Termómetro
auditivo
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
-Ahora
ya sí que hace frío -dijo una hermana.
El
comentario me bloqueó por completo. Personalmente, tras incontables días
escarchada, lo que me salía era preguntar: “Y lo que hemos pasado estos meses,
si no era frío, ¿¿se puede saber qué era??”
Pero
al instante el Señor trajo a mi memoria una frase que se dice mucho por aquí:
“Estos de Burgos, que al frío le llaman ‘fresquito’...”
Sin
embargo, lo cierto es que, en cuanto a temperatura, no se notaba gran
diferencia con el día anterior. ¿Por qué “ahora” hacía frío?
-Porque
el campanillo ha dejado de tocar -me respondió la hermana- Se ha congelado el
mecanismo.
El
campanillo es la campana más pequeña del campanario del monasterio. Su sonido
es alegre y rápido, a arrebato: “Tintintintintin...” Tiene un mecanismo para
que toque a Laudes y a Vísperas de forma automática, pero no lleva nada bien el
invierno. Cuando bajan mucho las temperaturas, se congela... ¡y el campanillo
estará callado hasta que vuelva la primavera!
Este
detalle me ha hecho orar mucho: ¡el frío le hace guardar silencio! Y, al fin y
al cabo, ¿no nos sucede lo mismo a nosotros?
Cuando
te acercas a una persona y notas que no te escucha, que no le interesa lo que
le cuentas... cuando sientes ese frío, ¿a que tú también optas por el silencio?
Cualquiera
podemos encontrarnos con ese tipo de “inviernos”, ¡pero sabemos dónde está el
calor!
Bien
lo dice la Palabra: “¿Hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan
cerca como lo está el Señor Dios de nosotros siempre que lo invocamos?” (Dt 4,
7)
En
Jesús siempre encontrarás acogida, cariño, atención. ¡Cómo será la mirada de
Cristo, su sonrisa, que los niños se acercaban sin temor a sentarse sobre sus
rodillas! Los niños van donde hay cariño...
Jesús
te espera cada día, deseoso de que le hables, de que le cuentes lo que pasa por
tu interior. Nada es tan grande para que Él no lo pueda soportar; nada, que de
alguna manera te afecte, es demasiado pequeño para que Él no lo note. ¡Cristo
te espera!
“Venid
a mí... y encontraréis vuestro descanso”.
Hoy
el reto del amor es llevar calor. Para ello, ¡debes calentarte tú primero! Te
invito a que detengas unos minutos tu jornada para estar con el Señor. Háblale
con sinceridad, no temas mostrarte como eres. Él te conoce, ¡y te ama! Y hoy
escucha con cariño a esa persona que se acercará a compartir contigo. ¡Que no
se congele ningún campanillo! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
