Piedras
vivas
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
No
me gusta nada la llegada del frío, pero, al mismo tiempo... ¡me encantan estos
días! Si sales a pasear por la huerta al atardecer, casi vuelves convertido en
pingüino, pero, al entrar en el convento, ¡se siente un calor de lo más
agradable! Estos son los únicos días del año en que tenemos “calefacción” en
todo el monasterio.
Resulta
que las paredes del convento están construidas con las técnicas de hace 400
años; es decir, ¡son enteras de piedra! A lo largo del verano, las paredes van
cogiendo calor y ahora, con la llegada del frío, lo van desprendiendo poco a
poco. Solo son unos días, ¡pero es una sensación súper agradable! ¡El monasterio
entero se vuelve de lo más cálido!
Orando
sobre ello, de pronto el Señor me mostró un detalle muy curioso: “¿Quién dijo
que las piedras son impermeables?”
Sí,
es cierto, puede que el agua no llegue nunca a empapar el corazón de una
piedra, ¡pero sí que le llega el calor! Así pues, no logra aislarse del todo...
Lo
mismo puede suceder con quien tienes al lado. Quizá veas que tus palabras le
resbalan como el agua en la piedra, que por más argumentos o razones que le
das, no logras que se abra al Señor ni a su gracia... Tal vez ha llegado el
momento de dejar de “ahogar” a esa piedra.
Nuestra
vida, nuestros gestos, los pequeños detalles de amor... puede ser que no
provoquen grandes cambios visibles, pero son como el calor del sol: poco a poco
van penetrando en el interior de los demás. Y no hay una sola sonrisa que no
surta efecto.
¡Y
lo mismo nos sucede con Jesucristo! Él es el verdadero Sol. Cuando estamos un
rato con Él, nos encantaría vivir en un torrente de sentimientos y emociones...
pero quizás no experimentemos nada especial. Tal vez te parezca por eso que tu
corazón “es de piedra”, pero, te lo aseguro, solo por estar con Cristo, Su
calor se ha colado en tu interior, ¡y ahora puedes desprenderlo a lo largo del
día!
Hoy
el reto del amor es que des calor a tu alrededor. Para ello, toma temperatura
empezando la mañana con el Señor. Regálale unos minutos y, ¡a por el día! Hoy
resuelve una situación complicada con paciencia y buen humor, ¡verás cómo hasta
a las piedras más duras se templan! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma