fue muy bonito porque vi a esa
chica de 22 años y es casi imposible creerlo. Pero yo me callé porque sabía que
la vocación la llevaba dentro, pero si no lo dices sólo lo sabe el Señor y tú.
Así que me fui de misiones a Chile”, recuerda.
En esos días
en Chile, Remedios se encontró con el dolor y la miseria material y espiritual
y comenzó a ver a Jesucristo en cada una de esas personas que sufrían.
“En la
carrera de enfermería das tu vida a los demás, pero ¿cuántas personas puedes cuidar?
¿Y las que no puedo cuidar? ¿Y las que están en esa parte del mundo que no voy
a ver nunca, cómo las voy a cuidar?”, se preguntaba.
Como parte de las misiones en Chile que realizaron, el grupo fue a ver a las
religiosas de clausura de Santa Teresa de los Andes y allí todo cambió. “Me di
cuenta que ya pertenecía, que yo estaba dentro y me veía al otro lado de la
reja. Vi que era evidente, porque lo que hacen ellas es rezar por todo el mundo
porque no puedo cuidar
de todo el mundo pero sí puedo rezar por él. Dios lo hace todo, si
le pido por la humanidad Él puede hacerlo, y eso es lo que yo quiero. Y le dije
al Señor que sí”, explica.
Aunque antes
de ir a Chile Remedios había comenzado una relación con un joven “alto, de
1.85, ingeniero, que jugaba al baloncesto”, ella sabía que estaba llamada
a “otra cosa, quería ser misionera y no podía mantener una familia y salir
fuera a cuidar a la gente. No podía repartirme en dos”. Finalmente, a la vuelta
de la misión, terminó su relación con el chico.
Remedios también
explica en el vídeo que a pesar de que había estado en contacto durante muchos
años con las Cruzadas de Santa María, un instituto secular femenino muy
presente en la UCAV, nunca tuvo “ganas” de ser cruzada, pero con las carmelitas
le bastó un par de encuentros.
“Y eso que
es bastante radical porque yo soy una chica que le gusta la moda, llevar
tacones, arreglarse y allí no haré nada de esto, pero estoy feliz y encantada
de dejarlo todo por el Señor”, asegura.
Remedios
entró en el convento de las carmelitas de Zarauz en febrero de 2019, tras
esperar seis meses y antes de terminar la carrera de enfermería porque, según
explicó, “cada uno se conoce, y las cosas del mundo me tiran mucho, la moda, la
fiesta… Tengo que empezar ya, porque como lo deje pasar se me va a ir, y no
quiero levantarme dentro de dos años y pensar ¿qué he hecho con mi vida? Y no
ser feliz”.
Fuente: ACI