Las
huellas del delito
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Al
final de la tarde fui a merendar, sin embargo, cuando llegué, ¡ya habían
quitado el carrito!
Pero,
en una mesa auxiliar, ¡estaba la tarta de tiramisú que nos habían regalado el
día anterior!
La
hermana se había olvidado de guardarla, pues había recogido los platos, las
cucharitas... pero ahí estaba la tarta con su cuchillo.
Tras
comprobar que podía cogerla con los dedos sin que se rompiera, corté un buen
pedazo.
-¡¡Mmmmmm...!!
-pensé cerrando ojos para degustarla mejor- ¡¡Qué rica está!! ¡Deliciosa!
Me
sentía a un paso del Paraíso. Y, cuando abrí los ojos, a punto estuve de ir
realmente al más allá... de infarto.
¿Sabes
que la tarta de tiramisú, por encima, lleva cacao en polvo? Pues se me había
“espolvoreado” por todo el escapulario blanco. ¡Ahora iba de negro!
Como
un torbellino me abalancé hacia el lavabo más cercano, dispuesta a lavarme el
escapulario a toda prisa: ¡solo quedaban unos minutos para Vísperas!
Afortunadamente, el Señor me iluminó:
-¡Espera!
-pensé de golpe- Si echo agua... ¡voy a preparar un batido de lo más estupendo!
¡Me destrozo el hábito!
Cogí
una toalla seca y, con unos golpecitos y un par de soplidos, ¡todo quedó en un
susto! El cacao en polvo desapareció y ¡volví a lucir mi blanco hábito de
dominica!
En
la oración caí en la cuenta de lo sucedido: ¡si no hay agua, el cacao no se
agarra, se lo lleva el viento!
Efectivamente,
el Señor nos creó “del polvo de la tierra”. Somos muy poquita cosa, en nuestras
familias y comunidades no faltan pobrezas, debilidad... El viento de la
división amenaza continuamente con dispersarnos.
¿Cuál
es la clave? ¡¡El agua!!
Jesucristo
es el Agua Viva. Él es quien logra la unidad de nuestros corazones. Él
convierte los diminutos granitos de cacao, ¡en un batido capaz de cambiar de
color el mundo, impregnando hasta el último hilo!
No
sé si Jesucristo es goloso. Él habla de que somos “la sal de la tierra”, pero,
¿por qué no pensar que somos también como el cacao? Nuestra misión es dar sabor
a nuestro alrededor... ¡y cambiar la realidad de color!
Hoy
el reto del amor es poner más Agua en tu familia, en tu comunidad de fe. Para
ello, te invito a que hoy ores por cada uno de los tuyos, con su nombre, y, en
ese rato de oración, pídele al Señor poder verles como Él les ve: descubre al
menos una cosa buena en cada hermano que camina contigo. ¡Verás que tu batido
es más dulce de lo que pensabas! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma