“En el aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Maximiliano Kolbe nos insta a confesar: Dios es el Todopoderoso, a quien todos deben someterse hoy por la paz y la unidad en nuestro mundo”
Campo del Bloque 11 de Auschwitz, donde se celebró la Misa
por el 78 aniversario de la muerte de San Maximiliano Kolbe
Crédito: Auschwitz Memorial
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Este
14 de agosto se celebró una Misa en el antiguo campo de concentración nazi en
Auschwitz (Polonia), para recordar el 78 aniversario de la muerte de San
Maximiliano Kolbe, el sacerdote franciscano que sacrificó su vida para salvar a
un prisionero condenado a muerte.
Según
el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, el 14 de agosto de 1941 Kolbe fue
asesinado con inyección de fenol dentro del bunker de inanición en el Bloque
11.
Kolbe
había sido deportado al Campo de Auschwitz el 28 de mayo de 1941. Dos meses
después ofreció su vida por un prisionero desconocido para él, Franciszek
Gajowniczek, que había sido escogido como uno de los diez presos que debían
morir de hambre en represalia por la fuga de otro prisionero.
Gajowniczek
sobrevivió al campo y murió en 1995, relata el museo en una publicación del 14 de agosto.
La
Eucaristía en memoria de San Maximiliano fue celebrada este miércoles ante
cientos de personas por el Arzobispo Metropolitano de Cracovia, Mons. Marek
Jędraszewski, en un altar que se erigió el campo del Bloque 11 de Auschwitz. En
la celebración también participaron el Arzobispo de Bamberg (Alemania), Mons.
Ludwig Schick, y el administrador apostólico en Uzbekistán, Mons. Jerzy
Maculewicz, entre otros.
Previamente, el clero se
acercó a una pared, conocida como la “pared de la muerte”, para colocar ramos
de flores en honor a los fallecidos en el campo. Luego rezaron en la celda
donde murió San Maximiliano Kolbe.
Según la Conferencia
Episcopal de Polonia, el inicio de su homilía Mons.
Jędraszewski reconoció que su país tiene “tumbas” y “cruces”, como las de San
Maximiliano Kolbe, que dan testimonio de la memoria y el sufrimiento, pero que
también brindan esperanza de resurrección y victoria.
“El campo de concentración de
Auschwitz fue un lugar de rechazo de Dios: La convicción de muchos de que Dios
no existe, se debe a la existencia de un infierno como Auschwitz. Frente a este
rechazo multifacético que constituye la realidad del campamento, el Padre
Maximiliano Kolbe aparece como testigo”, dijo el Prelado.
El Arzobispo señaló que San
Maximiliano también es testigo de la familia por haber defendido la vida de
Franciszek Gajowniczek.
“El Padre Maximiliano escuchó
a Cristo, él era de la verdad de Dios, de la verdad de Cristo. Dio testimonio
de su Maestro y Señor. Al morir, testificó de su fe en un Dios que es amor y da
esperanza para la vida eterna”, aseguró.
El Arzobispo también resaltó
que después de 78 años, “aunque no hay tumbas, cruces y reliquias del santo, la
memoria permanece”, y su patrimonio “es sobre todo una victoria del amor sobre
el odio”.
Otra característica de San
Maximiliano reconocida por el Arzobispo Metropolitano de Cracovia fue su
enseñanza y respeto de la libertad.
“La libertad auténtica no es
libertad absoluta reducida al eslogan: ‘Haz lo que quieras’. La libertad debe
ser una realidad penetrada por la razón, de acuerdo con lo que la ley natural
nos dice en nuestros corazones: Haz el bien y evita el mal. Solo esa libertad
es la auténtica”, explicó.
Antes de la bendición final,
en nombre del Episcopado alemán habló Mons. Schick, quien agradeció la
oportunidad de participar en la celebración. Luego se dirigió a los dirigentes
políticos para recordarles su deber ante Dios.
“En el aniversario del
comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Maximiliano Kolbe nos insta a confesar:
Dios es el Todopoderoso, a quien todos deben someterse hoy por la paz y la
unidad en nuestro mundo”, expresó Mons.
Schick.
Fuente: ACI