El
Pontífice recibió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a la Guardia
Suiza Pontificia antes de la ceremonia del lunes 6 de mayo en que jurarán
veintitrés nuevos reclutas
“Queridos amigos de la Guardia Suiza, me
complace darles la bienvenida y saludar cordialmente a cada uno de ustedes, a
sus familiares, a sus amigos, a las autoridades y a todos los que han querido
participar en estos días de celebración. A todos ustedes, queridos Guardias,
les renuevo mi sincero agradecimiento por su valioso y generoso servicio al
Papa y a la Iglesia”.
Con
estas palabras el Santo Padre comenzó el discurso que
les dirigió esta mañana con ocasión del inminente juramento de veintitrés
nuevos reclutas que tendrá lugar el próximo lunes 6 de mayo a las 17.00 en el
Patio de San Dámaso.
Dedicación,
profesionalidad y amor de la Guardia Suiza
Francisco
destacó que cada día puede experimentar personalmente la dedicación,
profesionalidad y amor con el que llevan a cabo su actividad, razón por la cual
les dio las gracias y agradeció, de manera especial a sus familias, que han
aceptado amablemente su elección de vivir este servicio en la Ciudad del
Vaticano y los apoyan con su afecto y sus oraciones.
Teniendo
en cuenta que su fiesta este año cae en el corazón del tiempo pascual, durante
el cual la Iglesia nos invita a celebrar la belleza de la Pascua, a revivir la
Resurrección de Jesús, el Pontífice se preguntó cómo pueden ellos revivir
fructuosamente este maravilloso evento. Y respondió que pueden hacerlo
convirtiéndose en testigos de Cristo resucitado. A lo que explicó: “Se trata de
hacer actual el anuncio de la alegría de la Pascua, difundiendo la cultura de
la resurrección, especialmente en aquellos contextos existenciales en los que
prevalecía la cultura de la muerte.
Iluminar a quienes yacen
en los sepulcros del dolor
Y
de hecho el Papa Bergoglio les dijo que también a ellos les sucede que se
encuentran, tanto durante su servicio en el Vaticano como durante el tiempo que
transcurren en Roma, con gente que yace en los “sepulcros” contemporáneos del
dolor, del desconcierto y del malestar, que espera una luz que la haga renacer
a una nueva vida.
Dar consuelo y gestos de
fraternidad
Por
esta razón el Obispo de Roma los exhortó a llevarles a estas personas una
palabra de consuelo y un gesto de fraternidad, para que se conviertan en
testigos convincentes de Cristo resucitado, vivo y presente en todos los
tiempos. A la vez que les dijo que de este modo, vivirán su vocación cristiana
de manera fecunda, enraizada en el Bautismo que es el origen de la fe.
Testimoniar su fe con
alegría
El
Pontífice también destacó que durante su estancia en Roma, los Guardias suizos
están llamados a dar testimonio de su fe con alegría, a fin de que las muchas
personas con las que se encuentran, especialmente en los ingresos de la Ciudad
del Vaticano, queden impresionadas por el espíritu con el que desarrollan su
trabajo. “Les pido a cada uno de ustedes – les dijo Francisco –que hagan de
manera que cuantos encuentren en su servicio diario, los miembros de la Curia,
los colegas que trabajan en las diversas áreas del Vaticano, los peregrinos o
los turistas, también puedan descubrir el amor de Dios por toda persona. Sí,
porque como afirmó el Papa, “ésta es la primera misión de todo cristiano”.
Ser fuertes, sostenidos
por la fe en Cristo
Además
Francisco les recordó que “es necesario ser fuertes, sostenidos por la fe en
Cristo, nuestro Salvador”. Y que es necesario “ser testigos y apóstoles de
renovación personal y comunitaria, porque la gente espera de los que están al
servicio de la Santa Sede una dedicación total y la santidad de vida, que
pueden lograr tanto a través de su servicio como a través de la experiencia
comunitaria”. Y agregó que la realidad de los cuarteles enseña algunos
principios éticos y espirituales, que reflejan muchos de los valores que
también deben ser perseguidos en la vida: el diálogo, la lealtad, el equilibrio
en las relaciones y la comprensión.
Aprender a reconocer en el
otro a un hermano
De
manera que, como les dijo el Santo Padre, a ellos se les ha dado “la
posibilidad de experimentar momentos de alegría y momentos inevitables de
dificultad, típicos de una experiencia colectiva. Pero sobre todo – prosiguió –
tienen la oportunidad de construir amistades sanas y entrenarse en el respeto
de las peculiaridades y de las ideas de los demás, aprendiendo a reconocer en
el otro a un hermano y a un compañero con quien compartir serenamente un tramo
de camino”. Y esto “los ayudará – reafirmó – a vivir en la sociedad con la
actitud correcta, reconociendo la diversidad cultural, religiosa y social como
una riqueza humana y no como una amenaza”.
Por
último, el Papa Bergoglio volvió a agradecer a estos queridos Guardias suizos
su diligente trabajo y su generosa dedicación. Y les dijo que encomienda a cada
uno de ellos, así como a su precioso servicio, a la intercesión maternal de la
Virgen María. “Y mientras les pido que recen por mí – agregó – les imparto
gustosamente mi bendición, como signo de afecto y sincera gratitud”.
María
Fernanda Bernasconi - Ciudad
del Vaticano
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