El
Papa Bergoglio afirmó que la Iglesia greco-católica en Eslovaquia puede
considerarse una expresión de la belleza de la variedad de las formas de la
vida eclesial
“Una
vida religiosa ejemplar, tanto masculina como femenina, al igual que la
pertenencia a algunos de los nuevos movimientos eclesiales, forman parte de un
entramado eclesial fuerte y sano”. Lo dijo el Santo Padre a los peregrinos
eslovacos a quienes recibió esta mañana.
Al
recibir en el Aula Pablo VI del Vaticano a los casi 1300 peregrinos eslovacos
que viajaron a Roma en peregrinación, con motivo de las celebraciones jubilares
por los doscientos años de la Eparquía de Prešov, que dese hace un decenio es
sede metropolitana sui iuris greco-católica eslovaca, el Papa Francisco les dio
su bienvenida y les agradeció su caluroso afecto.
Palabras de San Juan Pablo
II
Y
recordó ante todo que San Juan Pablo II al dirigirse en 1995 precisamente a Prešov,
había utilizado una bella imagen de la naturaleza circunstante para describir
la identidad y la misión de las comunidades greco-católicas: “En las aguas
transparentes – había dicho el Papa Wojtyła en aquella ocasión – se refleja la
majestuosa grandeza de las cumbres: este paisaje (…) nos habla de la belleza y
de la bondad del Creador”.
Y
destacaba que desde las laderas meridionales de los montes Tatra hasta las
llanuras de Zemplín, viven desde hace siglos codo a codo con los hermanos y las
hermanas de rito latino las comunidades de rito oriental, también ellas
llamadas a representar, como los pequeños lagos de esa zona la trasparente y
luminosa generosidad de Dios. A la vez que concluía diciéndoles que es el Señor
mismo quien enriquece a su Iglesia “con la variedad de las formas y de las
tradiciones”.
La belleza de la variedad
de las formas de la vida eclesial
El
Papa Bergoglio afirmó que la Iglesia greco-católica en Eslovaquia puede
considerarse una expresión de la belleza de la variedad de las formas de la
vida eclesial, de esa variedad que como afirma el Concilio Vaticano II en su
decreto Orientalium Ecclesiarum “no sólo no perjudica la unidad de la Iglesia,
sino que más bien la manifiesta”.
Y
al destacar que han viajado para festejar los doscientos años de la erección de
su Eparquía, Francisco recordó que se ha desarrollado y convertido en “madre de
una nueva familia eclesial”, generando otras Eparquías, una de las cuales en
Canadá, además de ser, desde hace un decenio, sede Metropolitana sui iuris.
De
ahí que el Santo Padre haya querido saludar a todos los presentes, comenzando
por su Metropolita, Monseñor Ján Babjak – a quien agradeció las palabras que le
había dirigido previamente en nombre de todos – acompañado por sus hermanos
Obispos, Monseñor Chautur de Košice; Monseñor Rusnák de Bratislava y por el
nuevo Obispo en Canadá, Monseñor Pacák.
Ser pastores según el
corazón de Dios que es Padre
A
todos estos queridos hermanos, el Pontífice les pidió que continúen su obra de
guía y padres del pueblo de Dios que les que ha sido encomendado. Y los animó a
proseguir el ejemplo luminoso de los beatos Obispos mártires Peter Pavol Gojdič
y Vasiľ Hopko. “Difundan la bondad – les dijo – la generosidad y la
mansedumbre, con profunda humildad y sencillez”, permaneciendo siempre
“pastores según el corazón de Dios que es Padre”, y siguiendo las huellas de
Cristo “que ha venido no para ser servido sino para servir”.
De
este modo – les dijo Francisco – estoy seguro de que los sacerdotes, sus
primeros colaboradores, los seguirán cada vez con mayor alegría y entusiasmo,
disponibles al servicio eclesial que se les pide”. Por esta razón el Papa se
dirigió a los queridos sacerdotes para saludarlos con viva cordialidad, a los
célibes y a los casados, con sus familias, sin olvidar a los religiosos.
Hoy las familias de los
sacerdotes viven una misión especial
A
todos ellos el Obispo de Roma les agradeció su trabajo en medio del santo pueblo
fiel de Dios y afirmó que las “familias de los sacerdotes viven una misión
especial en la actualidad, cuando el ideal mismo de la familia se ha puesto en
discusión e incluso se lo ataca explícitamente”. Por esta razón les dijo que
ofrecen un testimonio de vida sana y ejemplar.
No al clericalismo estéril
Naturalmente
Francisco también saludó a los seminaristas para aludir a la tentación de dos
tendencias opuestas: el secularismo que lleva a la mundanidad y el
ensimismamiento en modos obsoletos e incluso no evangélicos de comprender el
propio papel eclesial, modos que conducen a un “clericalismo estéril”.
Hacia
el final de su discurso el Papa les dijo que una vida religiosa ejemplar, tanto
masculina como femenina, al igual que la pertenencia a algunos de los nuevos
movimientos eclesiales, forman parte de un entramado eclesial fuerte y sano.
Una Iglesia en plena
fidelidad a la Sede Apostólica
Por
último afirmó que veía en estos peregrinos el entusiasmo de una Iglesia firme
en la fe, consciente de su propia dignidad y orgullosa de su identidad
eclesial, en plena fidelidad a la Sede Apostólica, y a los santos Patronos de
Europa Cirilo y Metodio.
Redescubrir sus propias
raíces y vocación
También
recordó que el continente europeo, en Oriente y en Occidente, tiene necesidad
de redescubrir sus propias raíces y vocación, de donde sólo pueden crecer
árboles sólidos, que den frutos en pleno respeto de la dignidad del hombre, en
todas sus condiciones y en todas las fases de su vida.
Custodiar su tradición
bizantina
Francisco
concluyó animándolos a custodiar su tradición bizantina, a la que desde joven
aprendió a conocer y amar. Y después de agradecer el testimonio indispensable
de los padres, madres, abuelos y educadores presentes en esta audiencia les
pidió a todos un recuerdo especial, cuando celebren su Divina Liturgia en la
Basílica de Santa María la Mayor.
Y
antes de impartir su bendición apostólica a la entera comunidad greco-católica
en Eslovaquia, el Papa formuló este deseo: “Que la Santa Madre de Dios a la que
miramos con esperanza y amor de hijos, defienda con su intercesión a la Iglesia
en este tiempo de prueba y vele sobre los trabajos del Sínodo de los jóvenes,
que hemos iniciado hace poco”.
María
Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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