Entre pucheros
también anda el Señor: Monasterio de El Pueyo (Huesca). Monjes del Instituto
del Verbo Encarnado
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Los monjes que integran
la comunidad del IVE en El Pueyo.
Foto:
Monjes del Monasterio de El Pueyo |
La montaña de Dios: así
llaman desde hace casi nueve siglos los habitantes del Somontano, a los pies
del Pirineo aragonés, al majestuoso enclave de El Pueyo, un peñón de roca
caliza que domina toda la comarca y preside desde la altura la ciudad de
Barbastro. Dicen que su nombre procede del latín podium, o del
griego podion, vocablos con los que designar la impresionante
figura que se yergue solitaria y rodeada de llanuras.
Cuenta la tradición que un
pastor de vigorosa presencia llamado Balandrán recibió en este lugar la visita
de la Virgen María, pidiéndole que se levantara en lo alto de la montaña un
santuario. Corría el año 1101, un año después de que Barbastro fuera rescatada
de manos sarracenas, y enseguida se levantó allí una ermita que con el tiempo
evolucionó hacia un templo primero de tipo románico y luego gótico, que fue
remodelado con ampliaciones y restauraciones sucesivas hasta alcanzar su imagen
actual.
El primer documento
histórico acerca de El Pueyo es un decreto de Jaime I el Conquistador, que en
1251 decreta que en este lugar haya siempre un capellán. Desde entonces, ha
sido numerosa y fecunda la presencia religiosa en este sitio privilegiado y
orientado a la contemplación y al retiro. Desde sus 603 metros de altitud sobre
el nivel del mar, El Pueyo ha visto pasar a lo largo de los siglos diversas
comunidades religiosas. También ha sido testigo del odio a la fe con el que
fueron martirizados los benedictinos en los años 30.
Hoy habitan este monasterio
los monjes del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), una familia religiosa
dedicada a «la evangelización de la cultura, para llevar el Evangelio a todas
las realidades del hombre», explican a Alfa y Omega. Quienes viven
allí pertenecen a la rama contemplativa del IVE, dedicada a «la oración y la
penitencia, para sostener la obra misionera de esta familia».
La comunidad está
conformada por cinco sacerdotes, cinco estudiantes de Teología, un hermano y un
novicio, y disfruta de una gran diversidad cultural: España, Filipinas,
Argentina, Italia, Ucrania, Estados Unidos, Colombia, México y Brasil. «Vivir
aquí es un verdadero Pentecostés», explican alegres, añadiendo que en los
próximos meses se unirán a la comunidad otros dos hermanos de Paraguay, un
argentino y dos brasileños.
Su día a día comienza a las
5:00 horas, con el oficio de lectura, la adoración y la Santa Misa, y el resto
del día se dedica a la formación y el estudio, la oración personal y
comunitaria, y los trabajos que exige la vida en común, hasta que a las 22:00
horas llega el Gran Silencio. «Tenemos deporte comunitario una vez por semana.
Y una salida a caminar los domingos», explican. Con todo, la jornada habitual
de los monjes se desarrolla en silencio, que en lo alto de este enclave, tan
lejos y tan cerca del resto de la humanidad.
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
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| Foto: Monjes del Monasterio de El Pueyo |
Preparación
de la receta
Ingredientes
De la masa
·
Un kg de
harina (para tres pizzas)
·
500 ml de
agua tibia
·
De 10 a 15 g
de levadura
·
De 15 a 25 g
de sal
·
De cuatro a
cinco cucharadas grandes de aceite de oliva
De la salsa
·
Una
cucharada de aceite
·
Cinco
dientes de ajo picados
·
Una lata
(200 g) de tomates al natural
·
80 ml de
vino tinto
·
Dos
cucharaditas de orégano
·
Una
cucharadita de sal
·
1 cucharada
de azúcar
Preparación
De la masa
Mezclar los
ingredientes en un recipiente grande (la levadura se puede echar en el agua
antes). Dejar leudar por dos o tres horas. Dividir la masa en tres bollos (cada
uno será una pizza). Dejar leudar tres o cuatro horas.
De la salsa
Calentar el
aceite en una cacerola y luego añadir el ajo picado a fuego medio-bajo por dos
o tres minutos. Añadir los tomates al natural y el vino, y revolver bien.
Incorporar los demás ingredientes y dejar hervir. Bajar el fuego, tapar la
cacerola y dejar hervir por 25 o 30 minutos, revolviendo cada pocos minutos.
Cuando están
listas la masa y la salsa, se estira la masa (cruda) a tamaño deseado y se unta
la salsa en toda la masa.
Cocinar en
el horno a 150º por diez minutos. Se puede añadir cualquier ingrediente que se
desee.
Fuente: Alfa y Omega

