¿SABÍAS QUE UN BAUTIZADO LE PERTENECE A CRISTO PARA SIEMPRE?

Tal vez no lo sepas, pero si eres bautizado serás de Cristo para toda la eternidad, pero debes entender que tu oportunidad de corresponderle es en esta vida.

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Una idea que tienen algunos cristianos - que quieren dejar de serlo - es que basta con que sean borrados del libro donde fue inscrito su Bautismo para dejar de ser católicos. Pero eso no es tan sencillo porque el bautizado le pertenece a Cristo para siempre, como lo afirma el Catecismo de la Iglesia católica:

Hecho miembro de la Iglesia, el bautizado ya no se pertenece a sí mismo (1 Co 6,19), sino al que murió y resucitó por nosotros (cf 2 Co 5,15). (CEC 1269)

Renacidos por el Bautismo

Para profundizar en esta realidad, hay que recordar que Jesús envió a sus discípulos a predicar el evangelio a todas las naciones bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28, 19).

Estas enseñanzas del Señor debían ser transmitidas a todos los hombres de todos los tiempos, lo que se ha hecho puntualmente a través de su Iglesia. Ahora bien, el bautizado recibe una carga inmensa de dones para comenzar su vida purificado, renacido y revestido de Cristo:

 El Bautismo no solamente purifica de todos los pecados, hace también del neófito "una nueva creatura" (2 Co 5,17), un hijo adoptivo de Dios (cf Ga 4,5-7) que ha sido hecho "partícipe de la naturaleza divina" (2 P 1,4), miembro de Cristo (cf 1 Co 6,15; 12,27), coheredero con Él (Rm 8,17) y templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6,19) (CEC 1265)

Sellados para siempre

Ahora bien, regresemos al punto: una persona no católica es una criatura de Dios con la dignidad del ser humano, pero a partir del Bautismo ha sido sellado con el carácter bautismal:

Incorporado a Cristo por el Bautismo, el bautizado es configurado con Cristo (cf Rm 8,29). El Bautismo imprime en el cristiano un sello espiritual indeleble (character) de su pertenencia a Cristo. Este sello no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación (cf DS 1609-1619). Dado una vez por todas, el Bautismo no puede ser reiterado (CEC 1272).

Por eso, el bautizado, aunque sea apóstata o se cambie de religión, le pertenecerá a Cristo para siempre, sin embargo, es importante destacar que eso no le garantiza la salvación, pues el compromiso bautismal es encarnar a Cristo en la propia vida, siendo fiel a él y a sus enseñanzas. Es obvio que alguien que rechaza libremente al Señor no puede esperar ir al cielo con Él.

Pero si permanece fiel, que para eso también ha sido consagrado, aprovechando al máximo las gracias de cada sacramento y esforzándose en seguir a su Señor con su testimonio, recibirá el premio de la vida eterna.

Mónica Muñoz 

Fuente: Aleteia