La
alegría despierta alegría
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer,
entre Joane y yo, nos pusimos codo con codo a ordenar unas celdas que tenemos
en el Novi. Digamos que se habían ido convirtiendo en “el cajón desastre”, y
era el momento de ponerse manos a la obra.
Nos
lo pasamos en grande sacando esto y aquello, recordando algunos trabajos que
habíamos hecho, riéndonos juntas...
Al
final del día acabamos rendidas, pero increíblemente felices. Ahora, digamos,
que... ¡aún queda trabajo! Ha quedado la galería patas arriba, llena de todo lo
que hemos ido sacando, polvo en el aire... pero seguro que en el día de hoy lo
terminamos.
Anoche,
cuando llegué a la oración y le daba gracias al Señor por el día, me preguntaba
porqué estaba tan feliz, si realmente me dolía todo el cuerpo... y es que
recordé que en la mañana Él me había sugerido cómo vivir el día: “¡Hagas lo que
hagas, ocúpate de hacerlo con alegría y apostando siempre por el Amor!”.
Y
el Señor, cuando te invita a hacer algo, ya te está dando la Gracia para
llevarlo a cabo.
Muchas
veces nos planteamos el día tomando nota de todo lo que tenemos que sacar
adelante, de que no se nos olvide este trabajo, y aquella cita... ¡Un cúmulo de
cosas que llenan las horas de nuestro día!
Sin
embargo, lo importante del día no es todo lo que tenemos que hacer, sino cómo
lo hacemos. El trabajo, la casa, los hijos... Son muchas horas y muchos días de
nuestra vida ocupados. Y esto te hace caer en la cuenta de qué importante es
descubrir la felicidad en ello, en cada cosa que hacemos.
El
Señor nos regala la vida, y cada mañana renueva su Amor por nosotros para que,
desde Él, podamos vivir el día llenos de alegría.
Puede
que un día llegues a cumplir todos tus propósitos para la jornada y, sin
embargo, la insatisfacción no se calmaría. Es más importante estar alegre,
ocuparse en hacer felices a los demás; sacar adelante tus responsabilidades,
sí, pero sin olvidarte de lo único fundamental: hacerlo todo desde el amor.
Hoy
el reto del amor es sonreír. Desde primera hora de la mañana acoge en tu
interior el amor de Cristo, que te ama, que tiene pensados para ti unos caminos
más altos que los tuyos. Y, desde la certeza de que Él va contigo, dibuja en tu
rostro una sonrisa y comienza a transmitir la alegría que llevas dentro.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
