4 Dom. Tiempo Ord.
(Ciclo C)
MONICIÓN DE ENTRADA
Buenos
días, hermanos, sed bienvenido a la celebración del Día del Señor.
Como
cada domingo, nos hemos reunido a celebrar el Misterio central de nuestra fe:
la presencia de Cristo Resucitado entre nosotros, la gracia de su salvación por
la que nos hace participar de su relación filial con el Padre.
Aunque
esta celebración la repetimos cada siete días, no podemos vivirla de un modo
rutinario. Dejémonos asombrar por el amor de Cristo, quien, apiadándose de
nuestra debilidad, viene a compartir su vida y su gracia con nosotros.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
A
veces, puede parecernos que Dios guarda silencio, que ya no comunica su
Palabra, que los profetas de otro tiempo ya no existen… Y, sin embargo, Dios
sigue suscitando hombre y mujeres que nos transmiten sus palabras y nos invitan
a serles fieles.
¿Qué
nos pasa que no reconocemos a esos hombres y mujeres de Dios?, ¿cuál es la
razón por la que nos cuesta tanto escuchar la Palabra divina?, más aún, ¿por
qué no aceptamos que también nosotros somos portavoces del Señor?
Las
lecturas que hoy se proclaman nos ayudan a dar respuesta a estas preguntas.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A
cada suplica respondemos: ¡Haznos servidores de tu Palabra, Señor!
-
Por el Papa, que la próxima semana va emprender un viaje a la Península Arábica,
para que se viaje apostólico sea fermento de un
futuro diálogo con el Islam. OREMOS.
-
Por los que rigen los destinos de las naciones, para que promuevan unas
relaciones justas entre sus pueblos. OREMOS.
-
Por los que están desempleados, por los que viven en condiciones laborales
indignas, para que no pierdan la esperanza y encuentren en sus reivindicaciones
el apoyo de la sociedad. OREMOS.
-
Por los que son perseguidos a causa del Evangelio, para que la gracia de Dios
les sostenga en su testimonio evangélico. OREMOS.
-
Por los que habitualmente participamos de la Eucaristía dominical, para que acojamos
con fe la Palabra que se nos proclama y nos dejemos transformar por su gracia.
OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Señor,
Jesús, Apóstol del Padre,
enviado
para liberarnos de nuestras esclavitudes,
anunciarnos
el evangelio del Reino
e
introducirnos en el misterio de Dios.
Gracia,
porque has venido a nuestra tierra,
te
has hecho familiar a nosotros
y
has compartido solidariamente nuestra vida
para
manifestarnos, por tu fraternidad,
que
somos hijos del Padre.
Señor,
Jesús, te pedimos de corazón
que
nunca nos escandalicemos de ti;
al
contrario, que tu Espíritu avive en nosotros
la
sorpresa de reconocerte a nuestro lado,
siempre
cercano y compasivo,
siempre
fraterno e íntimo.
¡Oh,
buen Jesús!,
Sé
profeta en nuestras vidas,
que
tus palabras sean luz para nuestros senderos
y
su gracia nos haga testigos de tu amor.
Amén.