Es curioso que ahora que tenemos los cuidados paliativos para tratar
los síntomas al final de la vida, se plantee la eutanasia
Los expertos critican que se identifique promoción de los cuidados
paliativos y legalización de la eutanasia. Esta última «es totalmente ajena a
la medicina» porque responde a un problema existencial, subraya el
representante del Vaticano ante la Asociación Médica Mundial.
La promoción de
los cuidados paliativos y la legalización de la eutanasia «no van en absoluto
de la mano. La clase política no está a la altura de la sociedad jugando
a cambiar cromos con una situación tan difícil y complicada».
Rafael Mota,
presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), critica con
dureza en declaraciones a Alfa y Omega los intercambios
políticos que llevaron, la pasada semana, a la aprobación en el Congreso de la
Ley de derechos y garantías de la dignidad de la persona ante el proceso final
de su vida. El siguiente paso será su tramitación en el Senado. Si no hay
enmiendas, la redacción aprobada será la definitiva.
La proposición
de ley, presentada por Ciudadanos en 2016, fue admitida a trámite en marzo de
2017 con un amplio consenso, desde el PP hasta Podemos. Sin embargo, después
quedó paralizada. La presentación en mayo de una proposición del PSOE para
legalizar la eutanasia y su posterior adopción como uno de los proyectos
estrella del Gobierno socialista cambió la narrativa. Ciudadanos condicionó su
apoyo a la eutanasia a que saliera adelante la proposición sobre el final de la
vida, y muchos han presentado ambas leyes como dos caras de la misma moneda.
«Siempre habrá
quien pida la eutanasia»
Nada más lejos
de la realidad. Para Pablo Requena, delegado del Vaticano en la Asociación
Médica Mundial y autor del libro ¡Doctor, no haga todo lo posible! (Comares),
la opción por los cuidados paliativos y la eutanasia «son dos modos muy
distintos de afrontar un problema». Y la última «es totalmente ajena a la
medicina –asegura a Alfa y Omega–. Es curioso que ahora que tenemos
medios para tratar los síntomas al final de la vida, se plantee la eutanasia».
Lo atribuye a
que, en el fondo, «lo que mueve a pedirla es un problema existencial: no
encontrar sentido a la vida en una situación de sufrimiento. La medicina puede
ayudar, y mucho», en aspectos como el tratamiento de síntomas. «Pero no se le
puede pedir que solucione eso», y menos aun acabando con la vida del enfermo.
Para un médico, asumir esta petición es «una forma radical de abandono del
paciente, porque se abdica de la misión de acompañarle terapéuticamente al
final de la vida».
Requena reconoce
que, por mucho que mejoren los paliativos, «siempre habrá casos de personas
lúcidas que quieran la eutanasia. Pero, al solucionar el
problema a esos pocos, se lo crearán a otros muchos. Pienso en tantísimas
personas vulnerables –cada vez más, y sin el contexto social y familiar
adecuado– que se plantearán que si no piden la eutanasia están siendo una
carga. Una sociedad que responde así a este problema, me parece poco
solidaria».
«Ha faltado
valentía»
Los expertos en
cuidados paliativos aplauden que la nueva ley ofrezca un marco nacional para su
aplicación, que recoge algunas de sus propuestas. Pero lamentan que su
contenido sea muy genérico. «Ha faltado valentía para hacer una ley más
integral», critica Mota. No se ha recogido, por ejemplo, la que viene siendo
una de las principales reivindicaciones de SECPAL: que se cree una especialidad
y se exija para entrar en los equipos de cuidados paliativos. En la actualidad
no es así, con lo que en una unidad de paliativos puede no haber personal con
la formación necesaria.
Mota también
lamenta que no se ofrezca al cuidador principal de un enfermo terminal algún
tipo de permiso laboral. «Cuando hay un nacimiento se ve clarísima la necesidad
de disponer de ese tiempo. ¿Por qué no en este caso? Siguen teniendo que
recurrir a [subterfucios como] una baja por depresión». El hecho de que el
proyecto de ley se haya aprobado sin asignación presupuestaria le hace temer
además que, al igual que las leyes autonómicas de los últimos años sobre esta
materia, no llegue a cumplirse. «Somos optimistas a medias. Pero hace falta un
desarrollo real de los paliativos. Ya está bien de medidas solo para salir en
la foto».
Más allá del
testamento vital
Requena
considera fundamental que se siga trabajando para que «los cuidados paliativos
puedan llegar a todo el mundo». En la actualidad, 75.000 pacientes en España
que se beneficiarían de ellos no los reciben. También se debe avanzar en una
correcta aplicación de la autonomía del paciente. «En ese ámbito queda mucho
por hacer, porque aunque se lleva años hablando de ello, al final de la vida en
muchos casos todavía decide el médico» sobre si aplicar o retirar tratamientos.
Pero para
alcanzar este objetivo –advierte–, los llamados testamentos vitales impulsados
por las diversas legislaciones –autonómicas y nacional– «tienen un valor
relativo» cuando los realiza y los registra ante la Administración una persona
sana. «Si ya es difícil elegir pudiendo hablar con el médico, imagine si se
decide» sin su asesoramiento y elucubrando sobre una situación futura. «Sí
pueden ser muy útiles –matiza– si se hacen con sentido común, después de una
buena conversación con el médico que te conoce y te ha seguido».
María Martínez
López
Fuente: Alfa
y Omega
Foto:
Pixabay