Dos santas unidas por el
Corazón de Jesús

Son
varios los aspectos desconocidos de la vida de la santa albanesa, pero hay uno
que llama la atención; y es la relación estrecha que tuvo con Santa Teresita
del Niño Jesús.
Cuando
Agnes Gonxha Bojaxhiu -nombre de cuna de la santa- tenía 18 años dejó su casa y
se fue a Irlanda para ingresar la Instituto de la Bienaventurada Virgen María,
congregación conocida como las Hermanas de Loreto, tomó por nombre Teresa en
homenaje a Santa Teresa de Lisieux, Teresita del Niño Jesús, quien es patrona
de las misiones.
La noche oscura
Además
del nombre, también hay un vínculo relacionado con un episodio que ambas santas
experimentaron en su vida: la noche oscura. Las dos teresas, al igual que otros
santos, vivieron episodios de dudas y un gran vacío espiritual en algún momento
de su vida terrena.
Este
hecho se hizo visible en la correspondencia que sostuvo Teresa de Calcuta con
sus directores espirituales publicada en un libro con el título “Ven, sé mi
luz, las cartas privadas de la Santa de Calcuta”. Ella habla del silencio de
Dios que experimentó en su corazón por largos años:
“Esta
soledad -este continuo anhelo de Dios- que me causa ese dolor en lo profundo de
mi corazón. La oscuridad es tal que realmente no veo, ni con la mente ni con el
corazón. El lugar de Dios en mi alma está vacío. No hay Dios en mí. Cuando el
dolor del anhelo es tan grande sólo añoro una y otra vez a Dios, y es entonces
cuando siento: Él no me quiere, Él no está allí (…) Dios no me quiere. A veces
sólo escucho a mi corazón gritar ‘Dios mío’ y no viene nada más. No puedo
explicar la tortura y el dolor”.
Mientras
tanto, Santa Teresita vivió la oscuridad de la fe tres meses antes de su
muerte. En unos de sus escritos dijo que Dios le permitió experimentar un vacío
en su corazón para sentir lo que viven aquellas personas sin fe: “Dios permitió
que mi alma fuera invadida por las más espesas tinieblas y que el pensamiento
del cielo, tan dulce para mí, no fuera en adelante sino motivo de lucha y
tormento”.
La vocación al amor
Pese
al silencio espiritual y el tiempo de oscuridad que ambas experimentaron, las
dos fueron testimonio de la más grande vocación: al amor.
Teresita,
en la narración que escribió sobre su vida, manifestó: “Entonces, llena de una
alegría desbordante, exclamé: ‘Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi
vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia,
y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia,
que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo, y mi deseo se verá
colmado'”.
Mientras
que la Madre Teresa aconsejaba: “Lo que tú haces yo no puedo hacerlo, y lo que
yo hago tú no puedes hacerlo, pero juntos estamos haciendo algo hermoso para
Dios, y esa es la grandeza de Dios por nosotros: darnos la oportunidad de ser
santos a través de las obras del amor que realizamos, porque la santidad no es
el lujo de unos pocos. Es una tarea sencilla para ti, para mí; tú en tu lugar,
en tu trabajo, y yo y los demás, cada uno de nosotros, en el trabajo, en la
vida es donde hemos prometido honrar a Dios (…) Tu debes llevar tu amor por
Dios a la vida”, según se cita en libro “Donde hay amor está Dios”, que recoge
reflexiones de la santa.
Artículo
originalmente publicado por Gaudium Press
Fuente: Aleteia