Siyanbonga
Banele Dnlovu nos comparte el testimonio de su vocación
Siyanbonga
nació un 20 de Febrero de 1994 en el seno de una familia católica muy devota.
Sin embargo, su madre muere en 1999 y su padre era ya alcohólico. Con tan solo
6-8 años de edad, Siyanbonga se ve obligado a vivir en las calles con su
hermano.
“Siendo
niños de la calle, mi hermano y yo tuvimos que adaptarnos a la vida viciosa de
la calle y eso se convirtió en una norma para nosotros. Lo único que nos
distinguía de los demás es que íbamos a la escuela. Milagrosamente, nuestro
rendimiento académico y deportivo era muy alto. Aún más: era mejor que él de
niños de nivel social más alto que el nuestro.”
Una transición marca el
descubrimiento de su vocación
“Desde el desierto, el Señor logró mostrarnos la tierra prometida. Finalmente nuestro hermano mayor se enteró del tipo de vida que estábamos viviendo. Me mudé otra vez a Ladysmith para quedarme con una tía. Aquí es donde Dios empezó a comunicarme lo que realmente quería de mí y finalmente entré en contacto con la fe. Tras la formación católica, los niños recibimos el sacramento de la santa comunión y luego me convertí en un monaguillo.
“Desde el desierto, el Señor logró mostrarnos la tierra prometida. Finalmente nuestro hermano mayor se enteró del tipo de vida que estábamos viviendo. Me mudé otra vez a Ladysmith para quedarme con una tía. Aquí es donde Dios empezó a comunicarme lo que realmente quería de mí y finalmente entré en contacto con la fe. Tras la formación católica, los niños recibimos el sacramento de la santa comunión y luego me convertí en un monaguillo.
En
fin, me enamoré de la fe y Dios me dio una luz y me acercó a Él. En esa etapa,
un pariente nuestro fue ordenado sacerdote y fue entonces cuando todo tuvo
sentido y todo estuvo completo en mi corazón. De esa temprana edad todavía
guardo un sentimiento en mi corazón y en mi mente, como un “¡esto es lo que
siento, esto es lo que deseo, este soy yo!”, ya que Dios prendió fuego a mi
corazón. Pero llegué a convencerme a mí mismo de que debía contenerlo en mi
corazón, de que podía contenerlo: después de todo, solo era un niño.”
Estudios secundarios y el
fuego en su corazón
“Finalmente
fui a hacer mis estudios secundarios en un colegio católico, la Inkamana High
School. Esta es la etapa de mi vida en la cual Dios dijo: “Vamos, hijo mío,
profundicemos nuestra relación”, y este fue el lugar perfecto para hacerlo, en
el entorno de monjes y monjas benedictinos.
Pensé
que me había insertado en el estilo de vida común que todos los demás niños
vivían. Estaba seguro de que no mostraba ninguna señal de vocación a la vida
religiosa, de hecho, en algunas etapas descarté esta idea y evité
enfrentarme al gran interrogante de la vocación, porque en el fondo pensaba que
quien abraza la vida religiosa pierde algo”.
Una tragedia lo lleva a un
estado de coma
“El
2011 fue el año de la JMJ en Madrid, y fui elegido para ir como representante
de la escuela. El 9 de julio, el día anterior de que se me entregara el visado,
alrededor de la medianoche, tuvimos un accidente automovilístico, y Dios llamó
a mi hermano con sus dos hijos. Seis almas se perdieron en este accidente y dos
sobrevivieron: Dios siempre tiene su plan sobre nosotros que nunca
entenderemos.
Estuve
en coma durante dos semanas y esto me hizo imposible ir a España. Los planes de
Dios conmigo se manifestaron incluso en mi estado inconsciente. Supongo que el
fuego simplemente había llegado a ser demasiado grande para que lo contuviera
dentro de mí, después de tal milagro que Dios realizó para mi supervivencia.
Tuve una operación exitosa. La hemorragia cerebral, los puntos de sutura
que llevo en mi cuerpo no son de alguna manera una limitación, sino el
testimonio de las maravillas de Dios, al igual que las cicatrices de nuestro
Señor resucitado eran un signo de victoria.”
Ingreso al seminario
Siyabonga
presentó varias solicitudes para ingresar al seminario a través de su diócesis
pero no tuvo éxito. Fue hasta que el obispo de la Diócesis de Eshowe intercedió
por él, gracias a su tutor, que en aquella época estaba estudiando filosofía en
la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
“Y
así llegué a Roma, a la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Dios me dijo:
“toma tu cruz y sígueme, aunque sea en la otra parte del mundo: haré que tu
carga sea liviana”. Aquí es donde tengo la suerte de estar ahora y recibir mi
formación en el Colegio Eclesiástico Internacional Sedes Sapientiae, gracias al
esfuerzo de mis bienhechores que me compensan de tanto sufrimiento en mi vida.
De hecho, Dios realmente te despoja de todas las cosas mundanas si realmente
intenta hacer grandes cosas para la gloria de Su nombre.”
Para
leer el testimonio completo de Siyanbonga, visita aquí.
Centro
Académico Romano Fundación CARF, nació en 1989, y ayuda
fundamentalmente a la formación integral de sacerdotes y seminaristas de la
Universidad Pontificia de la Santa Cruz (PUSC), de las Facultades de Estudios
Eclesiásticos de la Universidad de Navarra (UNAV) y de los Colegios Eclesiásticos Internacionales Sedes Sapientiae y Bidasoa.
Por CARF Centro
Académico Romano Fundación
Fuente:
Aleteia