Sabemos
ciertamente que la Escritura dice que las aguas nos llegan hasta el cuello pero
no nos ahogan
Pregunta:
Estimado Padre: Tengo una hermosa familia;
buena y piadosa esposa y dos hijas. Yo en lo personal me considero católico
practicante y muy consciente de la presencia de Dios en todo lo que nos rodea.
Estoy en una muy difícil situación, pues desde hace año y medio no tengo
trabajo. Mi trayectoria profesional fue de excelencia y lo que hago y propongo
estoy seguro es de muy alta calidad.
En todo este tiempo desempleado he pedido
mucho a Dios que me ayude y también he solicitado la intercesión de la Virgen y
de algunos santos, incluso, algo que nunca se me había ocurrido, he hablado con
mi ángel de la guardia. Pero el tiempo pasa y se me agotan los fondos de
sobrevivencia, de tal manera que me acerco a un colapso económico con sus
secuelas de infelicidad para mi familia. En ésta situación creo como que Dios
me ha volteado la mirada, no entiendo que espera de mí.
El sermón de la Misa del domingo anterior
me puso muy reflexivo, pues el sacerdote se refirió a no esperar ‘magia’ en
nuestra relación con Dios. Hasta ahora he pensado que Dios tiene injerencia en
nuestra vida y que respetando nuestra libertad y responsabilidad, busca nuestro
bien, y que le gusta que toquemos su puerta y le pidamos como a un Padre que
es. Dentro de mi desesperación he pensado en obviar la presencia de Dios en lo
referente a mi vida profesional y económica y circunscribirla a la conducta de cumplir
con la práctica religiosa y pedirle ayuda para no pecar. Padre aconséjeme para
no desesperar en esta situación tan agobiante. Gracias anticipadas.
Respuesta:
Respuesta:
Muchas personas
sienten que el peso del trabajo, problemas familiares, económicos, legalidad,
desempleo, etc., los ahogan y no encuentran salida por ninguna parte (aún
siendo un cristiano practicante), sienten que no
pueden con todo esto y más cuando le vienen más de 2 o 3 problemas de
esos juntos. Esto puede sucederle a cualquiera de nosotros en algún momento
de nuestra vida.
Para los planes
de Dios sobre cada uno de nosotros no existen respuestas teológicas
concretas. No sé qué pueda querer Dios de usted, ni hasta donde lo probará con el
infortunio.
Sabemos
ciertamente que la Escritura dice que las aguas nos llegan hasta el
cuello pero no nos ahogan. No le voy a mentir diciendo que ya van a terminar
sus sufrimientos. Eso hacen los horoscopistas que mienten a la gente y juegan
con su sed de esperanza y su credulidad. Pero a pesar de mentirle no le
solucionan nada.
7 principios claros que debemos
tener claros:
1. Todo sucede para el bien de los que Dios ama (Romanos
8,20). Aunque allí no se dice qué se incluye en ese ‘todo´: va desde los dones
materiales de Dios, hasta la cruz y el martirio.
2.
Dios no permite que seamos probados más allá de
nuestras fuerzas.
3.
Muchas veces las aguas nos llegan hasta el cuello,
pero no nos ahoga.
4. Muchas veces Dios espera que le pidamos lo que
necesitamos, incluso con sacrificios, penitencias y votos generosos, y luego
actúa. Porque quería suscitar en nosotros esos actos que nos han de santificar.
5. La cruz está en el camino ordinario de toda persona
llamada a la santidad. Y debemos aceptar con paciencia y resignación nuestras
cruces; para eso podemos leer con fruto el Libro de Job.
6. Esto no nos exime de poner de nuestra parte todos
los medios materiales para encontrar una salida. Precisamente muchas veces la
gracia que Dios nos da no es el encontrar la salida de nuestros problemas sino
la gracia de intentarlo una vez más, lo cual también viene de Dios.
7. En nuestra debilidad se manifiesta la fuerza de
Dios, como dice San Pablo. A veces Dios espera a que estemos completamente
abatidos y recién allí actúa, para que se vea que ha sido su mano la que nos
salvó y no nuestras fuerzas.
Se que no es
sencillo, pero si es tu caso, nunca dejes de orar.
"Siempre y
por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro Padre, en nombre de nuestro
Señor Jesucristo" (Efesios 5,20)
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE
Fuente:
TeologoResponde.org