SER AGRADECIDOS
Queridos amigos:
Hay
un refrán castellano que dice: “es de bien nacidos ser agradecidos”. Y es de
esto de lo que quiero compartir en esta carta.
Para
comenzar, todos nos damos cuenta de que nuestra sociedad, en general, es
demasiado egoísta, centrada y cerrada en sí misma, autosuficiente y
autosatisfecha; donde todo se compra y se vende, y donde nada tengo que
agradecer a nadie porque todo me lo he currado yo. Y sin embargo, nada más
lejos de la realidad, ya que todos estamos necesitados de que nos agradezcan y
de ser agradecidos.
Ciertamente, hoy no
es frecuente la gratitud, es decir, el que nos den las gracias, el que
reconozcan nuestra vida, lo que hacemos o hemos hecho. ¡Claro que no hacemos
las cosas para que nos lo agradezcan! Pero, siempre es bueno y saludable para
todos el ser agradecidos con los demás.
Muchas
veces, pienso para mí mismo: ¿por qué nos costará tanto el dar las gracias por
las pequeñas o las grandes cosas de la vida? Por ejemplo, ¿por qué nos cuesta dar
las gracias a los padres, a la familia? ¿Por qué nos enfadamos con ellos que
son los que nos han dado la vida, el alimento, el cobijo… y que aún son nuestro
sustento? ¿Por qué somos exigentes, duros, incomprensivos, ingratos con ellos o
con los demás, como es, el marido, la esposa, los hermanos o quien quiera que
sea?
¡Si
cayéramos en la cuenta de todo lo que han hecho por cada uno de nosotros desde
que fuimos engendrados, no terminaríamos de dar las gracias en esta vida! ¡Cuánta
gratitud debemos! Fijaos bien, constantemente estamos recibiendo vida: el aire
que respiramos, el sol, la naturaleza, el agua, el hogar donde vivimos… la
familia, el cariño, el afecto, la preocupación de los demás por mí, la comida,
la limpieza de la casa, de la ropa, el saludo, la acogida de los demás, y
tantas y tantas otras cosas.
Es
posible también que, mirándome a mí mismo, cada uno pueda decirse: “tengo
grandes dotes, cualidades, capacidades, valores, etc”. Cierto, pero todo esto
también se nos ha dado. Yo, por mí mismo, no me he dado la vida; más bien, he
de decir, he sido engendrado, me han dado la vida y la existencia y por ello
estoy agradecido a aquellos que me la han posibilitado.
Antes
de terminar, quiero dejar clara una cosa. Cuando hablo de agradecimiento, no me
refiero sólo a la palabra, es decir, estar continuamente dando gracias a los
demás, sino, también y sobre todo, con los hechos. Dicho de otro modo, la mejor
manera de mostrar la gratitud a los demás es amando, perdonando, sirviendo,
acogiendo, acariciando, dialogando, ayudando, abrazando… y todo aquello que
suscite en el otro/a un gozo interior y una palabra de agradecimiento.
Termino mirando a Dios, expresándole mi
gratitud por todos vosotros amigos lectores, pero especialmente por mi familia,
mis padres y hermanos.
Con
todo afecto, vuestro sacerdote.