MEDITACIÓN DIARIA: DOMINGO DE LA TERCERA SEMANA DEL TIEMPO DE ADVIENTO

LA ALEGRÍA DEL ADVIENTO

Dominio público
I.
Adviento: tiempo de alegría y de esperanza. La alegría es estar cerca de Jesús; la tristeza, perderle.

II. La alegría del cristiano. Su fundamento.

III. Llevar alegría a los demás. Es imprescindible en toda labor de apostolado.

La gente le preguntaba: «Entonces, ¿qué debemos hacer?». Él contestaba: «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?». Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido». Unos soldados igualmente le preguntaban: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?». Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga». Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga». Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio. (Lc. 3, 10-18).

I. En la liturgia de la Misa, San Pablo nos da la razón fundamental para tener profunda alegría: el Señor está cerca. (Filipenses 4, 4) El Apóstol también nos da la clave para entender el origen de nuestras tristezas: nuestro alejamiento de Dios, por nuestros pecados o por la tibieza. Cuando para encontrar la felicidad se ensayan otros caminos fuera del que lleva a Dios, al final sólo se halla infelicidad y tristeza.

La experiencia de todos lo que, de una forma u otra, volvieron la cara hacia otro lado (donde no estaba Dios), ha sido siempre la misma: han comprobado que fuera de Dios no hay alegría verdadera. Encontrar a Cristo, y volverlo a encontrar, supone una alegría profunda siempre nueva. La alegría es tener a Jesús, la tristeza es perderle.

II. El cristiano debe ser un hombre esencialmente alegre. Sin embargo, la nuestra no es una alegría cualquiera, es la alegría de Cristo, que trae la justicia y la paz, y sólo Él puede darla y conservarla, porque el mundo no posee su secreto. El cristiano lleva su gozo en sí mismo, porque encuentra a Dios en su alma en gracia. Esta es la fuente permanente de su alegría.

Tener la certeza de que Dios es nuestro Padre y quiere lo mejor para nosotros nos lleva a una confianza serena y alegre, también ante la dureza, en ocasiones, de lo inesperado. No hay tristeza que Él no pueda curar: no temas, ten sólo fe (Lucas 8, 50), nos dice el Señor.

Nos dirigimos a Él en un diálogo íntimo y profundo ante el Sagrario, y en cuanto abramos nuestra alma en la Confesión encontraremos la fuente de la alegría. Nuestro agradecimiento se manifestará en mayor fe y en una esperanza que alejen toda tristeza, y en preocupación por los demás.

III. Un alma triste está a merced de muchas tentaciones. La tristeza nace del egoísmo, de pensar en uno mismo con olvido de los demás, de la indolencia en el trabajo, de la falta de mortificación, de la búsqueda de compensaciones, del descuido en el trato con Dios. Para poder conocer a Cristo, poder servirle, y darlo a conocer a los demás, es imprescindible no andar excesivamente preocupados por nosotros mismos.

Solamente así, con el corazón puesto en Cristo, podemos recuperar la alegría, si la hubiéramos perdido. Esta es una de las grandes misiones del cristiano: llevar alegría a un mundo que está triste porque se va alejando de Dios.

Preparemos la Navidad junto a Santa María y en nuestro ambiente fomentando un clima de paz cristiana, brindaremos muchas pequeñas alegrías y muestras de afecto a quienes nos rodean. Los hombres necesitan pruebas de que Cristo ha nacido en Belén, nuestra alegría se las dará.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

Fuente: Almudi.org