HISTORIA Y EXPLICACIÓN DE LA LETANÍA LAURETANA (XV)

En honor de nuestra Madre Santísima, es la más popular de todas las Letanías, llamada así porque se usó por primera vez en el Santuario de Loreto

REINA CONCEBIDA SIN MANCHA DE PECADO ORIGINAL

El título que vamos a comentar es muy glorioso para la Virgen María.

Fue el gesto sabio y providente del gran Pontífice Pío IX quien el 8 de diciembre de 1854, la insertó en el sagrado tesoro de la fe católica por el Dogma de la Inmaculada Concepción.

Este singular privilegio de haber sido preservada de la culpa original, coloca a la Virgen junto al eterno Hijo de Dios, con un linaje de gloria que es el mayor que puede concebirse.

Para comprender este artículo de nuestra fe, hemos de remontarnos a la cuna del género humano cuando el pecado despojó a los primeros seres humanos de la gracia de Dios, de los dones sobrenaturales que Dios les había otorgado y de la justicia original.

La justicia original consistía en un conocimiento más perfecto de Dios y de si mismos, en la sujeción de la razón y de la voluntad a la ley Divina, en la inmortalidad del cuerpo y en la exención del dolor y de la fatiga. Todo esto se perdió por el pecado original.

Por este pecado tenemos necesidad de la redención de Jesucristo y de la gracia de Dios, gracia que nos sitúa en un estado, bajo muchos aspectos mejor que aquel del cual caímos, "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". (Rom. 5, 20).
Argumentos que prueban la Inmaculada Concepción de María.

Para fortalecer nuestra fe es suficiente la voz infalible de la Iglesia, pero para mayor gloria de Dios y de María Santísima, examinaremos los principales argumentos en los que se funda el Dogma de la Inmaculada Concepción.

La Sagrada Escritura:

De un privilegio tan excelso de María, nos dio el mismo Dios claro testimonio cuando prometió al futuro Redentor y afirmaba, dirigiéndose al demonio: "pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo, ella aplastará tu cabeza,"

María Santísima y su Divino Hijo tendrán los dos las mismas enemistades con el demonio, con el pecado, por consiguiente María será concebida como concebirá Ella a Jesús, en la enemistad del mal, o sea sin pecado.

• La tradición:

En las obras de los santos Padres y de los escritores eclesiásticos, se encuentran varias frases que expresan la pureza Inmaculada de María Santísima.

• La razón:

Dios es santidad Infinita, esencial, absoluta. Dios no puede habitar donde no brilla la santidad más perfecta y más pura. Esta es la razón por la cual María fue preservada del pecado original, porque Dios pudo consentir que Ella fuera pobre, ignorada, y aun despreciada a los ojos del mundo, pero no pudo permitir que fuera ni un solo instante esclava del pecado. El Altísimo santificó su tabernáculo.

Porque María estaba destinada a ser Madre de Dios, fue preservada del pecado original, así lo exigía la santidad de Cristo, el honor de Dios, el atributo necesario de su santidad.

Otra prueba de la Inmaculada Concepción de María puede deducirse de su oficio de Corredentora de la humanidad. No queremos significar con esto que la Obra Redentora de Jesucristo y la de su Madre deban situarse en un mismo plano de igualdad; Ella cooperó al gran rescate como y cuanto pudo hacerlo una criatura, según la ordenación divina. El Hijo de Dios, queriendo redimir a la humanidad, se hizo hombre en el seno purísimo de María, que fue el instrumento, el medio por el cual El asumió nuestra naturaleza. María Santísima concurrió de hecho, especialmente en el Calvario a la Oblación de Jesús. En este sentido la llamamos Corredentora.

He aquí como la Sagrada Escritura, los Santos Padres, la revelación y también la razón iluminada por la fe demuestran la verdad de la Inmaculada Concepción de María y cuan justamente la Iglesia Católica honra y saluda a la Virgen como Reina concebida sin mancha del pecado original.

¡Virgen Inmaculada! Madre de Dios y Madre nuestra. purifica nuestros corazones y prepáralos para recibir a Jesucristo, el Cordero Inmaculado, en el Sacramento del Amor!

NOTA.- Con la verdad católica sobre el pecado original, queda abatido el primer fundamento de todas las herejías antiguas y modernas, las cuales niegan ESTA VERDAD.

Es evidente que si no existió el pecado original, es inútil la Redención de Cristo. inútil la Iglesia fundada por El, inútil la Jerarquía, etc.. La solemne definición del Dogma de la Inmaculada Concepción de María aplasta todos los errores contra la fe y contribuye poderosamente a la exaltación de la FE CATÓLICA.

REINA LLEVADA AL CIELO

El Papa Pío XII, Pastor universal y Maestro infalible de la Santa Iglesia, el día 1°. de Noviembre de 1950, dijo: "Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la verdad, para Gloria de Dios Omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia, para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para acrecentar la Gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, PRONUNCIAMOS, DECLARAMOS Y DEFINIMOS SER DOGMA DE REVELACIÓN DIVINA QUE LA INMACULADA MADRE DE DIOS, SIEMPRE VIRGEN MARÍA, CUMPLIDO EL CURSÓ DE SU VIDA TERRENA. FUE ASUNTA EN CUERPO Y ALMA A LA GLORIA CELESTE".

Esta solemne definición, esperada por los fieles de todo el orbe, añade una perla más a la corona de nuestra Madre y Reina María, y constituye desde aquel día una nueva Invocación de las Letanías y por consiguiente un motivo más para estos devotos comentarios.

Un Dogma es una verdad revelada por Dios y definida como tal por la Santa Iglesia, debe ser creída con fe divina y católica, según el lenguaje de los teólogos. Por tanto, la definición dogmática de la Asunción, acto solemne del Magisterio supremo e infalible del Romano Pontífice, nos obliga a creer con acto de fe divina y católica que la Asunción forma parte del tesoro de la Revelación confiado por Dios a su Iglesia.

Pero el Papa, cuando define, no hace más que declarar lo que se contiene en la Revelación, terminada con el último de los Apóstoles. Por eso la Bula de la Asunción, antes de las palabras de la definición, expone los fundamentos teológicos del nuevo Dogma:

• Consentimiento de la Iglesia.

El primer argumento es el sentir unánime de la Iglesia, cuyo valor teológico perfila claramente el Papa con estas palabras: "Este singular consentimiento del Episcopado católico y de los fieles, al creer definible como Dogma de Fe la Asunción corporal de la Madre de Dios al cielo, manifestó por si mismo de modo cierto e infalible que tal privilegio es verdad revelada por Dios y contenida en aquel Divino depósito que Cristo confió a la Iglesia para que lo custodiase fielmente e infaliblemente lo declarase. Así pues, del consentimiento universal del Magisterio ordinario de la Iglesia se deduce un argumento cierto y seguro para afirmar que la Asunción corporal de la Bienaventurada Virgen María al cielo es verdad revelada por Dios y por eso todos los fieles de la Iglesia deben creerla con firmeza.

Clausura el Santo Padre Pio XII la serie de argumentos en pro de la creencia de la Asunción, con el fundamento en la Sagrada Escritura, la cual pone a la Augusta Madre de Dios unida estrechamente a su Divino Hijo y siempre partícipe de su suerte. De donde parece casi imposible imaginaria separada de Cristo, a Aquella que lo concibió, le dio a luz, lo nutrió con su leche, lo llevó en sus brazos. Nuestro Redentor es Hijo de María y corno observador perfecto de la ley, no podía menos que honrar, además de al Padre Eterno, también a su santa Madre, pudiendo concederle el gran honor de preservarla inmune de la corrupción del sepulcro.

Continua el Papa Pío XII "Por lo cual, como la gloriosa Resurrección de Cristo fue parte esencial y signo final de esta victoria, así también para María Santísima la común lucha debía concluir con la glorificación de su cuerpo virginal, porque como dice el apóstol San Pablo: "cuando este cuerpo mortal sea revestido de inmortalidad, entonces sucederá lo que fue escrito: la muerte fue absorbida en la victoria" (la. Cor. 15, 54).

¡Oh Virgen Inmaculada Madre de Dios y Madre nuestra, creemos con todo el fervor de nuestra fe en tu Asunción triunfal en alma y cuerpo al cielo, donde eres aclamada Reina por todos los coros de los Angeles y por toda la legión de los Santos, nos unimos a ellos para alabar al Señor, que te ha exaltado sobre todas las demás criaturas, y para ofrecerte nuestro devoción y nuestro amor!

Por: Redacción Mercaba

Fuente: www.mercaba.org