Polvo
y ceniza
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día vi que sor Agustina estaba dando unos golpecitos a la trampilla de la
chimenea. Se trata de la chimenea de la gloria (el sistema de “suelo radiante”,
que funciona a base de leña).
-¿Qué
pasa? -pregunté extrañada.
-Se
está empezando a atascar -me respondió.
Todavía
recuerdo la odisea que viví por primera vez el año pasado, mi primer año en
Comunidad. Cuando se acumula la ceniza, atasca la salida de la chimenea, y se
hace imposible encender la gloria. Cada semana retiramos un poco desde la
puerta de la gloria, pero, la que se acumula al fondo, se saca una vez al año
por la trampilla de la chimenea.
¡Es
un proceso de lo más curioso! Abierta la trampilla, hay que ir cogiendo la
ceniza con una especie de cazo muy grande, y echarla a un cubo con infinito
cuidado porque, un movimiento brusco... ¡¡y toda la sala de trabajo se ensucia
con ese polvo tan fino!!
Hoy
parece que la protagonista del día es precisamente la ceniza, y en muchos
lugares resuena la frase: “Polvo eres, y en polvo te convertirás”. No deja de
resultar curioso. Polvo...
Si
te fijas, el libro del Génesis no dice que el Señor usase “barro” para crear al
hombre. Lo que indica es que Yahvé tomó “polvo de la tierra”. ¿Has intentado
alguna vez trabajar con polvo? Pensando en la ceniza de la gloria, puedo
asegurarte que... ¡¡es de lo más complicado!! En un movimiento brusco, ante un
poco de aire, ¡todo se vuela!
Que
forma tan original tiene la Palabra de recordarnos que el Señor trabaja en
nosotros con delicadeza, porque sabe que somos muy débiles. Conociendo nuestro
origen, muy bien podríamos hacer un añadido a aquella oración de la Misa:
“Señor, no soy digno... ¡y nunca lo seré!”.
Sin
embargo, hoy no es un día de lamentaciones... ¡¡hoy es un día para el asombro!!
No consiste en fijarnos en lo poco que somos, ¡sino en lo mucho que nos quiere
el Señor!
En
palabras de un sacerdote: “¡No seré yo quien te grite que soy indigno! En todo
caso, amarme a mí, tal y como soy, ¡esto sí que es digno de Ti, digno del Amor
esencial, digno del Amor esencialmente gratuito!” (Augusto Valensin, S.I.)
Hoy
el reto del amor es que te asombres del amor del Señor. Comienza la Cuaresma, y
no podemos dudar que tenemos un largo camino por delante. Si queremos llegar “a
fondo y hasta el final”, necesitamos una fuerza que nos sostenga y nos anime...
¿y qué mayor fuerza que la de Su amor? No te mires a ti, ¡mírale a Él! Hoy
asómbrate y proclama: “Polvo soy... ¡pero polvo infinitamente amado!”. ¡Feliz
día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma