Bricolaje
de primera
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día tenía que montar un armario, y Joane e Israel se ofrecieron a
ayudarme.
La
dificultad estaba en “el apaño”. Ese armario era para el refectorio (comedor).
En su interior va el radiocasete, y había que hacer un agujero en la trasera e
introducir una regleta para que le llegue la luz.
Calculamos
el lugar exacto. El problema era el tamaño. Al principio queríamos meter solo
el cable; luego pensamos que era mejor más grande, para que entrara el enchufe.
Cogimos la sierra... y el agujero nos salió del tamaño de una boca de metro.
Pasa la regleta entera sin problemas.
-Bueno,
lo tapan las puertas... -concluimos sonriendo.
Seguimos
atornillando, clavando... Terminado el trabajo, nos apartamos para cerrar el
armario y contemplar nuestra obra de arte.
Lo
hicimos y... er... digamos que... ejem... una puerta montaba sobre otra, por no
hablar de la separación de casi un dedo que había en la zona de las bisagras.
-Uy,
igual se nos ha olvidado atornillar algo...
-¿Tú
crees?
-Tal
vez es cuestión de apretar...
Un
repique de campana nos hizo saltar alarmadas:
-¡¡Que
vienen las monjas a comer!!
-¡No
podemos dejar el armario así!
-¡Rápido,
rápido! ¡¡Desatornilla las puertas!!
-¿¿Y
el agujero??
-¡Mejor
que vean el agujero a este desastre! ¡¡Se reirán de nosotras hasta fin de
siglo!!
Entre
risas nerviosas, sacamos las puertas con bisagras y todo, y salimos corriendo
como quien está robando. Por supuesto, el agujero del armario fue el tema de
conversación en el recreo...
Ya
en la oración, me reía con el Señor: En el fondo, a todos nos gustaría acertar
en lo que hacemos, en las decisiones que tomamos, tener un comportamiento digno
de elogio... Nos hacemos mil propósitos, pero, “cuando no metes la pata por un
lado, la metes por otro; y, si no, por los dos a la vez”.
Podemos
tratar de aparentar ser perfectos sin embargo, tarde o temprano nuestra pobreza
queda a la vista: un olvido, una falta de paciencia, ese mal genio
incontrolable...
En
ese momento caí en la cuenta: nos gustaría muchísimo ser una obra acabada de
santidad... ¡pero, mientras estemos en este mundo, estamos en construcción!
Cristo
cuenta con nuestra debilidad, con nuestros miedos, y jamás se desespera. En sus
manos, estas situaciones ¡son un auténtico momento de gracia! Puedes tratar de
“disimularlas”, quizá te salga justificarte... pero el Señor te invita a
recorrer el camino de la sencillez, el camino del perdón.
El
Señor está deseando derramar su amor en nosotros, precisamente a través de esos
“agujeros”, esos “tornillos aflojados”.
Hoy
el reto del amor es que, ante un error o fallo que cometas, pidas perdón al
hermano. Dirige tu mirada al Señor y descubre la alegría de saber que Él sigue
trabajando en ti. No eres un armario acabado, ¡pero estás en las mejores manos!
¡Este Carpintero sabe hacer maravillas! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma