Agujero
en el bolsillo
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Desde
hace un tiempo siento que pierdo todo.
El
otro día fui a buscar la cruz que llevo en el bolsillo, la que agarro muchas
veces a lo largo del día, y me di cuenta de que ya no estaba ahí. Al poco
tiempo fui a coger el boli para escribir y tampoco le encontré en el bolsillo.
Inmediatamente pensé que le habría sacado para apuntar algo, y no volví a
guardarlo... Cuando bajé al coro, por más que rebusqué por el bolsillo, tampoco
di con mi rosario.
Después
de varios días desapareciéndome cosas, se me acabaron las excusas, y pensé que
algo le pasaba a mi bolsillo. Lo miré atentamente y descubrí que tenía un
agujero grandísimo. ¡Ahora entendía por qué todo me desaparecía! Y me dio la
risa, porque me di cuenta de que mis cosas, ¡pueden estar por cualquier sitio
del convento!
Todavía
no se lo he dado a la costurera, pero ya lo he vaciado del todo. Cada vez que
meto la mano, descubro que el agujero permanece y me da la risa, ¡porque puedo
sacar el dedo!
Jugando
con el bolsillo y el agujero, me di cuenta de que así ocurre muchas veces en
nuestra vida: tenemos un agujero por donde perdemos a las personas, y nos damos
cuenta de que las hemos perdido cuando no las encontramos donde las dejamos.
Y
es que muchas veces no cuidamos el amor, lo damos por hecho. Damos por supuesto
que amamos al marido, a los hijos, a los amigos, a la familia... Sabemos que
los tenemos, es cierto que les queremos, pero no se lo manifestamos; ¡y ya no
te cuento decirles que les quieres! Una pregunta: ¿cuándo fue la última vez que
le dijiste a tu marido que le amas? ¿O a tus hijos? Más lejos quedan los
amigos...
El
amor lo damos por supuesto, como mi bolsillo. Yo sabía que tenía un bolsillo,
pero lo que no sabía es que se desgasta, y que al final se hace un agujero por
donde pierdo todo. Y así nos pasa con las personas: si no las cuidas, las
pierdes.
Jesús
siempre nos cuida con mimo, nunca da por supuesto Su amor; cada día se entrega
en la Eucaristía, en la Palabra, con su presencia; cada día nos muestra
concretamente cómo nos ama. En nosotros está el acoger Su amor y dejarLe entrar
en nuestra vida. Y, desde este amor, amar a los que tenemos con nosotros.
Hoy
el reto del amor es decirle a alguien importante para ti que le amas. No des
por supuesto nada.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
