Limpieza
intensiva
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Una
de las tardes en que ha hecho un sol radiante, salí a la huerta. En el
Noviciado tenían unas sillas de plástico que, con el vendaval de estos días, se
habían llenado de polvo y basura de los árboles. Como iba bien de tiempo, me
animé a limpiarlas.
Allí
cerca había un trapo viejo, que usamos para estas ocasiones. Solo me faltaba un
poco de agua.
Me
acerqué a la boca de riego, que aún no tiene puesta la manguera. ¡Ahí tenía el
“grifo” que necesitaba!
Conociendo
la potencia del motor, tuve muchísimo cuidado de posicionarme detrás de la boca
de riego. ¡Aún no hay suficiente temperatura como para andar empapándose! Abrí
la manivela y pude comprobar que los rigores del invierno habían dejado la
llave de paso muy perjudicada. Resulta que el tubo se había rajado. O, en otras
palabras, ¡el agua salía por delante y por detrás! Me salió, literalmente, “el
tiro por la culata”, ¡¡y me calé hasta los huesos!!
Al
cambiarme la ropa tras mi improvisada ducha, me reía de la situación: era una
magnífica demostración gráfica de que, lo que das, ¡es lo que recibes!
En
efecto, todos tenemos nuestro tubo “rajado”. Y, como en la boca de riego, lo
que decimos a los demás, el agua que sale de nuestra boca, también nos empapa a
nosotros. Aunque nos posicionemos detrás, ¡cada palabra nos afecta!
¿Y
tú? ¿Con qué palabras riegas a tu alrededor? Un lenguaje fuerte o agresivo,
provoca un ambiente gris en el otro... ¡y en tu corazón! Sin embargo, palabras
de ánimo o de reconocimiento, ¡pueden volver luminoso el día más oscuro! Para
el otro, ¡y para ti!
La
clave está en que hay una única tubería, tienes un solo corazón. “De lo que
rebosa el corazón, habla la boca”, así pues, ¡lo fundamental es qué agua llena
tu tubería!
En
Cristo siempre encontrarás una palabra amiga, una palabra de amor. Deja que Sus
palabras llenen tu corazón, ¡y que sea Él quien hable a través de tu boca! Si
das la mano a Cristo y apuestas por amar a los demás, ¡tú serás el primer
beneficiado!
“Coloca,
Señor una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios” (salmo
141).
Hoy
el reto del amor es cuidar tu boca. ¿Que llevarán hoy tus tuberías? Recuerda
que, con lo que riegues a los demás, ¡te salpicará a ti! Dale la mano a Cristo,
¡y hoy ama con tus palabras! ¡Que todo tu alrededor quede empapado de Su amor!
¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
