El papa Francisco ha recurrido ya a este tipo de beatificación
4 veces, descubre por qué
Polonia acogió este sábado la beatificación de Michal Giedroyc, un monje del siglo XV. Una beatificación muy rara porque el polaco no había realizado milagro. El papa Francisco ha recurrido ya a este tipo de beatificación 4 veces, descubre por qué
Polonia acogió este sábado en
Cracovia, al sur del país, la beatificación de Michal Gedroyc, un monje polaco
de origen lituano que vivió en el siglo XV.
La ceremonia
estuvo presidida por el cardenal Angelo Becciù, prefecto de la Congregación
para las Causas de los Santos. En realidad, Michal Giedroyc ya había sido
reconocido “beato” el 7 de noviembre de 2018, con un decreto promulgado por el
papa Francisco que reconocía las virtudes heroicas del monje y confirmaba el
culto que se le había prestado desde “tiempo inmemorial”.
Este camino
de beatificación, muy raro, que no descansa sobre un milagro, lleva un adjetivo
impronunciable: “equipolente”.
¿Qué es una beatificación equivalente?
Este es un caso raro en la historia de la
Iglesia porque se establece sin el reconocimiento previo de un milagro. Se
justifica cuando los beatificados son muy famosos y se benefician de un culto
local muy antiguo.
Este
procedimiento data del siglo XVIII y fue codificado por el papa Benedicto XIV
en su obra De Servorum Dei beatificazione y Beatorum canonizatione.
Hasta ahora,
el papa Francisco lo ha usado cuatro veces. En 2013 para Ángela de Foligno, y
luego en 2014 para José de Anchieta, Francisco de Laval y María de la
Encarnación.
El nuevo beatificado de esta manera, Michal
Giedroyc, nació en una familia principesca en 1420. Con una salud muy frágil y
una gran desventaja, Michal abandonó las recepciones mundanas desde su
adolescencia para cuidar de los pobres y los enfermos.
En 1460,
entró en la Orden de San Agustín en Cracovia. A pesar de su conocimiento
teológico y sus grandes habilidades de predicación, se negó a ser ordenado
sacerdote, ya que no quería que su discapacidad pesara sobre los demás.
Por encima de
todo, se sentía indigno del sacerdocio. Por lo
tanto, eligió ser el modesto sacristán de la
Iglesia de San Marcos de Cracovia, donde hoy se encuentran sus reliquias.
Servir con humildad, amor y sacrificio
junto a los sacerdotes y los fieles, los pobres y los enfermos, se encontraba en el corazón de su
vocación.
Agotado por
un estilo de vida austero, murió en 1485 mientras rezaba de rodillas rodeado de
hermanos de su comunidad.
Gradualmente,
su reputación de santidad creció y muchos fieles visitan su tumba. Se han
comunicado incalculables gracias y curaciones obtenidas por su intercesión: una
razón innegable para que el papa Francisco beatifique a Michal Giedroyc por
esta extraordinaria forma de “beatificación equivalente”.
Marzena Wilkanowicz-Devoud
Fuente: Aleteia