A
tu lado
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Mientras
estábamos terminando de fregar la cena, nos dimos cuenta de que la basura de la
cocina estaba repleta. Decidí llevarla al contenedor.
En
cuanto puse un pie en la huerta, nuestra beagle se acercó eufórica a saludarme.
Comencé a avanzar, pero, al rodear la esquina... me frené en seco.
La
luz del foco terminaba a solo unos pasos de mí. Para llegar al contenedor aún
tenía que recorrer un largo trecho. El camino de asfalto se perdía en la densa
oscuridad de la noche. Negros nubarrones cerraban el cielo. Sin luna. Sin
estrellas. Solo la más sombría oscuridad.
Yo
habría entrado en modo pánico y habría dado media vuelta, pero, ante los ojitos
atrevidos de Jubi, decidí lanzarme a la aventura.
La
oscuridad era tan densa que, a los pocos pasos, ni siquiera lograba ver las
manchas blancas de Jubi, pero el alegre tintineo de su collar me aseguraba que
iba a mi lado.
De
pronto... ¡pisé una barra de hierro! A punto estuve de acabar en el suelo con
basura y todo, pero logré mantener el equilibrio mientras el vibrante sonido
del metal se perdía en mil ecos.
Ante
el silencio, me quedé petrificada. Jubi odia los sonidos fuertes y repentinos.
¿Habría huido? ¿Me habría dejado sola en la oscuridad?
-Jubi...
¿estás conmigo?
Silencio...
-¿Jubi?
¿Estás conmigo?
¿Sabes
lo que hizo Jubi? Como no es un perro grande, se puso a dos patas y, apoyando
las patas delanteras en mi cadera, acercó su cabeza a mi mano para que pudiera
acariciarla, en un delicado y elocuente: “Solo estoy esperando a que te pongas
en marcha... ¿seguimos?”
Seguía
sin ver nada pero, con ella a mi lado, ¡no tenía miedo!
¡Y
así nos pasa con el Señor! Muchas veces la oscuridad no nos deja ver el camino
a seguir... pero, con Cristo al lado, ¡no hay miedo! Es cierto que nuestros
ojos no logran verLe, ¡pero podemos sentirLe!
Él
camina con nosotros dejando mil señales de Su amor, nos sorprende con
detalles... ¡es aprender a descubrir el tintineo de Su voz, el susurro de Su
risa! No Le ves, pero lo sabes: Él está ahí.
Pero,
¿y si sientes que todo está en silencio? En ese momento, en realidad, Cristo
está aún más cerca. Si metes la pata, si te detienes, Él no huye, espera a tu
lado, soñando y deseando el momento en que quieras darLe la mano... y seguir
caminando.
Hoy
el reto del amor es descubrir la presencia del Señor. A lo largo del día, daLe
gracias por tres “tintineos” que descubras. Y, si te cuesta escucharlos, esta
noche, antes de irte a dormir, repasa el día con Él. PregúntaLe: “¿Dónde
estabas?”. Sentirás que Su respuesta, como la de Jubi, es “a tu lado”. ¡Feliz
día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma