El
papa se encontró con los sacerdotes, sus familias y religiosos en la Catedral
del Sagrado Corazón de Jesús y sede de la diócesis de Skopie, feliz de ver a la
Iglesia respirando con sus dos pulmones, el de rito latino y bizantino
Encuentro del Papa con los sacerdotes, sus familias y los religiosos en Macedonia del Norte. (Vatican Media) |
“Vuestro testimonio tiene ese “aroma
evangélico” de las primeras comunidades. Recordemos «el Nuevo Testamento cuando
se habla de “la iglesia que se reúne en la casa”. El espacio vital de una
familia se podía transformar en iglesia doméstica, en sede de la Eucaristía, de
la presencia de Cristo sentado a la misma mesa. Es inolvidable la escena
pintada en el Apocalipsis: “Estoy a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz
y me abre la puerta, yo entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo”. Así se
delinea una casa que lleva en su interior la presencia de Dios, la oración
común y por lo tanto la bendición del Señor». Así testimonian vivamente cómo
«la fe no nos aleja del mundo, sino que nos introduce más profundamente en él».
No desde lo que nos gustaría que fuese, no como “perfectos” o inmaculados, sino
en la precariedad de nuestras vidas, de nuestras familias ungidas todos los
días en la confianza del amor incondicional que Dios nos tiene”.
Es
así como Francisco se dirigió a los religiosos y sus familias, recordando que
la confianza nos lleva, como dijo uno de los testimonios, el padre Goce, a
desarrollar unas dimensiones tan importantes como olvidadas en una sociedad consumida
por las relaciones frenéticas y superficiales: las dimensiones de la ternura,
la paciencia y la compasión hacia los otros. Me gusta siempre pensar en cada
familia como «icono de la familia de Nazaret, dijo, con su cotidianeidad hecha
de cansancios y hasta de pesadillas, como cuando tuvo que sufrir la
incomprensible violencia de Herodes, experiencia que se repite trágicamente
todavía hoy en tantas familias de prófugos miserables y hambrientos»; son
capaces, por medio de la fe amasada en esas luchas cotidianas, de «transformar
una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una
montaña de ternura».
La Iglesia respirando con
sus dos pulmones
“Vivo
con especial gratitud este momento en que puedo ver a la Iglesia respirando
plenamente con sus dos pulmones —rito latino y rito bizantino— para llenarse
del aire siempre nuevo y renovador del Espíritu Santo. Dos pulmones necesarios,
complementarios, que nos ayudan a gustar mejor la belleza del Señor. Demos
gracias por la posibilidad de respirar juntos, a pleno pulmón, lo bueno que el
Señor ha sido con nosotros”.
Otro
testimonio hablaba que son pocos y sobre el riesgo de ceder a cierto complejo
de inferioridad, al respecto el Papa pensó en la imagen de María, qué tomando
una libra de nardo puro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos.
El evangelista termina describiéndonos la escena diciendo: «La casa se llenó de
la fragancia del perfume». Tan sólo una libra de nardo fue capaz de impregnarlo
todo y dejar una huella inconfundible.
Hacer números sólo para
ser más solidarios
Y
es que como dijo el Papa en muchas situaciones sentimos la necesidad de hacer
números: comenzamos a mirar cuantos somos… y somos pocos, después vemos la
cantidad de casas y obras que hay que sostener… y son muchas… Pero el “hacer
números”, dijo, nos puede llevar a la tentación de mirarnos demasiado a
nosotros mismos, y encorvados sobre nuestra realidad y miserias podemos
terminar casi como los discípulos de Emaús, proclamando el kerigma con
nuestros labios mientras nuestro corazón se encierra en un silencio marcado por
una sutil frustración que le impide sentir a Aquel que camina a nuestro lado
que es fuente de gozo y alegría.
“Hacer
números” es necesario, dijo, siempre que nos ayude a descubrir y a ponernos en
contacto con tantas vidas y situaciones que a diario tienen dificultad para
hacer cuadrar los números: familias que no pueden salir adelante, personas
ancianas y solas, enfermos postrados en cama, jóvenes entristecidos y sin
futuro, pobres que nos recuerdan lo que somos; una Iglesia de mendicantes
necesitados de la misericordia del Señor. Sólo es lícito “hacer números” si
esto nos permite ponernos en movimiento para volvernos solidarios, atentos,
comprensivos y solícitos para tocar los cansancios y la precariedad en la que
están sumergidos tantos hermanos nuestros y necesitados de una Unción que los
levante y los cure en su esperanza. Sólo es lícito hacer números para decir con
fuerza e implorar con nuestro pueblo: “Ven, Señor Jesús”.
Madre Teresa nunca tuvo
miedo de gastar su vida por amor
Madre
Teresa, dijo el Papa, fue un signo concreto de cómo la precariedad de una
persona, ungida por el Señor, fue capaz de impregnarlo todo cuando el perfume
de las bienaventuranzas se derramó sobre los pies cansados de nuestra
humanidad. Cuántos encontraron calma gracias a la ternura de su mirada, se
sintieron confortados con sus caricias, aliviados con su esperanza y
alimentados con la valentía de su fe capaz de hacer sentir a los más olvidados
que Dios no los olvidaba. La historia la escriben esas personas que no tienen
miedo a gastar su vida por amor: cada vez que lo habéis hecho con el más
pequeño de mis hermanos, a mí me lo habéis hecho.
Tras
hablar del testimonio de otro religioso, Davor, el Papa dijo, “fuiste muy
claro: lo que te salvó del carrerismo fue volver a la vocación primera, y salir
a buscar al Señor resucitado allí donde se le podía encontrar. Dejando
seguridades, saliste para caminar las calles, las plazas de esta ciudad, ahí
sentiste cómo se renovaba tu vocación y tu vida; bajando a la vida cotidiana de
tus hermanos para compartir y ungir con el perfume del Espíritu, tu corazón
sacerdotal comenzó a latir de nuevo con mayor intensidad”.
“Muchas
veces gastamos nuestras energías y recursos, nuestras reuniones, discusiones y
programaciones en conservar enfoques, ritmos, encuadres, que no sólo no
entusiasman a nadie, sino que son incapaces de aportar un poco de ese aroma
evangélico que conforte y abra caminos de esperanza, privándonos de ese
encuentro personal con los otros. Qué justas las palabras de Madre Teresa: «Lo
que no me sirve, me pesa». Dejemos todos los pesos que nos separan de la misión
e impiden que el perfume de la misericordia llegue al rostro de nuestros
hermanos. Tan sólo una libra de nardo fue capaz de impregnarlo todo y dejar una
huella inconfundible”.
La ternura en el
ministerio sacerdotal y la vida religiosa
El
Papa Francisco hablando espontáneamente señaló la importancia de la ternura en
el ministerio sacerdotal y también en el testimonio de la vida religiosa.
“Existe el peligro de que cuando uno no vive en familia, cuando no hay
necesidad de acariciar a sus propios hijos, como el Padre Goce – precisó el
Pontífice – el corazón se vuelve un poco solterón... Y entonces, existe el
peligro de que el voto de castidad de las monjas y también de los sacerdotes
célibes se convierta en un voto de soltería”. Cuánto mal puede hacer una monja
o un sacerdote solterón dijo el Papa, por eso los invito a la ternura. Narrando
su experiencia al visitar el memorial de la Madre Teresa, el Pontífice dijo que
vio mucha ternura de parte de las religiosas para con los pobres, por ello,
concluyó, se debe llevar siempre la ternura con esa dulzura del Evangelio que
sabe acariciar las almas.
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
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