Fe, técnica y naturaleza son los tres
elementos que conforman la obra de Antonio Gaudí
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Panorámica del parque Güell de Barcelona.
Foto: Barcelona de Serveis Municipals S.A.
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Desde el parque
Samá a la basílica de la Sagrada Familia, pasando por el parque Güell, todo lo
que hizo es en realidad un canto a la naturaleza y al Creador.
«Gaudí es genial en su totalidad. Por eso no
podemos entender su obra sin tener en cuenta su vida, su enfermedad, su
familia, sus amistades, su fe… Nos perderíamos una parte esencial de Gaudí si
solo le valoráramos como artista y no entendiéramos el mensaje último que
expresa en su obra: el mensaje de que Dios está muy cercano y nos acompaña en
la vida, de manera evidente a través de la naturaleza, de la Creación.
Por eso, él
entiende su labor arquitectónica como una participación en la obra de Dios, una
forma de continuar su obra», dice María Eugenia García, responsable de
formación de la asociación cultural Nártex, acerca del genial arquitecto
catalán, sobre el que está organizando el seminario Gaudí y la
naturaleza en la Universidad Rey Juan Carlos en colaboración
con Pastoral Universitaria de Getafe.
La especial sensibilidad de Gaudí le permitía ver
la mano del Creador en todo lo visible, una mirada que fue educada en la
infancia gracias precisamente al dolor y la enfermedad. «Gaudí fue un niño
enfermizo y sus padres evitaron que fuera a la escuela para preservar su salud.
En un episodio
de fiebres reumáticas le mandaron a la casa familiar de Riudoms, en el campo y
cerca del mar, donde el niño aprende a mirar su entorno: las abejas, las
florecillas, la luz, las montañas… y es mirando esto donde descubre al
Creador», explica María Eugenia García. «Le montan en un burrito y se
entusiasma con las plantas, con los animales, con la luz». Es para él un tiempo
en el que comienza a introducirse en la belleza de lo natural, y en el que sus
padres «le transmitirán esa fe que le acompañará hasta el final de su vida».
Un parque para
descansar y rezar
En uno de sus primeros trabajos como arquitecto, el
parque Samá, en el municipio tarraconense de Cambrils, Gaudí tendrá la
oportunidad de expresar su pasión por la naturaleza. Es su ópera prima, en la
que construye una cascada que puede ser transitada por dentro, con un estanque
y varios puentes.
«Él crea
armazones de hierro con una estructura interior alrededor de la cual se
levantan elementos paisajísticos y vegetales. Esconde la mano humana para que
brille lo natural. Es una obra de mucha creatividad en la que desvela su
interés por la naturaleza. Toda su obra posterior tendrá después la misma
dirección», explica María Eugenia.
Años más tarde, Gaudí se ocupara de otro enclave
natural, el parque Güell, que le servirá no solo para unir técnica humana y
creación natural, sino también para expresar los detalles de su fe. El sinuoso
banco central del parque «tiene una estructura ergonómica que permite la
comodidad de quienes lo usan con una forma serpenteante que llama la atención,
pero además tiene ciertos detalles no muy conocidos: el banco contiene
invocaciones a la Virgen –Oh, María, Tus
ojos– y a Cristo –SSS,
de Santo, Santo Santo– que están escritas
boca abajo como para que puedan ser leídas desde el Cielo.
También hay a
lo largo del parque unos voluminosos bolardos esféricos de piedra que en
realidad son cuentas del Rosario, para favorecer que todos los caminos sean
ocasión para rezarle a la Virgen. Es un parque para descansar y también para
rezar, si uno sabe mirarlo bien», señala la responsable de formación de Nártex.
Además Gaudí dotó a ese lugar –antes se le llamaba montaña pelada–
de una abundante vegetación, «para poder disfrutar de la naturaleza y ver el
mar a lo lejos, gozando de todo lo que Dios nos ha dado».
La Creación
canta al salvador
En la Sagrada Familia, su obra maestra, Gaudí
elabora un desarrollo teológico en el que los elementos naturales también están
presentes, aun de manera discreta. En el centro la fachada de la Caridad, el
arquitecto coloca el nacimiento de Cristo, «indicando que el mayor acto de amor
es el que nos ha hecho Dios entregándonos a su Hijo», dice María Eugenia
García.
Y subraya que
la maqueta original que Gaudí presentó en la Exposición Universal de París
estaba llena de color, «para resaltar la belleza de este lugar, porque el color
es signo de la vida».
El nacimiento de Cristo es saludado en toda la
fachada por multitud de animales: pájaros, gallinas, pavos y diversos animales
vivos, además de varias formas vegetales, «que aclaman al que acaba de nacer.
La Creación entera canta al salvador. Todos aclaman al que ha nacido», mientras
que hay otros seres vivos –serpientes, ranas, caracoles– que Gaudí «identifica
con el mal y que coloca de espaldas al nacimiento, indicando que el mal huye
ante Dios que acaba de nacer».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y
Omega