5. El Niño perdido
Jesús habla, ya no puede
callar
Omnisciente a unos
ausente a un par
Sabor de misterio
poderte encontrar
Enseñando o callando te
quiero mirar.
La mirada de un niño es
una mirada inocente. Los intereses egoístas aún no han salido a flote. La sensualidad,
la avaricia, la vanidad permanecen lejanas de su atención. Es por eso que está
posibilitado para mirar la realidad con mayor claridad y conocer el valor de
las cosas y las personas.
Las preguntas de un niño
son por eso un cauce por el que sin mucha dificultad se puede llegar a la
verdad. Sin embargo, un niño no está capacitado para responder a las preguntas,
le falta perspectiva, altura, experiencia y quizá vocabulario. El niño puede
preguntar pero no responder, por eso el adulto pragmático no sabe qué hacer con
él, cómo satisfacerlo y lo calla con un dulce o una evasiva.
El niño Jesús es un niño
diferente, es realmente niño, pero Él es todavía más joven que un niño, es
eterno: siempre original, siempre nuevo. Y si fuera poco “todo se hizo por Él,
y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho” (Jn 1, 3). Por lo cual es un
niño que sabe mucho, de todo, pero no son sólo datos los que tiene, sino tiene
la verdad, es más Él es la Verdad. Y quiere iluminarnos, Jesús habla, ya no
puede callar.
Aunque este mundo está
lleno de sombras (la claridad absoluta es cosa de la eternidad), Dios el Eterno
está aquí. Para Él todo es patente y dialogando con Él se alcanzan a colar
esas luces de sabiduría infinita. Luces que al ser captadas por los Doctores
del Templo, hombres de libros, causan una admiración y un entusiasmo nuevos,
una fruición que ya adivinaban cuando se pasaban esas largas horas de paciente
estudio. Ante el Niño que pregunta y responde con sencillez, ellos se
persuaden que están ante Alguien que lo sabe todo: omnisciente a unos.
Pero no muy lejos María
y JOSÉ, envueltos en la sombra, anhelan esa voz: ausente a un par. Y al encontrarlo
y preguntarle no entienden su respuesta, pero saben que tiene razón, es un
misterio. De igual manera los Doctores que se encontraron con Él saben que
están ante un misterio. Sabor de misterio poderte encontrar.
Jesús sigue hablando,
sus palabras siguen resonando en el Evangelio, en la Liturgia, en la predicación…
en la misma Creación, ya que Dios al crear por su Palabra, en todo imprimió
verdad. En el silencio también se aprende de Él, y muchas veces parece que el
silencio es la respuesta. Ahí lo vemos y aprendemos: enseñando o callando te
quiero mirar.
Con permiso del autor: Juan Pablo Lira
Fuente: 20 palabras para meditar los misterios del Rosario