En principio
debería darse la bendición con la mano derecha, a no ser que medie algún
impedimento
La mano, que
entre los miembros del cuerpo expresa la actividad, el obrar, y que después del
rostro es la parte que más manifiesta el alma, fue siempre tenida en el
lenguaje religioso como signo de la potencia y de la fuerza. De aquí las
expresiones bíblicas manus Dei o dextera Domini.
Es decir, la «diestra del Señor» es símbolo del poder divino.
En la Biblia
tenemos algunos elementos que pueden orientarnos.
Así, en el Antiguo
Testamento, por ejemplo, la bendición de Jacob a su hijo José y a los hijos de
éste, nos manifiesta que la bendición podía hacerse tanto con la derecha como
con la izquierda, pero era más importante la que se realizaba con la
derecha: José los tomó a los dos, a Efraím con la derecha, a la
izquierda de Israel, y a Manasés con la izquierda, a la derecha de Israel, y
los acercó a éste. Israel extendió su diestra y la puso sobre la cabeza de
Efraím, aunque era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés: es
decir que cruzó las manos, puesto que Manasés era el primogénito; y bendijo a José
diciendo: «El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac (…)».
Al ver José que su padre tenía la diestra puesta sobre la cabeza de Efraím, le
pareció mal, y asió la mano de su padre para retirarla de sobre la cabeza de
Efraím a la de Manasés. Y dijo José a su padre: «Así no, padre mío, que éste es
el primogénito; pon tu diestra sobre su cabeza. Pero rehusó su padre, y dijo:
«Lo sé, hijo mío, lo sé; también él será grande. Sin embargo, su hermano será
más grande que él, y su descendencia se hará una muchedumbre de gentes (Gn
48, 13-19). Mons. Straubinger, comenta este pasaje en la Biblia traducida por
él: “se consideraba la mano derecha como la que transmitía más las bendiciones
del padre”.
Si bien se obra
con ambas manos, se da la primacía a la mano derecha, por eso dijo Jesús: cuando
hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha (Mt,
6, 3). En el Nuevo Testamento, tenemos un ejemplo, entre muchos, de bendición
mediante la imposición de las manos, que se usa aún hoy para la bendición de
los fieles al finalizar la Santa Misa. Nuestro Señor, bendijo a los discípulos
cuando iba a ascender a los cielos: Los sacó hasta cerca de Betania y,
alzando sus manos, los bendijo (Lc 24, 50). El libro del Apocalipsis tiene
algunas referencias al uso de la mano derecha extendida. Por ejemplo, cuando el
Hijo de Hombre (Cristo) posa su mano derecha sobre a Juan: Cuando lo
vi, caí a sus pies como muerto. El puso su mano derecha sobre mí diciendo: «No
temas, soy yo, el Primero y el Ultimo… (Ap 1, 17).
Para impartir
las bendiciones, santiguarse o persignarse, no existe en el Misal
Romano (2002), una indicación precisa, pero se supone por la tradición
litúrgica y bíblica (incluso por los testimonios del arte sacro), que las
bendiciones se hacen con la mano derecha, o con ambas manos (imposición de
manos, o manos extendidas hacia adelante).
El Missale
Romanum (1962) lo manda expresamente en el Ordo Missae para
el caso de la signación del Evangelio antes de su proclamación: «pollice
dexterae manum signat librum…» (indicación que omite el MR 2002,
pero que se incluye en el actual Caeremoniale Episcoporum, n. 141).
Asimismo, en el respectivo Ritus Servandus in celebratione Missae(1962),
se prescribe que las bendiciones se realizan con la mano derecha, teniendo la
mano izquierda en el pecho o apoyada sobre el altar, según el caso:«…producens
manu dextera a fronte ad pectus signum crucis…» (RS, 4) y, más
adelante, la rúbrica establece: «Seipsum benedicens, vertit se palmam manus
dexterae (…) Si vero alios, vel rem aliquas benedicit (…) ac benedicendo totam
manum dexteram extendit» (RS, 5). Por otra parte, en el antebrazo
izquierdo se viste el manipulum, que cae hacia abajo, lo cual
entorpecería una bendición a las ofrendas, por ejemplo, con dicha mano. Esta
norma sobre la posición de la mano derecha y la izquierda durante la bendición,
ha sido recogida por el Caeremoniale Episcoporum (n. 108).
El actual Bendicional del
Ritual Romano, menciona el signo de la cruz (y también la imposición de manos)
como expresivo de las bendiciones, pero no da más detalles sobre con qué mano
deben realizarse (Cf. De Benedictionibus, Praenotanda,
26, b).
El Ordo
Paenitentiae, prescribe al sacerdote al impartir la absolución de los
pecados, imponer ambas manos o bien la mano derecha sobre el penitente.
La Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos emitió un Decreto sobre
la señal de la cruz en las bendiciones (publicado en Acta Apostolicae
Sedis 94 (2002) 684), en el que se dice: «Habiendo estado siempre en
vigor la costumbre, nacida del uso habitual, de que en los ritos de la
bendición se empleara la señal de la cruz, trazándola el celebrante con
la mano derecha sobre las personas o las cosas por las que se impetra
la misericordia…».
En principio,
debería, pues, darse la bendición con la mano derecha, a no ser que medie algún
impedimento. En ese caso nada obsta que se realice con la mano izquierda. De
todos modos, el significado preciso de la señal de la cruz no tiene que ver con
la mano con que se realice, sino más bien con la oración o rito al que
acompaña. La mayoría de las veces será para bendecir, o para invocar a la
Santísima Trinidad, pero también puede realizarse en una fórmula imprecativa de
exorcismo.
P. Jon M. de
Arza, IVE
Fuente:
El teólogo responde