El Papa confía en que “nuestro testimonio común de oración y fe dará sus frutos y que su visita fortalecerá la ya sólida colaboración entre luteranos, ortodoxos y católicos en Finlandia”
2019.01.19 Delegación Ecuménica de la Iglesia Luterana de Finlandia (Vatican Media) |
El
Papa Francisco recibió esta mañana a la delegación ecuménica de Finlandia, que
como es tradición llega a Roma en ocasión de la fiesta de San Henrik,
permitiendo, les dijo el Papa este encuentro fraternal contribuyendo en la
promoción de la unidad de los cristianos
Cada
año, los cristianos en el mundo hacen una cita especial para pedirle al Señor
una mayor unidad. Es la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que
este año se enfoca en el versículo bíblico "Traten de ser verdaderamente
justos" (cf. Dt 16: 18-20). Está en plural y nos recuerda que la justicia
no se puede hacer sola: se pide y se busca la justicia todos juntos. Así se
dirigió el Papa a la delegación, y les reafirmó que, en un mundo desgarrado por
la guerra, el odio, el nacionalismo y la división, la oración común y el
compromiso por una mayor justicia no se posponen. Estas son omisiones que no
podemos permitirnos.
Asimismo,
el Papa confía en que “nuestro testimonio común de oración y fe dará sus frutos
y que su visita fortalecerá la ya sólida colaboración entre luteranos,
ortodoxos y católicos en Finlandia”. Más adelante, dijo que el compromiso común
en favor del ecumenismo es una exigencia esencial de la fe que profesamos, un
requisito que proviene de nuestra propia identidad como discípulos de Jesús. Y
como discípulos, al seguir al mismo Señor, entendemos cada vez más que el
ecumenismo es un camino, un camino que, como han constantemente subrayado
varios Pontífices, un camino desde Concilio Vaticano II en adelante, y que es
irreversible.
Un compromiso común: la
unidad
La
unidad entre nosotros crece a lo largo de este camino, les dijo, por lo tanto,
su peregrinación anual a Roma es un signo particularmente elocuente, del cual
les agradezco. Este camino nos invita a caminar juntos por el camino de la
unidad que, en la gracia del Espíritu Santo, nos une a Cristo nuestro Señor
como hijos amados del Padre y, por lo tanto, como hermanos y hermanas entre
nosotros. Agradezco al obispo luterano de Kuopio, así como por sus amables
palabras y por sus preciosas oraciones, también por haber señalado, dijo, el
hecho de que tenemos ante todo un servicio de caridad y un testimonio de fe
común por ejercer.
“Se
fundan en el bautismo, en nuestro ser cristianos: ¡este es el centro! De hecho,
como se nos recordó, las diversas clasificaciones sociológicas, que a menudo se
atribuyen superficialmente a los cristianos, son aspectos secundarios. Cuando
oramos juntos, cuando juntos anunciamos el Evangelio y servimos a los pobres y
necesitados, nos encontramos en el camino y el viaje en sí progresa hacia la
meta de la unidad visible”.
Incluso,
afirmó el Papa, las cuestiones teológicas y eclesiológicas que aún nos alejan
se resolverán solo durante este viaje común, sin forzar nuestra mano y sin
prever cómo y cuándo ocurrirá esto. Pero podemos estar seguros de que, si somos
dóciles, el Espíritu Santo nos guiará en formas que ni siquiera podemos
imaginar hoy. Mientras tanto, el Pontífice recordó que todos estamos llamados a
hacer todo lo posible para alentar la reunión y resolver los malentendidos, las
hostilidades y los prejuicios que han echado a perder nuestras relaciones
durante siglos. La reciente Declaración de la Comisión de Diálogo
Luterano-Católico de Finlandia sobre la Iglesia, la Eucaristía y el Ministerio,
titulada Comunión en Crecimiento, contribuyó al viaje hacia el consenso
teológico. El diálogo debe continuar, llevando adelante lo iniciado.
No estamos solos
No
estamos solos en el camino. Hay testigos comunes que, como San Henrik, nos
preceden en nuestro viaje. Entonces es realmente cierto, gracias por
recordarnos esto también, que la Tradición no es un dilema, sino un regalo. La
Tradición, dijo el Papa, se refiere al verbo latino tradere, que significa
entregar. La tradición no es algo que nos pertenece para distinguirnos, sino
una entrega que nos ha sido encomendada para enriquecernos mutuamente. Siempre
estamos llamados a regresar a la entrega original, desde donde fluye el río de
la Tradición: es la costilla abierta de Cristo en la cruz. Allí nos dio todo de
sí mismo, también nos dio su Espíritu (cf. Jn 19, 30.34). De allí vino nuestra
vida como creyentes, allí está nuestra regeneración perenne. Allí encontramos
la fuerza para llevar los pesos y cruces de unos a otros. Precedidos y
sostenidos por aquellos que dieron sus vidas por amor al Señor y por nuestros
hermanos y hermanas, estamos llamados a no cansarnos nunca de nuestro viaje.
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
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