Gjon bromea sobre su historia haciendo ironía de sí mismo.
Recuerda cuando un secretario del Partido Comunista quería que blasfemara
contra San Antonio…
Gjergj Meta es el joven obispo (41) de la diócesis de
Rrëshen en Albania que desde su ordenación el año 2017 ha venido situando en
los medios de comunicación las urgencias pastorales de sus feligreses, quienes
aún cargan los estigmas de pobreza que dejaron décadas de dominación comunista.
Hace algunas semanas visitando Stojan, un pueblo en la periferia sur de su diócesis -narra el padre obispo en el portal italiano de noticias SIR-, fue sorprendido por el testimonio de fe y devoción mariana que le regaló un anciano.
Hace algunas semanas visitando Stojan, un pueblo en la periferia sur de su diócesis -narra el padre obispo en el portal italiano de noticias SIR-, fue sorprendido por el testimonio de fe y devoción mariana que le regaló un anciano.
Ese día 23 de octubre, fiesta patronal de San Juan Capestrano, y después de
celebrar la eucaristía en la pequeña iglesia del pueblo donde confirmó a 7
niños, el padre obispo Meta llevó la comunión a personas que por limitaciones
físicas no podían acudir al templo. “Visitamos a dos familias pobres, pero
acogedoras y generosas. En la fiesta patronal todas las casas del pueblo están
abiertas para recibir a los huéspedes para el almuerzo y la cena. Probamos un
poco de grappa según la tradición y finalmente fui a la casa de Gjon que me
esperaba, porque sabía que vendría el obispo”.
El anciano, de 97 años, le recibió con un saludo en perfecto italiano y aunque
el obispo le explicó que era albanés como él, Gjon sonriendo solo comentó que
ya lo sabía pero que le gustaba hablar ese idioma que aprendió cuando en 1939
trabajó como obrero en una empresa italiana en Rubik. Acto seguido, relata el
obispo, Gjon le regalaría su testimonio…
“Tiene el rosario en la mano y empieza por decirme: «Llevo 74 años luchando
contra el que nos aleja de Dios»; se refiere al diablo, cuyo nombre no
quiere mencionar. Para él, el diablo tiene la cara del régimen totalitario del
comunismo… «Fui arrestado tres veces y enviado a fusilar -prosigue
Gjon-, pero sigo vivo gracias a la oración. Yo era un tipo sanguíneo,
siempre llevaba un arma conmigo. Quería usarla alguna vez, pero la oración me
retenía sin matar a nadie. Es una pena matar. ‘Aquél que intenta alejarnos de
Dios’ me ha tentado en varias ocasiones a vengarme de los que me persiguieron,
pero no lo he hecho» Y entonces con evidente emoción mostrando en su mano a
qué se refiere sentencia: «El rosario me ha salvado»".
Gjon bromea luego sobre su historia haciendo ironía de sí mismo. Recuerda
-escribe el padre obispo- cuando un secretario del Partido Comunista quería que
blasfemara contra San Antonio y fingió estar demente diciendo que no podía insultar
a una tortuga. El anciano le da más detalles, dice, confidenciando que: «También
en esa ocasión la sangre se me subió a la cabeza y quise sacarla, pero algo
fuera de mí me detuvo. Eran tiempos difíciles. La vida estaba sujeta de un
hilo. Me hicieron de todo, pero no ganaron. La fe ha ganado. Era la fe de mi
padre y de mi madre.... Cuando éramos niños rezábamos el rosario tres veces al
día».
“Gjon no quiere parar de conversar -escribe el padre obispo-, tiene tanto que contar, toda una vida que en tres años llegará a los 100. Le dije que tenía razón en resistirse. Sus dedos son para la corona del rosario y no para mover el gatillo del arma. Sonríe y está de acuerdo. Entonces agrego: «Te hemos traído a Jesús porque no has venido a la Iglesia».
“Gjon no quiere parar de conversar -escribe el padre obispo-, tiene tanto que contar, toda una vida que en tres años llegará a los 100. Le dije que tenía razón en resistirse. Sus dedos son para la corona del rosario y no para mover el gatillo del arma. Sonríe y está de acuerdo. Entonces agrego: «Te hemos traído a Jesús porque no has venido a la Iglesia».
Todos rezamos juntos. Su
esposa está a su lado, su segunda esposa, porque la primera murió dejándolo con
niños pequeños que criar. Ahora los dos son ancianos y rezan juntos el rosario
todas las noches. Cuenta que a veces se levanta incluso de noche y cuando no puede
dormir reza el rosario. Recitamos el Padrenuestro y luego alzo ante él la
hostia, diciendo: «He aquí el Cordero de Dios...».
Gjon está absorto y
recibe la comunión recogiéndose en silencio. Permanecemos todos en silencio por
unos instantes y oramos. Tras darles la bendición, le aviso que ya nos
despedimos. Prometo ir a verlo de nuevo y antes de salir digo: «Gracias por
tu hermoso testimonio»”.
Fuente: Portaluz