20 Domingo Tiempo Ordinario (Ciclo C)
MONICIÓN DE ENTRADA
Buenos
días, sed bienvenidos a la celebración del Dia del Señor.
El
tiempo pasa y el verano avanza; parecería que la rutina se apodera de un
periodo de nuestra vida que suponemos extraordinario.
No
hay de qué preocuparse. La celebración dominical nos recuerda que el Señor está
siempre con nosotros; que Él nos acompaña y su presencia es lo que hace de
nuestro vivir algo maravilloso.
Dispongámonos
a celebrar con fe y alegría esta Eucaristía en la que, un domingo más, Jesús se
nos entrega como compañía.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
A
veces, las imágenes que nos hacemos de Jesús falsean su misón e identidad.
Para
salir de esos prejucios que nos alejan de quien es nuestro Maestro y Señor, lo
mejor es escuchar su Palabra, dejarnos sorprender por ella y, si llega el caso,
incluso escandalizarnos un poco de lo que nos dice.
Hoy,
justamente, las lecturas que nos propone la Liturgia tienen el poder de
revelarnos algo nuevo sobre Jesús y de crear en nosotros unas disposiciones que
habitualmente no tenemos.
Estemos
atentos a la Palabra que el Señor nos dirige.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A
cada suplica respondemos: ¡Señor, escucha nuestra oración!
-
Por el Pueblo santo de Dios, para que fiel al bautismo recibido dé testimonio
del Evangelio en medio del mundo. OREMOS.
-
Por los dirigentes de las naciones, para que busquen la concordia entre sus
pueblos.OREMOS.
-
Por los enfermos e impedidos, para que su dolor y sufrimiento les sirva para
madurar humana y cristianamente. OREMOS.
-
Por los niños, adolescentes y jóvenes, para que no pierdan el camino de su vida
y lleguen a ser personas provechosas para la sociedad. OREMOS.
-
Por los que pasan por dificultades económicas, para que no desesperen y
encuentren un trabajo que les ayude a salir de esa situación. OREMOS
-
Por nosotros, que nos hemos reunido a celebra el Día del Señor, para que en
nuestra vida ordinaria seamos coherentes con nuestra fe. OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Gracias,
Señor, Jesús,
porque
por tu entrega pascual
has
hecho que el fuego de amor del Padre
prenda
en la tierra.
Sí,
porque al difundir tu Espíritu,
has
hecho que los corazones de los hombres
puedan
apasionarse por su Reino.
Señor,
Hijo de Padre y Hermano nuestro,
Tú
que conoces nuestra debilidad
y
el poder que sobre nosotros ejerce el pecado,
te
pedimos que tu amor penetre dentro de nosotros:
que
él acrisole nuestro corazón,
nos
purifique de cualquier egoismo
y
nos fortalezca en tu servicio.
Señor,
tenemos que confesarte,
que
nos asusta los conflictos que tenemos
al
seguir tus huellas y al pronunciar tu nombre.
Danos
valentía para ser tus testigos,
libertad
para, a tiempo y a destiempo,
anunciar
la buena noticia de tu Evangelio,
y
caridad para, en la vida ordinaria,
ser
testigos del amor que existe entre Tú y el Padre.
Amén.