20 PALABRAS PARA MEDITAR LOS MISTERIOS DEL ROSARIO. 5º. MISTERIO GOZOSO

5. El Niño perdido

Jesús habla, ya no puede callar
Omnisciente a unos ausente a un par
Sabor de misterio poderte encontrar
Enseñando o callando te quiero mirar.

La mirada de un niño es una mirada inocente. Los intereses egoístas aún no han salido a flote. La sen­sualidad, la avaricia, la vanidad permanecen lejanas de su atención. Es por eso que está posibilitado para mirar la realidad con mayor claridad y conocer el valor de las cosas y las personas.

Las preguntas de un niño son por eso un cauce por el que sin mucha dificultad se puede llegar a la verdad. Sin embargo, un niño no está capacitado para responder a las preguntas, le falta perspectiva, altura, experiencia y quizá vocabulario. El niño puede preguntar pero no responder, por eso el adulto pragmático no sabe qué hacer con él, cómo satisfacerlo y lo calla con un dulce o una evasiva.

El niño Jesús es un niño diferente, es realmente niño, pero Él es todavía más joven que un niño, es eterno: siempre original, siempre nuevo. Y si fuera poco “todo se hizo por Él, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho” (Jn 1, 3). Por lo cual es un niño que sabe mucho, de todo, pero no son sólo da­tos los que tiene, sino tiene la verdad, es más Él es la Verdad. Y quiere iluminarnos, Jesús habla, ya no puede callar. 

Aunque este mundo está lleno de sombras (la claridad absoluta es cosa de la eternidad), Dios el Eterno está aquí. Para Él todo es patente y dialogan­do con Él se alcanzan a colar esas luces de sabiduría infinita. Luces que al ser captadas por los Doctores del Templo, hombres de libros, causan una admira­ción y un entusiasmo nuevos, una fruición que ya adivinaban cuando se pasaban esas largas horas de paciente estudio. Ante el Niño que pregunta y res­ponde con sencillez, ellos se persuaden que están ante Alguien que lo sabe todo: omnisciente a unos.

Pero no muy lejos María y JOSÉ, envueltos en la sombra, anhelan esa voz: ausente a un par. Y al en­contrarlo y preguntarle no entienden su respuesta, pero saben que tiene razón, es un misterio. De igual manera los Doctores que se encontraron con Él sa­ben que están ante un misterio. Sabor de misterio poderte encontrar.

Jesús sigue hablando, sus palabras siguen reso­nando en el Evangelio, en la Liturgia, en la predica­ción… en la misma Creación, ya que Dios al crear por su Palabra, en todo imprimió verdad. En el si­lencio también se aprende de Él, y muchas veces parece que el silencio es la respuesta. Ahí lo vemos y aprendemos: enseñando o callando te quiero mirar.

Con permiso del autor: Juan Pablo Lira


Fuente: 20 palabras para meditar los misterios del Rosario