En la familia carmelita, la fiesta de “la transverberación” de Santa Teresa de Jesús se celebra cada 26 de agosto
Santa
Teresa de Jesús (1515-1582), la primera mujer Doctora de la Iglesia, relató en
sus escritos una de las experiencias místicas que marcó profundamente su
corazón. Este hecho fue tan impactante que la llevó a hacer un voto especial a
Dios que la impulsó en sus reformas, fundaciones y camino de santidad.
Cuenta
la Santa y escritora mística que cierta vez vio a su izquierda un ángel en
forma humana. Era de baja estatura y muy hermoso, su rostro lucía encendido y
dedujo que debía ser un querubín, uno de los ángeles de más alto grado.
“Veíale
en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un
poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba
a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda
abrasada en amor grande de Dios”, describió Santa Teresa de Jesús.
“Era
tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la
suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni
se contenta el alma con menos que Dios”.
“No
es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo,
y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico
yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento”, explicó la Doctora
de la Iglesia (Vida 29,13).
Este
tipo de vivencias espirituales es llamado en la Iglesia como “la
transverberación”, que es la experiencia mística de ser traspasado en el corazón
causando una gran herida.
Más
adelante, buscando corresponder a este regalo divino, Santa Teresa hizo el voto
de hacer siempre lo que le pareciese más perfecto y agradable a Dios. Es así
que el resto de su vida, la reformadora y fundadora carmelita se esforzó por
cumplir perfectamente este juramento.
Cuando
la Santa partió a la Casa del Padre, la autopsia reveló que en el corazón de
Santa Teresa estaba la cicatriz de una herida larga y profunda. En la familia
carmelita, la fiesta de “la transverberación” de Santa Teresa de Jesús se
celebra cada 26 de agosto.
Como
legado, la Doctora de la Iglesia también dejó plasmada su experiencia mística
en la siguiente poesía de amor, titulada “Mi Amado para mí”:
Ya
toda me entregué y di
Y de tal suerte he trocado
Que mi Amado para mi
Y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó herida
En los brazos del amor
Mi alma quedó rendida,
Y cobrando nueva vida
De tal manera he trocado
Que mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
Enherbolada de amor
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues a mi Dios me he entregado,
Y mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado.
Y de tal suerte he trocado
Que mi Amado para mi
Y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó herida
En los brazos del amor
Mi alma quedó rendida,
Y cobrando nueva vida
De tal manera he trocado
Que mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
Enherbolada de amor
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues a mi Dios me he entregado,
Y mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado.
Fuente: ACI