Estilo y elegancia
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Me
encanta mi hábito. No es porque sea el mío; objetivamente, ¡es precioso! Todo
blanco, con esas mangas anchas, el vuelo de la capa... ¡es que te hace sentir
princesa!
Al
bajar las escaleras, disfruto mirando hacia atrás, viendo cómo la túnica va
cayendo por los escalones al ritmo de mis pasos, igual que si fuese un traje de
cola. Pero entonces siempre aparece alguna monjita recomendándome:
-¡Recógete
la túnica al bajar las escaleras!
¿Lo
visualizas? Una mano en la balaustrada, y la otra ligeramente inclinada
sosteniendo un poco la túnica... No puedo negar que me encanta sentirme
princesa, pero eso es demasiado: ¡¡parezco Sisí emperatriz!!
Sin
embargo, el otro día fuimos a lavar los hábitos y a mí me tocó el mío. ¡¡El
bajo estaba negro negrísimo!
“¡Uy!”,
pensé sonriendo, “esto es por arrastrarlo por las escaleras... ¡realmente tiene
sentido ir como la emperatriz del mundo!”
Todos
sabemos que lo que hacemos trae unas consecuencias, ¡pero también hay
consecuencias en lo que no hacemos!
Es
fácil descubrir las consecuencias que provocan tus actos en los demás: una
palabra amable puede alegrar el día a cualquiera, igual que un enfado oscurece la
mañana más luminosa...
Lo
que tal vez se nos pasa más desapercibido es que, el bien que dejamos de
hacer... nos afecta a nosotros, a nuestro corazón: no agacharme a recogerme la
túnica ha causado que ahora vaya hecha un desastre.
En
efecto, el primero en recibir las consecuencias de tus actos es tu propio
corazón. ¡¡Es como un entrenamiento!! El que hoy es capaz de poner amor en una
ocasión, mañana descubrirá dos... ¡y así crecerá su amor hasta que todo su día
sea una entrega!
Lamentablemente,
sucede lo mismo al contrario: el que va dejando pasar ocasiones de amar, cada
vez amará menos. Por eso la Palabra nos dice: “Si hoy escucháis Su voz, no
endurezcáis el corazón”. Cristo te invita a lanzarte a esta aventura, pues sabe
que, si apuestas por amar, ¡tu corazón se ensanchará!
Hoy
el reto del amor es descubrir tres ocasiones para amar. Pídele al Señor que te
regale una mirada atenta, capaz de descubrir Sus llamadas. Tal vez tengas que
salirte un poco de tus planes, ¡pero acabarás el día con una gran sonrisa!
¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma