Orquesta
polifónica
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
“Otra que ha caído...”
El
recuento cada mañana es del todo desalentador. Lo cierto es que nuestra
Comunidad está siendo diezmada... ¡¡por los virus!!
Estos
diminutos seres no respetan la clausura ni nada. Sin pedir permiso, saltándose
todas las normas, campan a sus anchas por los pasillos del Monasterio. La que
escribe estas líneas, para más señas, tiene un trancazo de caballo que a punto
está de acabar con ella.
Cada
año son las mismas precauciones y recomendaciones: que si beber mucho agua, que
si lavarse 200 veces las manos... Y, cada año, idéntico resultado: en el
momento en que una cae, allá detrás que vamos todas. Que no se puede ser tan
comunitarias, oye.
Por
las mañanas, en el coro disfrutamos de una polifonía de lo más variada:
carraspeos, toses, estornudos...
Tratando
de mejorar nuestro plan de defensa, este año he querido estudiar las formas de
contagio. Resulta que puedes coger un catarro por frío, por dar la mano a
alguien que lo tiene, por tocar el pomo de la puerta, ¡o por respirar el mismo
aire! ¿Conclusión? No hay forma humana de evitarlo. Incluso he descubierto que
las defensas, superado el catarro, “se relajan”, ¡así que puedes pillarlo por
segunda vez!
De
pronto caí en la cuenta de que esto mismo es lo que sucedió en los primeros
años de la Iglesia: ¡¡el cristianismo se contagiaba por todas partes y a gran
velocidad!! ¿Qué sucedía?
Muy
sencillo. Ante una sociedad egoísta y cruel, los cristianos apostaban por amar
de mil formas: acogían a los ancianos, curaban enfermos, atendían a los
pobres... y, sobre todo, se cuidaban entre ellos. ¿Quién no querría ser amado
así?
Pero
el amor de los cristianos era solo un reflejo de un Amor más grande: “Amaos
como yo os he amado…” ¡¡ellos amaban de la misma forma que habían sido amados
por Cristo!! Y a eso mismo es a lo que hoy Jesús nos invita.
El
amor tiene una fuerza contagiosa irresistible. El amor tiene mil expresiones,
mil formas. Quien apuesta por amar así, acaba cambiando su mundo porque, ¡el
amor también se contagia por el aire! No hay plan de defensa capaz de resistir
a un amor así. Porque nadie puede vivir sin respirar...
Hoy
el reto del amor es descubrir el amor de Cristo. Te invito a que hoy, en tu
oración, te hagas consciente del amor incondicional que Jesús siente por ti.
¡Empápate de su amor! Y, desde Él, ¡ama a los demás! Hoy haz un servicio sin
pedir nada a cambio. ¡Feliz y contagioso día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma