Mientras en el Sínodo que se está
celebrando en Roma los obispos debaten sobre cómo conseguir mantener a los
jóvenes en la Iglesia, en el mundo hay otros jóvenes que literalmente se
juegan la vida por su deseo de poder ser cristianos
Es este, por ejemplo, el caso de Kainut, una
joven musulmana que ha corrido grandes riesgos para poder bautizarse como
católica en un país como Pakistán, donde los fundamentalistas islámicos
tienen una gran influencia y en el que por ejemplo sigue condenada a muerte
Asia Bibi.
Esta chica de 20 años creció como
musulmana. Su padre era un fiel seguidor de Mahoma, y a su madre la obligaron a
abandonar el cristianismo para convertirse al islam y casarse con él. Sin
embargo, aquella fe de niña nunca le abandonó y en su corazón siguió amando
a Cristo y a su Iglesia. Y precisamente este amor fue el que llevó a Kainut
a querer abrazar esta misma fe, aun sabiendo a lo que se exponía.
Su madre
cristiana fue secuestrada y obligada a ser musulmana
Ahora ella, su madre y sus hermanos están
perseguidos, sufren acoso de los musulmanes extremistas y son discriminados.
Sin embargo, están contentos por la decisión que tomaron. Ahora Kainut vive
como católica y estudia Medicina.
En un
testimonio relatado a Ayuda a la Iglesia Necesitada, esta joven cuenta cómo su
madre cuando era estudiante “fue secuestrada por musulmanes que la obligaron a
aceptar el islam y a casarse con mi padre. Es una práctica muy común en
provincia convertir a la fuerza al islam a niñas hindúes y cristianas”.
Al final, prosigue esta joven, “mi madre
admitió a mi padre como su marido y comenzó a vivir una vida normal con él.
Tuvieron cuatro hijos, yo soy la mayor”.
Pese a ello, su madre nunca renegó de su
fe y “fue secretamente a la Iglesia, y yo a menudo iba con ella”. En
casa, Kainut recuerda que su madre leía a escondidas la Biblia. “Estaba claro
que ella no abrazaba el islam, y en su corazón todavía era cristiana. También
empecé a leer la Biblia e ir a la iglesia regularmente con mi madre”, explica.
Su enorme deseo
de recibir la Comunión
Sin embargo, hubo un momento concreto en
el Kainut decidió que realmente quería ser cristiana. “Una vez estuve en una
iglesia –relata ella- y la gente estaba haciendo cola para recibir la Sagrada
Comunión. Me uní a la fila, pero alguien me dijo que no se me permitía tomar
la Comunión porque no era cristiana”.
El dolor que sintió por no poder recibir
a Jesús la hizo llorar,
y fue entonces cuando le dijo a su madre que quería poder tomar a Cristo en la
Sagrada Comunión y que aceptaba a Jesús como su salvador.
Cuando todo
parecía que se solucionaría...
De alguna manera, su padre se enteró y
prohibió tanto a su madre como a ella ir a la iglesia, y durante un año
entero no pudieron acudir al templo. Entonces su padre murió, pero lejos de que
esto facilitase su conversión la complicó todavía más.
Sus abuelos paternos obligaron a su madre
a casarse con un primo de su padre, lo que también es una práctica común entre
los musulmanes. “Mi madre se resistió, pero no había salida y se tuvo que
casar con él. Yo tenía 14 años en ese momento”, cuenta.
Su padrastro era también un musulmán
estricto, pero Kainut tenía cada vez las cosas más claras y comenzó a leer la
Biblia a diario en casa. Esta joven explica que “aunque él intentaba detenerme,
mi madre me apoyaba. Cuando terminé de leer toda la Biblia, le dije a mi
madre que quería ser cristiana, pero ella estaba muy preocupada de que mis
abuelos y otros familiares pudieran matarnos”.
El sacerdote que
no se atrevió a bautizarla
Aun así, esta paquistaní estaba dispuesta
a ser católica a cualquier precio. “Fui a la Iglesia con mi madre, y le pedí a
un sacerdote que me bautizara, pero él no estaba seguro: ‘esto es muy
arriesgado, lo siento, no estoy en condición de bautizarte’, me dijo; el
sacerdote temía que mis familiares u otros fanáticos musulmanes nos mataran si
descubrían que me había bautizado. Él tampoco quería crear un problema para sus
feligreses”.
Ella aseguraba que estaba “dispuesta a
morir por Cristo” así que aprovechando unas vacaciones de verano, fue a visitar
a su tía, la hermana de su madre, a otra provincia. “Fuimos a la iglesia con
ella y, nuevamente, me reuní con un sacerdote y le conté mi deseo de abrazar el
cristianismo. Fue muy amable y me dio algunos libros para que los estudiara.
Pasamos tres meses en la casa de mi tía
yendo a misa todos los días. Y un domingo, después de la misa, el sacerdote me
preguntó: ‘niña, ¿estás lista para el bautismo? Yo estaba muy feliz y le
dije que sí. Finalmente, en 2013, mis dos hermanos, mi hermana y yo
recibimos el Sacramento del Bautismo. Era más fácil en esa iglesia ya que
estábamos lejos de casa”.
El
día que por fin pudo comulgar
Después del bautismo regresaron a su
casa, pero su padrastro había descubierto la conversión, y repudió a mi
madre, que aceptó con alegría el divorcio. Consiguió trabajo y todos los
hijos se mudaron a un apartamento e iban a misa todos los domingos.
Finalmente, su director espiritual pudo
comunicarse con el cura que le había bautizado, y por fin la dieron permiso
para recibir la Comunión. Era la chica más feliz del mundo.
Una nueva
persecución
Pero los problemas no habían acabado para
ella. Una noche en 2016, su padrastro y sus familiares irrumpieron en su casa
diciendo a su madre que iban en búsqueda de Kainut. Querían impedir que se
pudiera casar con un cristiano, y que en cambio fuera casada con un musulmán de
54 años. Ella tenía en ese momento 18. Su madre llamó a la Policía y
finalmente les dejaron en paz, aunque temporalmente.
“Conté este incidente a mi director
espiritual, y me alojó en un albergue dirigido por monjas, donde preparé mis
exámenes para ingresar en la escuela de Medicina, porque quiero ser médico
y servir a la humanidad”, afirma esta joven.
Pero la familia de su padre no se dio por
vencida, y en octubre de 2017 dispararon a uno de sus hermanos. La bala
impactó en sus pulmones y en las costillas. Su vida corrió peligro real.
“Mi familia se enfrenta a amenazas de
muerte y no sé qué pasará con nosotros en el futuro, pero nuestra esperanza
está en nuestro Señor Jesucristo”, concluye esta valiente católica
paquistaní.
J. Lozano
Fuente:
ReL
