Salsa
brava
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Como
ya venimos compartiendo, durante el Adviento y la Cuaresma los alimentos se
moderan un poco; por ejemplo, no comemos carne y todas las noches cenamos
patatas (salvo los domingos).
Y
la realidad es que... ¿a quién no le gustan las patatas? Lo que sucede es que,
una semana, dos, tres... Te puedes imaginar que, ya al comienzo de la quinta
semana de Cuaresma, las patatas... ¡nos salen por las orejas!
Sin
embargo, Angelines, una señora del pueblo que comparte numerosos rezos del día
con nosotras y que nos quiere mucho, de vez en cuando nos hace unas patatas
bravas y, para acompañarlas, trae su salsa brava y su alioli, especialidad del
bar que tenía en sus tiempos jóvenes.
No
solo están buenísimas sino que, además, la cantidad de salsa que trae es muy
generosa.
Así
que a una hermana se le ocurrió que por qué no pasar por las noches las salsas
junto con las patatas que tocasen. Hicieron la prueba con las patatas cocidas
una noche... ¡Increíble! No sobraron patatas.
Y
es que es cierto: las salsas le dan un toque de sabor, de alegría, que le quita
la pesadez de los 30 días que llevamos de patatas. Siguen siendo patatas, pero
ya están transformadas, la cosa cambia.
Del
mismo modo es Cristo y su Amor cuando los acogemos en nuestra vida. La vida es
bonita en sí, pero, cuando te dejas alcanzar por Él, todo se vuelve de color,
tus ojos se llenan de luz, tu vida se ve plena en su Amor, y comienzas a sentir
la necesidad de compartirlo con los demás.
Cristo
es lo que necesita nuestra vida y, sin Él, todo se va volviendo rutinario,
cansado... y es que su deseo es hacerte feliz cada instante de tu vida, darte
la alegría que necesitas, darte la paz que te estabiliza, darte el Amor para
compartirlo, y la sencillez para disfrutar de cada momento...
Él
es la única salsa que no cansa, ni repite, ni se acaba. Su Amor por ti durará
siempre.
Hoy
el reto del amor es dar un poco de tu salsa a los de tu casa. Hoy es domingo,
el día perfecto para dedicar con amor todo tu tiempo y todo tu espacio a los
que viven contigo, a los cercanos, a los que sabes que más lo están
necesitando. Transmíteles alegría, vida, esa que Cristo vierte en ti y te hace
ser feliz.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma